RESEÑA | Beetlejuice Beetlejuice, el espectáculo de Tim Burton ha regresado

08/09/2024 - 12:05 am

El carismático y rebelde personaje de Burton está de regreso e las manos de Michael Keaton en una cinta que usa la nostalgia y el humor para reconectar con sus seguidores, aunque no todo es miel sobre hojuelas.

Ciudad de México, 8 de septiembre (SinEmbargo).-La segunda parte de la icónica película Beetlejuice llegó a las salas de cine este fin de semana para complacer a los seguidores de Tim Burton. Con Beetlejuice Beetlejuice Michael Keaton se pone el traje a rayas para interpretar al travieso demonio -o fantasma bio-exorcista- y desatar un caos, pero ¿qué tan divertido resulta? ¿vale la pena verla en pantalla grande?

Beetlejuice Beetlejuice nos muestra a Lydia Deetz (Winona Ryder) como una psíquica con su propio programa de televisión que tras una tragedia familiar debe volver a Winter River, a aquella casa en la que conoció a Bárbara y Adam Maitland y con ellos a Beetlejuice, ahora, junto a su rebelde hija adolescente llamada Astrid (Jenna Ortega) y su novio (Justin Theroux) deberá enfrentar nuevos problemas en ambos mundos. Sólo es cuestión de tiempo para que alguien diga tres veces el nombre de Beetlejuice y todo se complique aún más.

Hace 36 años Bárbara y Adam Maitland tienen un accidente automovilístico, su auto cae a un río, ellos llegan a su casa y tras encontrarse con el gusano de arena al intentar salir de nuevo y descubrir el «Manual para Difuntos Recientes», aceptan que son fantasmas. Así inició esta historia que se volvería entrañable con el paso del tiempo gracias al vestuario, a la música, a sus actores y al divertido tratamiento que le dan a la muerte, aspecto que sin duda conecta con Latinoamérica.

Ahora, Beetlejuice Beetlejuice muestra más de aquel mundo en el que el personaje de Keaton vive, un gran acierto, además de poder ver más de las personas -muertas- que andan por ahí y que aún traen los rastros de sus últimos momentos con vida, como un chico que fue mordido por un tiburón. Otro aspecto que sin duda se relaciona con un martirio es la burocracia, ese papeleo tedioso que se debe realizar a cada paso con turnos de espera eternos y que no puede faltar en el más allá -ni ahí se libra uno-, Tim Burton lo retoma de manera inteligente.

Winona Ryder regresa como Lydia Deetz y Catherine O’Hara retoma su papel de Delia, a ellas se suman Jenna Ortega y Justin Theroux. Foto: Warner Bros. Entertainment

El humor y la diversión no pueden faltar, Catherine O’Hara resulta refrescante, en especial durante los primeros minutos de la cinta, con su excentricidad y su alma de artista conceptual; Winona Ryder es una Lydia madura y atormentada pero que busca lo mejor para su hija (y que tal vez ahora pague un poco su actitud con Delia en aquella primera parte), Jenna Ortega y Justin Theroux son un gran «fichaje», ambos funcionan bien y se sienten parte de la familia. Burton incluye de manera muy ingeniosa a Charles Deetz sin recurrir al actor que debido a escándalos no figuró en este regreso.

Pareciera que las estrellas no bastaban por lo que Willem Dafoe, quien interpreta a Wolf Jackson, un policía y mal actor y Danny Devito también forman parte de esta historia. El personaje de Bob es uno que no sabíamos que necesitábamos pero que se agradece y que, sin decir mucho o nada, se convertirá en uno de las más queridos. ¿Qué pasó con Bárbara y Adam Maitland? Si se presta atención, se nos regala una respuesta en una linea, pero eso basta.

Parte de la magia de esta cinta radica en los efectos especiales por lo que para esta segunda parte se usaron efectos clásicos, es decir, maquillaje, elementos hechos a mano, alternativas que no incluyeran CGI, lo que para algunos puede resultar un problema, aquí es sin duda una fortaleza y parte de la esencia de Beetlejuice.

Poster Beetlejuice Beetlejuice. Foto: Warner Bros. Entertainment

No todo brilla en este regreso a la pantalla grande, Monica Bellucci -quien interpreta a un antiguo amor de Beetlejuice- se siente un poco desperdiciada, a lo largo de la película nos prometen un enfrentamiento que no cumple las expectativas que ellos mismos generan, además de que se siente como si dedicarán mucho tiempo a explicar los problemas familiares y cuando llega al punto más alto, se va como agua. En general, el final se siente muy apresurado y con muchos cabos sueltos. Además de que, si bien, la Beetlejuice de 1988 nos regaló un momento que se quedaría guardado en la mente de todos con la canción Day-o (Banana Boat Song) en aquel comedor, el intento de emularlo se queda muy lejos con un musical que resulta cansado, muy largo y que no conecta con el público -al menos no el mexicano-, tal vez algo con más ritmo habría ayudado.

Beetlejuice Beetlejuice es entretenida, cuenta con momentos divertidos, irreverentes, sin sentido y por su puesto que cumple. Los fans de Burton pueden sentirse confiados de que el director conserva -o ha regresado a- su estilo y les regala varios momentos de emoción en los que recuerda a la primera parte (con el uso de vestuario, por ejemplo). Beetlejuice Beetlejuice es una película que se disfruta en la pantalla grande, que deja contenta a la generación Millennial y que puede cautivar a quienes aún no se han dejado envolver por la locura de este ser de traje negro y blanco.

Nancy Chávez
Periodista egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), editora del suplemento Magazine enfocado en cultura, entretenimiento, gastronomía, viajes y temas de actualidad.
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