A lo largo de tres décadas, los grupos caciquiles de los DR han acumulado enorme fuerza económica y política. Los Distritos de Riego y sus aliados en la Conagua determinan año con año la distribución del agua de las presas. No solo se han opuesto a formar reservas durante años de abundancia pluvial, sino han buscado “pedir prestado” a cuenta de futuros ciclos volúmenes superiores a sus concesiones.
Ciudad de México, 25 de agosto (SinEmbargo).- La próxima administración propone invertir fuertemente en la tecnificación del riego para aumentar la productividad y liberar agua para las ciudades. Tiene sentido: el 67 por ciento de las aguas concesionadas son utilizadas para el riego, comúnmente a través de aguas rodadas. Pero antes de convertir esta estrategia en prioridad presupuestaria, se advierte que si no hay profundos cambios al interior de los Distritos de Riego, estas cuantiosas inversiones sólo servirán para el despojo de ejidatarios y el enriquecimiento de grupos caciquiles, asociados incluso con las fuerzas oscuras.
La raíz del problema está en la Ley de Aguas Nacionales (LAN, 1992) la cual buscó “adelgazar el Estado” al poner la infraestructura hidroagrícola federal y sus aguas en manos de los usuarios. Tal vez un fin digno, pero con resultados desastrosos, porque la LAN desapareció los derechos de los núcleos agrarios sobre sus aguas a favor de nuevas estructuras que facilitaron la concentración del poder.
Desde 1993, la Conagua promovió que los módulos de los Distritos de Riego formaran asociaciones civiles (A.C.), cada una compuesta de pequeños propietarios y decenas de ejidos, para servir como los concesionarios de las aguas superficiales y subterráneas, exentas del pago de impuestos. Desde entonces, las mesas directivas de las A.C. han controlado la distribución del agua y sus padrones de usuarios, incluyendo el registro de la compra-venta de derechos al agua. Gestionan y controlan la maquinaria pesada del módulo y manejan las cuotas de autosuficiencia recolectadas de los usuarios teóricamente para el mantenimiento de los canales secundarios. Las mesas directivas de las A.C.s fueron agrupadas en Sociedades de Responsabilidad Limitada (S.R.L.) a las cuales la infraestructura hidroagrícola de los Distritos de Riego fue concesionada.
A lo largo de tres décadas, con pocas excepciones, las mesas directivas de estas A.C. y S.R.L. se han vuelto prácticamente vitalicias. Con la colusión de los directivos de los Organismos de Cuenca y los Jefes de los Distritos de Riego de la Conagua, despojan a los ejidatarios de sus derechos al agua, y al negarles acceso al agua, generan “excedentes” que venden fuera del Distrito al mejor postor. Sus padrones de usuarios incluyen inmobiliarias, siderúrgicas, la CFE, entre otros.
La riqueza generada por este acceso a aguas nacionales ha resultado en una expansión urbana sobre las mismas zonas de riego, como es el caso de Mexicali, Torreón y Ciudad Obregón. En estas fronteras urbanas, los DR se han convertido en agentes inmobiliarios, usurpando el valor agregado generado por convertir tierras agrícolas en suelo urbano, con todo y derechos al agua. Así es que el Jefe del Distrito de Riego 014 Mexicali diseñó el arreglo para garantizar 20 millones m3/año de las aguas mexicanas del Río Colorado para Constellation Brands.
A lo largo de tres décadas, los grupos caciquiles de los DR han acumulado enorme fuerza económica y política. Los Distritos de Riego y sus aliados en la Conagua determinan año con año la distribución del agua de las presas. No solo se han opuesto a formar reservas durante años de abundancia pluvial, sino han buscado “pedir prestado” a cuenta de futuros ciclos volúmenes superiores a sus concesiones.
Su bloque de poder en la Cámara de Diputados es uno de los principales factores que ha obstaculizado la aprobación de la Ley General de Aguas mandatada por la Constitución.
Estos grupos de poder se oponen, a veces violentamente, a cualquier intento de democratización. Cuando los usuarios se hayan organizado para exigir elecciones democráticas y la rendición de cuentas, los grupos caciquiles cuentan con el respaldo de notarios y gobernadores, quienes avalan las elecciones apócrifas y hacen caso omiso de los actos ilícitos, incluyendo actos de violencia, por parte de los que buscan quedarse en el poder; más bien, envían órdenes de aprehensión a los integrantes de las planillas alternativas.
Los directivos de oficinas centrales de la Conagua reconocen el problema, pero se declaran incompetentes, argumentando que las A.C.s son autónomas y sus asuntos internos son materia de derecho civil; tampoco reemplazan a los Jefes de Distrito de Riego involucrados, aun cuándo sus actividades ilícitas hayan sido ampliamente documentadas.
Para las fuerzas oscuras, las estructuras verticales y opacas de los DR facilitan su compenetración en esta área de la economía: le llegan al presidente de la mesa directiva, y le explican el monto y la frecuencia con que tendrán que hacer sus aportaciones. Estas aportaciones no son poca cosa, dado que se trata del control sobre las aguas que salen de las presas y de decenas de miles de pozos; en su conjunto, los Distritos de Riego controlan el 35 por ciento de las aguas nacionales concesionadas del país.
Gran parte de los intentos anteriores de liberar volúmenes de agua a través de la tecnificación de los Distritos de Riego sólo han servido para enriquecer a los grupos de poder, quienes embolsan los recursos y generan los volúmenes esperados a costa de los ejidos.
Sólo con una voluntad política excepcional, dispuesta a corregir estas injusticias históricas, se podrá lograr más agua a través de una verdadera tecnificación del riego. Se tendría que reemplazar casi todo el personal asociado con los Distritos de Riego de la Conagua. Se requeriría replicar procesos como el de la Comisión de la Verdad en el DR 017, producto de la lucha campesina en La Laguna, la cual está exigiendo la corrección de los innumerables documentos apócrifos utilizados para despojar a los ejidatarios de sus derechos. Se tendría que garantizar la realización de elecciones democráticas en los módulos, constatadas por personal con autoridad moral, libre de las dinámicas de colusión.
Si no se atienden estas dinámicas, los cuantiosos recursos federales que se proponen dedicar a los Distritos de Riego sólo servirán para profundizar las desigualdades y conflictos a su interior, y podrán terminar fortaleciendo las fuerzas predatorias que están lucrando de su creciente control sobre este vital bien nacional.