La DEA se ha negado durante años a discutir su manejo del arresto y, en cambio, dijo que “la supuesta mala conducta en este caso es atroz e inaceptable y no refleja los altos estándares que se esperan de todo el personal de la DEA”.
Por Jim Mustian y Joshua Goodman
MIAMI (AP) — En un chat de WhatsApp que rápidamente degeneró en perversión, un grupo de agentes de la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) se jactaron de su “gira mundial de libertinaje” de “bebidas y prostitución” a expensas del Gobierno. Intercambiaron imágenes explícitas de sus últimas conquistas sexuales. Y en un punto incluso bromearon sobre una “violación anal forzada”.
A los pocos meses de ese intercambio perturbador, un agente del chat grupal fue acusado precisamente de ese crimen.
La detención en 2018 de George Zoumberos por presuntamente obligar a una mujer de 23 años a tener sexo anal en la habitación de un hotel de Madrid encendió las alarmas en los niveles más altos de la DEA, y todo comenzó con la llamada telefónica de un supervisor en la madrugada a la sede de la agencia en las afueras de Washington. Pero los funcionarios estadounidenses nunca hablaron con la mujer y sólo hicieron esfuerzos someros para investigar.
La DEA se ha negado durante años a discutir su manejo del arresto y, en cambio, dijo a The Associated Press en respuesta a sus preguntas que “la supuesta mala conducta en este caso es atroz e inaceptable y no refleja los altos estándares que se esperan de todo el personal de la DEA”.
Los detalles del caso y lo gráfico del chat grupal se describen en miles de documentos policiales secretos obtenidos por la AP y que ofrecen una mirada nunca antes vista a una cultura de corrupción entre los agentes federales antinarcóticos que se valieron de los fondos de las oscuras operaciones de lavado de dinero de la DEA para realizar festejos desmedidos con alcohol y sexo ilícito por todo el mundo.
Zoumberos, casado y de 38 años en ese momento, sostuvo que la interacción fue consensual, y tras una visita a la cárcel por parte de funcionarios de la embajada de Estados Unidos en Madrid, fue liberado y voló a casa pocas horas después de su arresto. Más tarde, un juez español desestimó el caso y dictaminó únicamente que las acusaciones no estaban “debidamente justificadas”. El agente finalmente regresó a sus funciones después de una carta de reprimenda de la DEA por su “falta de juicio”.
“Le dije muy claramente que no quería tener relaciones sexuales”, dijo recientemente la mujer a la AP, que no suele identificar a quienes dicen ser víctimas de agresión sexual.
La mujer, quien habló por primera vez sobre sus acusaciones, refirió que su angustia le provocó ataques de pánico graves que la obligaron a abandonar la universidad, y hasta el día de hoy, la atormentan los temores de que su agresor regrese.
“Tengo mucho miedo”, anunció con voz temblorosa por teléfono. “Podría intentar encontrarme o vengarse”.
"UN JUEGO MUY DIVERTIDO"
Muchos de los documentos que obtuvo la AP se centran en las investigaciones en curso tras el escandaloso arresto en 2020 de José Irizarry, un agente en el chat grupal considerado el cabecilla del libertinaje y quizás el agente más corrupto en los 50 años de la historia de la DEA.
Pero a pesar de su condena y repetidas afirmaciones de que docenas de personas más estuvieron involucradas en su plan para desviar millones de dólares provenientes de incautaciones de lavado de dinero para financiar viajes de fiesta y sexo, no se han presentado cargos penales contra ningún otro agente, supervisor o fiscal de la DEA presuntamente vinculados a la corrupción. El Departamento de Justicia de Estados Unidos no respondió a las preguntas sobre el motivo. No obstante, más de una docena han sido disciplinados discretamente o expulsados de sus puestos de trabajo.
Irizarry, quien cumple una pena de prisión federal de 12 años por lavar dinero para los mismos cárteles colombianos de la droga a los que juró vigilar, ha dicho a la AP en entrevistas recientes que él no era un agente deshonesto o rebelde y que muchos otros que se unieron a él en el viaje salvaje que se burló de la misión de la DEA deben rendir cuentas desde hace tiempo.
“No puedes ganar una guerra que no se puede ganar”, dijo Irizarry antes de presentarse en prisión. “La guerra contra las drogas es un juego... Era un juego muy divertido el que estábamos jugando”.
Ese juego giraba en torno a las operaciones encubiertas de lavado de dinero de la DEA, incluida una con el nombre en código “White Wash” (Blanquear) que fue dirigida por los agentes del chat. Fue cerrada en 2017 antes de que una veloz auditoría interna descubriera que el que los agentes recorrieran el mundo por bares, clubes de striptease y hoteles de París, Madrid y el Caribe era algo “inaceptable” y plagado de corrupción.
“Los agentes programaban una reunión en la ciudad de su elección, pero en realidad sólo se iban de vacaciones”, se lee en un informe de investigación del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) en los documentos obtenidos por la AP. Otros documentos detallaban cómo los agentes frecuentaban el barrio rojo de Ámsterdam en busca de prostitutas y no registraron “ninguna operación de aplicación de la ley” durante un viaje de una semana a Noruega, un país con una de las tasas de criminalidad más bajas del mundo.
Al final, la auditoría de la DEA encontró que la operación de cinco años tenía el crédito de sólo cinco condenas, mientras que los agentes gastaron 900 mil dólares en viajes y 26 mil dólares en comidas al ir de fiesta por todo el mundo, gracias a un fondo gubernamental de 1.9 millones de dólares de ganancias provenientes de lavado de dinero legal a las que se referían como su “alcancía de libertinaje”.
“Todo fue una m...” dijo Irizarry al FBI, y agregó que la operación “White Wash” se vio comprometida desde el primer día por informes falsificados para justificar la siguiente ronda de fiestas. “Todo era un cuento”.
UNA FIESTA DEGENERADA E INTERMINABLE
El chat de WhatsApp, recuperado durante la investigación criminal del FBI sobre la mala conducta de la DEA, incluía a cinco agentes de la DEA identificados por la AP —uno de los cuales permanece en la agencia hasta hoy—, y cientos de intercambios de 2017. Irizarry fue el único agente dispuesto a discutir el chat con la AP.
El chat respaldó muchas de sus acusaciones que retrataban la vida en la DEA como una fiesta degenerada e interminable. Los agentes planearon viajes de la DEA para beber sin límites y escapadas sexuales sin temor a que nadie más leyera sus mensajes cifrados. Y en lugar de denunciar la mala conducta de Irizarry, los agentes lo presionaban para que compartiera imágenes pornográficas de sus hazañas.
“José, estás rompiendo traseros”, escribió un agente sobre Irizarry en febrero de 2017, un mes después de iniciar el nuevo gobierno presidencial de Estados Unidos. “No hay nada de malo en eso con Trump. … Estás bien”.
Antes de una excursión, un agente escribió a sus colegas que “esperaba que hubieran organizado una f---a de benvenida para mí mañana cuando aterrice”.
“Vida dura esta guerra contra las drogas”, bromeó un agente en un mensaje. Otro añadió: “Piensa en lo diferente que es nuestra experiencia en el trabajo a la de la mayoría”.
La extracción del chat eliminado por parte de las autoridades federales no determina al autor de cada mensaje, pero la AP identificó a quienes los enviaron a través del contexto, registros policiales federales y entrevistas. La AP sólo identifica a dos de los agentes que han sido acusados de delitos: Irizarry y Zoumberos.
Irizarry dijo a las autoridades federales en 2020 que tenía conocimiento directo de 15 agentes de la DEA que pagaron por prostitutas. Atribuyó los intercambios más condenatorios en el chat grupal a Zoumberos, el agente encarcelado brevemente bajo sospecha de agresión sexual en España.
“Irizarry declaró que Zoumberos habló de forzar a prostitutas a (tener) sexo anal”, afirma un informe de la Oficina de Investigaciones del Departamento de Seguridad Nacional.
Las referencias al sexo anal eran tan comunes en el chat grupal que los agentes acuñaron un término para referirse a ello —hacer panqueques— y a menudo acompañaban dichas menciones con el emoji de una pila de panqueques.
“Vengo al estilo de la vieja escuela para hacer panqueques con algunas polluelas colombianas”, envió un mensaje de texto Zoumberos antes de un viaje de 2017.
Hubo frecuentes menciones de prostitutas y al menos dos referencias sobre agredirlas y dejar que un informante “limpiara” el problema.
También bromearon sobre la creación de una “app de prostitutas” en la que los agentes hacían pasar furtivamente a las prostitutas por todo, desde la recepción de un hotel hasta el departamento de asuntos internos de la DEA, mientras intentaban evitar la prisión federal.
“Estas son unas perras caras”, escribió un agente en un intercambio que incluyó compartir el número telefónico de una prostituta. “Me está diciendo que mil dólares por la noche”.
Ben Greenberg, exfiscal federal en Miami, quien revisó los mensajes a petición de la AP, los calificó de “más que inapropiados”.
“En el contexto de acusaciones criminales tan graves, los chats parecen evidencia de un delito y no sólo bromas grotescas”, dijo. “Las fuerzas del orden de Estados Unidos tienen la obligación de investigar a fondo este caso y responsabilizar a cualquier persona involucrada en actividades delictivas, independientemente de su cargo”.
Los textos lascivos continuaron incluso mientras la DEA hacía promesas públicas sobre limpiar su conducta luego de un escándalo muy publicitado sobre agentes que participaron en “fiestas sexuales” con prostitutas contratadas por los cárteles colombianos. Eso provocó la suspensión de varios agentes y el retiro, en 2015, de Michele Leonhart, la entonces directora de la DEA.
La mala conducta en la DEA, compuesta por cuatro mil 100 agentes, difícilmente ha sido aislada. En la última década, la AP ha contabilizado al menos a 16 agentes acusados de cargos federales que van desde pornografía infantil y tráfico de drogas hasta filtración de inteligencia a abogados defensores y venta de armas de fuego a miembros de cárteles, lo que revela enormes lagunas en la supervisión de la agencia.
Después de que la directora Anne Milgram tomara las riendas de la DEA en 2021, la agencia impuso nuevos controles sobre cómo se pueden utilizar los fondos en las operaciones de lavado de dinero y advirtió a los agentes que ahora pueden ser despedidos por un primer delito de mala conducta si es lo suficientemente grave, una diferencia de las administraciones anteriores.
“La DEA ha logrado avances significativos en medidas de supervisión, procesos disciplinarios y rendición de cuentas de su personal”, dijo la agencia en un comunicado a la AP, y agregó que “permanecerá alerta en nuestra búsqueda de la excelencia y la integridad, y tomará medidas decisivas en caso de que ocurra una mala conducta grave”.
VÍCTIMAS SILENCIOSAS
El FBI ha investigado la mala conducta de la DEA en indagaciones de lavado de dinero durante años, y ha seguido una hoja de ruta trazada por Irizarry.
Recientemente, un informante que viajó de fiesta por el mundo con los agentes —y estaba con Zoumberos cuando conoció a su denunciante en el bar de Madrid— fue arrestado en Colombia con una orden judicial estadounidense por no pagar impuestos sobre más de 3.8 millones de dólares en dinero para informantes.
Pero hasta ahora, Irizarry es el único empleado del gobierno que ha sido acusado. Los registros internos obtenidos por la AP muestran que la DEA disciplinó o expulsó a al menos una docena de agentes más por participar en la bacanal o por no informar al respecto.
Entre las bajas silenciosas se encontraba el jefe de la división de San Luis, quien se retiró en medio de acusaciones de que alquiló un apartamento en Nueva York para su amante con fondos de la DEA. Otro que renunció fue un supervisor veterano de los agentes trotamundos que mintieron al FBI acerca de pagar por prostitutas, según un funcionario de las fuerzas del orden quien no estaba autorizado a hablar sobre la investigación.
Los documentos de la DEA también contienen nuevos detalles sobre Danielle Dreyer, una agente que fue despedida el año pasado por lo que el Departamento de Justicia llamó un “comportamiento extravagante” durante una fiesta en una azotea en 2017 en Cartagena, Colombia, a la que asistieron media docena de agentes de la DEA y la entonces fiscal federal Marisa Darden. Una investigación interna de la DEA encontró que Dreyer consumió éxtasis y su comportamiento en un jacuzzi incluyó rociar con leche materna a sus colegas, acariciar los senos de Darden y frotarse en el regazo de su supervisor.
Después de dejar el Departamento de Justicia, Darden fue confirmada por el Senado en 2022 como la primera fiscal federal negra en el norte de Ohio. No obstante, se retiró abruptamente antes de asumir el cargo y dijo a la AP a través de un abogado que lo hizo por razones personales.
Los registros policiales obtenidos por la AP muestran que Darden había sido entrevistada por la Oficina del Inspector General del Departamento de Justicia pocos días antes de retirarse. Ni Darden ni su abogado respondieron a las solicitudes de comentarios.
"NO QUERÍA QUE LE HICIERA ESTO A OTRAS"
La acusación de violación en el extranjero resultó ser el principio del fin para Zoumberos, quien más de un año después de su arresto por violación renunció a la DEA tras invocar su derecho a la Quinta Enmienda contra la autoincriminación al negarse a testificar ante el gran jurado federal en Tampa.
Irizarry consideraba desde hacía mucho tiempo a Zoumberos como un hermano, pero en sus entrevistas con los investigadores acusó a su excompañero de una lista de delitos, incluido el de haber utilizado dinero de la DEA para informantes para comprar una embarcación propia.
“Zoumberos podía hacer lo que quisiera y no lo atraparían porque estaba a cargo de las AGEO”, dijo Irizarry al FBI, y usó el acrónimo para las Attorney General Exempt Operations (Operaciones Exentas del Fiscal General) o investigaciones de lavado de dinero.
Raymond Mansolillo, el abogado de Zoumberos, ha llamado a Irizarry un mentiroso en serie y dijo anteriormente a la AP que las autoridades federales estaban “buscando encontrar un delito que se ajustara a este caso en lugar de un delito que realmente haya tenido lugar”.
La noche de la presunta agresión sexual en España, en abril de 2018, Zoumberos y un compañero cenaron con un informante en un pub irlandés en Madrid, según registros de la DEA, y Zoumberos declaró a las autoridades que la mujer se le acercó después en el bar.
La mujer dijo a la AP que, mientras tomaban unas copas, Zoumberos le mostró en su teléfono fotografías de él de pesca y al jugar con sus perros.
“Parecía una buena persona”, recordó ella.
La conversación fue agradable, agregó, y perdió la noción del tiempo. Con el tren subterráneo cerrado, Zoumberos hizo lo que parecía una oferta caballerosa.
“Me dijo: ‘No te preocupes, puedes dormir en mi habitación de hotel. Veremos una película y por la mañana podrás tomar el metro’”, dijo a la AP. “Honestamente, yo era estudiante y no tenía 60 euros para pagar un taxi a casa”.
Alrededor de la 1:30 am, los dos caminaron unas cuantas cuadras hasta el hotel de Zoumberos pagado con dinero del Gobierno. La mujer dijo que informó a Zoumberos que no podía tener relaciones sexuales porque tenía su período.
Zoumberos le dijo a la DEA que ella aceptó tener relaciones sexuales consensuales y que “nunca mostró malestar”.
Alrededor de las 3 de la madrugada, manifestó la mujer, llegaron la policía y una ambulancia y la encontraron con moretones en las muñecas y a Zoumberos muy borracho. Ella dijo a la AP que se encerró en el baño antes de huir del hotel por la salida de incendios en estado de shock total.
Unas horas más tarde, el jefe de la DEA en España realizó una llamada telefónica urgente al centro de mando de la agencia en las afueras de Washington. Los registros muestran que casi tres docenas de funcionarios de la DEA fueron informados finalmente del arresto de Zoumberos, incluido el entonces director interino Robert W. Patterson.
A las pocas horas, la embajada de Estados Unidos en Madrid envió a una pequeña delegación a reunirse con Zoumberos en la cárcel. Lo que pasó después no está claro. El Departamento de Estado de Estados Unidos no respondió a repetidas solicitudes de comentarios y no publicó ningún informe relacionado con su respuesta. La DEA también negó las solicitudes de la Ley de Libertad de Información sobre los documentos del arresto de Zoumberos, al citar la privacidad del exagente.
Un día después de su arresto, Zoumberos fue puesto en libertad sin fianza, con solo la orden de mantenerse alejado de su denunciante, y rápidamente tomó un vuelo de American Airlines de regreso a Tampa. No hay constancia de por qué el juez no confiscó su pasaporte.
Seis semanas después, el caso fue desestimado a petición de los fiscales. El juez Enrique De la Hoz García determinó que las acusaciones no estaban “debidamente justificadas”, pero no dio más detalles, según registros judiciales españoles. Él y los fiscales no respondieron a los correos electrónicos que solicitaban más comentarios.
De vuelta en Tampa, la DEA abrió una investigación interna y suspendió a Zoumberos de sus funciones normales. Pero pocos meses después, le regresaron su arma de fuego y su autorización de seguridad de alto nivel —y Zoumberos reanudó su trabajo con una carta en la que lo reprendía por mostrar “falta de juicio”—.
“Como agente especial de la DEA, usted debe cumplir con un estándar más alto de conducta personal y debe asumir la responsabilidad por sus acciones”, decía la carta, que según la política de la DEA sería eliminada automáticamente del expediente después de dos años.
Zoumberos, quien ahora vive en Carolina del Norte, no respondió a repetidas solicitudes de comentarios.
Los documentos internos y las entrevistas muestran que la DEA nunca habló con la mujer ni intentó reconstruir qué ocurrió la noche de la presunta violación. Los informes indican que el funcionario de más alto rango de la DEA en España ni siquiera tenía la información de contacto de la denunciante y no menciona ninguna solicitud a las autoridades españolas para obtenerla.
Los documentos tampoco mencionan ningún esfuerzo para obtener imágenes de vigilancia del hotel o los resultados de los exámenes médicos que, según la mujer, habrían corroborado su relato.
“Cometimos un error”, dijo a la AP un funcionario de las fuerzas del orden familiarizado con el asunto, quien habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado para hablar sobre investigaciones internas.
Hace aproximadamente un año, la mujer dijo que la policía española se acercó a ella y le preguntó si estaría dispuesta a hablar con el FBI como parte de su investigación más amplia sobre la mala conducta en la DEA. Al principio ella respondió que sí.
“No quería que él le hiciera esto a otras”, dijo.
Pero, al final, su voluntad de hablar abrió paso al miedo del hombre poderoso al que se enfrentaba.
“No quiero reabrir esto”, agregó. “Quiero olvidarlo”.