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Leopoldo Maldonado

07/06/2024 - 12:02 am

El mandato a la futura presidenta también incluye a los derechos humanos

"Lo importante es la enorme oportunidad que hay para que los derechos humanos -todos- se conviertan en el eje transversal de un programa de gobierno progresista".

"La avasallante votación por la virtual presidenta electa es una oportunidad para dar un manotazo en la mesa frente a los poderes criminales". Foto: Alberto Roa, Cuartoscuro.

La victoria avasallante de Claudia Sheinbaum el domingo pasado requiere ingentes reflexiones en todos los ámbitos de la vida pública. Desde el primer minuto que se confirmó su abrumadora ventaja respecto a la candidata Xochitl Galvez, comenzó una batalla por el sentido de ese fenómeno político que es hoy MORENA.

Hasta el día de hoy, hay quienes quieren adelantar vísperas desde el triunfalismo y el pesimismo. Que si hay consenso, que las “mini-mayorías” no cuentan, que si se viene una dictadura y una retahíla de absurdos.  Vale la pena esperar a que se asienten las cosas, el tiempo es el ente que acomoda todo. Sin embargo, también merece algunas reflexiones muy preliminares desde la perspectiva de derechos humanos y democracia:

  1. La vigencia de la lucha por la justicia, verdad y reparación para las víctimas persiste. Sería muy cínico pensar que 33 millones de votos significa avalar el desdén por las víctimas. Como lo han dicho desde diversas colectivas y espacios de lucha: “nuestro dolor no cabe en sus urnas”. La manera como se condujo el presidente López Obrador hacia este sector variopinto, complejo y plural, no se puede repetir. Claudia Sheinbaum ha mostrado otro talante en cuanto una relación más asertiva y respetuosa, así que se abre un compás de espera para observar si ello significa poner el enorme poder conferido por los electores al servicio de las víctimas. Es un mandato ético pero también de ello depende nuestra viabilidad como país.
  2. El Estado de Derecho es profundamente deficitario. Hoy es un hecho que el imperio de la ley sigue siendo una quimera en nuestro país. Con el contundente mandato conferido a la primera presidenta de la historia mexicana, en efecto se tiene que iniciar un proyecto de reforma a las judicaturas, pero también de las fiscalías que son en buena medida culpables de la impunidad del 98% que impera. La idea no debe ser cooptar jueces sino garantizar su efectiva independencia de cualquier presión, provenga de poderes fácticos o formales. No olvidemos que la experiencia de Brasil nos deja una lección importante en la derrota del bolsonarismo. En buena medida, el intento de asalto a los poderes judicial y legislativo por parte de los partidarios del ultraderechista, proviene de un papel protagónico de la judicatura de aquel país en la defensa de la democracia. Hoy la mayoría abultada de este elección en México, puede no serlo en unos años. Así es la democracia. Si eventualmente llega un energúmeno como Trump o Bolsonaro al poder en México, requiere de instituciones que lo contengan, no que lo complazcan.
  3. La violencia persiste. Íntimamente relacionado con los dos puntos anteriores, es el nivel de violencia que trasmina a todas las capas sociales, con mayor crudeza en los sectores empobrecidos y marginados. Los asesinatos, feminicidios, secuestros, desapariciones, extorsiones, no pueden ser- en palabras de Jacobo Dayán- connaturales a nuestra democracia. De hecho, como lo plantearon “Las Doñas” del Comité Eureka desde los años 70, “no hay democracia con desaparecidos”.

Por ello la reivindicación de las víctimas mediante el esclarecimiento sobre lo ocurrido en el periodo de violencia de Estado de los 1960 a 1990 será de especial relevancia los próximos meses de la transición. Recordemos que hay una Comisión de la Verdad que presentará sus informes finales pronto y ello debe ser un resorte para estudiar con precisión, honestidad y objetividad cuáles son las condiciones institucionales que persisten y habilitan la violencia e impunidad actuales y revertirlas. Tampoco podemos hablar de plenitud democrática con los casi 180 mil muertos de este sexenio, ni los 114 mil desaparecidos acumulados desde la segunda mitad del siglo XX. Mucho menos con 24 a 40 personas candidatas asesinadas (según la fuente), lo cual provocó que unas 200 candidaturas se bajaran de la contienda, o el asesinato de 164 periodistas en lo que va del siglo.

La avasallante votación por la virtual presidenta electa es una oportunidad para dar un manotazo en la mesa frente a los poderes criminales que tienen subyugadas regiones enteras del país. Sheinbaum complementa la idea de atacar las raíces de la violencia (la pobreza, exclusión y desamparo sociales) con trabajo inteligencia y garantías de no impunidad. Falta conocer mejor ese plan, pero estamos ciertos que por su trayectoria progresista, su apuesta estará fincada en la garantía de derechos, sin perder la necesaria agilidad y efectividad que requiere una estrategia de seguridad. La gran duda, también, es si avanzaremos hacia la opción civil de seguridad como de hecho fue la apuesta en la CDMX.

  1. No hay disyuntiva, los derechos son interdependientes. Comienza a escucharse un planteamiento que ha dado al traste con los gobiernos que se reivindican de izquierda: derechos civiles o sociales. De hecho pareciera que dicha idea fuerza estuvo muy presente en el quehacer gubernamental de AMLO. Así como los gobiernos de la transición en América Latina (1980-1990) se equivocaron al anclar la democracia liberal con el neoliberalismo económico que arrojó a la pobreza a amplísimas mayorías; se equivocaron algunos gobiernos de signo progresista a principios de siglo en suprimir libertades públicas en aras de la mejora de vida de los estratos empobrecidos.  Aquí el punto es no sacrificar derechos civiles y políticos por derechos sociales, ni viceversa. La interdependencia e invisibilidad de derechos humanos son principios garantizados en nuestra Constitución federal, y Claudia Sheinbaum, gobernó la Ciudad de México con una Constitución local  de avanzada que recogía y desarrollaba los mismos principios. La libertad de asociación es tan necesaria como el derecho a la vivienda, y una termina reforzando a otro en cuanto a exigibilidad se refiere.
  2. La libertad de expresión. Muy importante será redefinir la relación con los medios y lxs periodistas en clave democrática. Regular de una vez por todas la publicidad oficial para que deje de ser un mecanismo de premio y castigo a las líneas editoriales. Proteger a la prensa que fue agredida cada 14 horas en los últimos 5 años y medio, acumulando 44 asesinatos, situación que nos coloca como el país más peligroso para el periodismo en las Américas. Empujar un pluralismo mediático real que no aterrice en el cambio de unos apologistas de un régimen por otro, sino en canalizar una representación de la pluralidad cultural, política, social, de género y étnica de este país. Muy importante también dar el golpe de timón: de un discurso hostil hacia la prensa, por uno de reconocimiento a su labor.

Muchas cosas más pueden decirse. Reitero que esta es una aproximación preliminar y muy a botepronto. Lo importante es la enorme oportunidad que hay para que los derechos humanos -todos- se conviertan en el eje transversal de un programa de gobierno progresista y la consecución de una democracia constitucional sustantiva

Leopoldo Maldonado
Es Director Regional de ARTICLE 19 Oficina para México y Centroamérica. Maestro en Derechos Humanos y abogado por la Universidad Iberoamericana. Es integrante del Comité Consultivo del Repositorio de Documentación sobre Desapariciones en México. Durante 15 años ha trabajado como activista y defensor de derechos humanos defendiendo migrantes, personas indígenas, periodistas y víctimas de violaciones graves a derechos humanos.

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