Guadalupe Correa-Cabrera
04/09/2024 - 12:02 am
Desafiando a la «extrema derecha». . . en EU y más allá
Desde la victoria de Donald Trump en las elecciones de 2016 en Estados Unidos, su movimiento de derecha “radical”” se ha venido extendiendo y ha ganado un sinnúmero de adeptos que apoyan ideas tan extremas (y absurdas) como la construcción de un muro (“grande y hermoso”) a lo largo de toda la frontera sur estadounidense, o el bombardeo de carteles o intervención militar directa por parte del ejército de Estados Unidos en territorio mexicano.
El avance de la ultraderecha en Estados Unidos durante la última década es bastante notorio y ha evolucionado en los años más recientes hasta consolidarse como un movimiento dentro del Partido Republicano a través del liderazgo de Donald Trump y bajo el lema “América Primero” (América First, antes Make America Great Again o MAGA). Entre las piedras angulares del también denominado “Trumpismo” destacan: un populismo nacionalista; un supuesto realismo en política exterior; y un enfoque en la frontera que engloba una política migratoria restrictiva a través de la militarización. Este movimiento de extrema derecha promueve mayormente los intereses del gran capital estadounidense y se ancla en el racismo y la xenofobia—particularmente por el tema de los inmigrantes provenientes de diversas partes del Sur Global.
Desde la victoria de Donald Trump en las elecciones de 2016 en Estados Unidos, su movimiento de derecha “radical”” se ha venido extendiendo y ha ganado un sinnúmero de adeptos que apoyan ideas tan extremas (y absurdas) como la construcción de un muro (“grande y hermoso”) a lo largo de toda la frontera sur estadounidense, o el bombardeo de carteles o intervención militar directa por parte del ejército de Estados Unidos en territorio mexicano. Así, el fantasma del fascismo ronda la parte central de Norteamérica. La polarización extrema y la idea de una guerra civil son elementos cada vez menos aislados en la discusión política nacional. No resultaría sorprendente que, en noviembre de este año, Donald Trump y su movimiento resulten victoriosos y se intente establecer un nuevo orden de extrema derecha en el país.
Para poder comprender a cabalidad este giro político extremo hacia la derecha en los Estados Unidos en los últimos años valdría la pena revisar con cuidado el último libro de Claudia Leeb titulado Desafiando a la Extrema Derecha (Contesting the Far Right: A Psychoanalytic and Feminist Critical Theory Approach; Columbia University Press, 2024). En este excelente texto, Leeb utiliza un enfoque psicoanalítico y de teoría crítica feminista—al tiempo que desarrolla una relación dialéctica entre lo psicológico y lo socioeconómico—para explicar el auge de la ultraderecha como respuesta a la explotación, la inseguridad, la alienación y el aislamiento que confluyen en lo que llama “capitalismo de la precariedad”. Este libro también ofrece formas de resistir o desafiar a la extrema derecha y contrarrestar el atractivo psicológico de sus técnicas de propaganda.
En siete capítulos, este magnífico libro examina los efectos adversos del capitalismo de la precariedad y nos ilustra sobre los aspectos psicológicos en nuestro mundo contemporáneo que nos dirigen hacia el fascismo. Para ilustrar este proceso, Leeb analiza el surgimiento del Trumpismo y las tácticas de reclutamiento de otros movimientos y partidos de derecha (particularmente del Partido de la Libertad y el movimiento identitario en Austria); también analiza las gratificaciones del terror. De acuerdo con la autora del libro, “Vivir bajo el capitalismo de la precariedad genera sentimientos de fracaso y ansiedad, que la gente experimenta como falta de plenitud, porque se ha tornado difícil, si no es que imposible, estar a la altura del fetiche del éxito económico, interpersonal y corporal; y la extrema derecha se aprovecha de esos sentimientos. Sus tácticas de propaganda psicológicamente orientadas producen la ilusión de plenitud y un sentido positivo de uno mismo, al tiempo que dejan intactas las condiciones socioeconómicas que causan el sufrimiento de la gente. Asimismo, eliminan las inhibiciones que mantienen bajo control la agresividad reprimida y las actitudes racistas y sexistas de la gente”.
Al final, este proceso deriva en tragedia, pues los sujetos que se convierten en seguidores de líderes y movimientos de extrema derecha bajo el capitalismo de la precariedad, persiguen en realidad metas objetivas que “contradicen sus intereses económicos y otras motivaciones personales” (p. 2). En estos espacios, según Leeb, se hacen más evidentes las contradicciones existentes y se consolidan los elementos más dañinos del capitalismo. Este marco analítico nos ayuda a comprender ciertas dinámicas de la vida contemporánea de una parte de la sociedad estadounidense. Además, a través de este material se comprende el contexto bajo el cual se ensancha considerablemente la brecha de ingresos y se frustra el “Sueño americano” para un segmento importante de a población que habita en Estados Unidos. Bajo estas circunstancias se puede explicar la expansión del Trumpismo—como un movimiento de extrema derecha en este país—en medio de mayores niveles de pobreza, mendicidad y adicción a las drogas; la crisis del fentanilo; el aumento en el número de personas sin hogar y la multiplicación del crimen y las violencias.
Retomando el trabajo de Freud y Adorno, Leeb nos explica lo que sucede en Estados Unidos y otros países europeos—más bien, en países del Norte Global. Lo que este material no explica a cabalidad es el importante apoyo de otras minorías hacia líderes, partidos y movimientos de extrema derecha en el Norte Global, el triunfo de dichos proyectos en el Sur Global y, de manera particular, el apoyo de una parte importante de los latinos en Estados Unidos hacia Trump. El trabajo de Leeb se enfoca en marcos analíticos diseñados en el Norte Global y compara paradigmas en la parte más privilegiada del mundo. Se enfoca en los hombres blancos, pero no explica el fenómeno del apoyo a la ultraderecha por parte de algunas minorías—hombres y mujeres latinas en Estados Unidos, por ejemplo. El caso de los “Latinos por Trump” y el crecimiento tan importante de este grupo en los últimos años debería analizarse con mucho más cuidado. No me queda muy claro cómo Freud o Adorno podría explicarnos un mundo que no conocieron a profundidad. Las perspectivas feministas y anticoloniales desarrolladas en el Norte Global—así como sus herramientas de resistencia—no explican necesariamente la realidad en el Sur Global o aquellas condiciones de algunas minorías en los países más desarrollados; me refiero, por ejemplo, a inmigrantes que, por su cultura, podrían rechazar los paradigmas del feminismo radical y que se sienten quizás mejor representados por el conservadurismo de algunos movimientos de ultraderecha. La pregunta clave es: ¿por qué los latinos en Estados Unidos votan por Trump?, ¿por qué lo hacen cuando todo apunta a que el trumpismo, como ideología, iría contra sus intereses?
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