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Adela Navarro Bello

29/05/2024 - 12:04 am

La elección ya no es sobre él

"Prácticamente está ponderando su gobierno por encima del proyecto de nación que presenta su candidata, no es a ella a quien votarán, sino a él".

El Presidente Andrés Manuel López Obrador en conferencia de prensa.
"La elección del domingo 2 de junio de 2024 marca el fin de la era de Andrés Manuel López Obrador". Foto: Mario Jasso, Cuartoscuro

En su incesante campaña electoral, el presidente Andrés Manuel López Obrador hace que todo gire en torno a él. Ahora resulta que la elección del 2 de junio no es un proceso democrático electivo para sucederlo como titular del Poder Ejecutivo federal, sino “un referéndum” de su gobierno.

Muestra clarísima de su intromisión en la campaña 2024, algo que de suyo le está prohibido por la Ley, el presidente dijo en una de sus conferencias matutinas desde el centro del poder en Palacio Nacional, que la del próximo domingo “más que una elección… es un referéndum, es un plebiscito, es una consulta”.

Por primera ocasión en 18 años, el nombre de Andrés Manuel López Obrador no estará en una boleta de elección presidencial, pero él encuentra la forma de hacerla suya. Aunque llamó a votar de “manera libre”, arengó: “…es elegir el proyecto de Nación que queremos”, y al modo que ha venido pregonando desde 2006 y que ha sido adoptado por la candidata oficialista, Claudia Sheinbaum Pardo, planteó la disyuntiva de lo que está en juego el 2 de junio, pero de manera favorable hacia él: “¿Queremos que el país siga siendo como antes?, de un pequeño grupo, de una minoría que engañaba porque no había democracia. Era una oligarquía con fachada democrática o queremos que de verdad se establezca en México una auténtica democracia, que es el gobierno del pueblo para el pueblo y con el pueblo”.

Supone que la “auténtica democracia” es que su partido Morena gane, y que él, su candidata y sus partidarios, garantizan “el gobierno del pueblo para el pueblo y con el pueblo”. El presidente cierra con su expresión cualquier posibilidad de un triunfo de la oposición. Ni siquiera lo considera cuando en una democracia eso es factible.

El presidente da por sentado que su partido ganará el domingo 2 de junio, y como su candidata, que calificó la elección como un mero “trámite” ante su “contundente” triunfo en las encuestas sobre intención del voto, para él es un “referéndum”, es decir que el resultado electoral, sea cual sea, versará sobre él, o será una aprobación a su administración, o una desaprobación a la misma.

Prácticamente está ponderando su gobierno por encima del proyecto de nación que presenta su candidata, no es a ella a quien votarán, sino a él. López Obrador siempre encuentra la forma de ser el centro de la atención. Asesinaron a un niño de doce años en Tabasco que en medio del dolor gritó que no quería morir, y el presidente exclama que magnifican la noticia para afectarlo a él en tiempos electorales.

En la democracia mexicana, desde el año 2000, tres partidos han gobernado el País, el PAN, el PRI y Morena, esa transición política ha sido pacífica, de hecho, la ocasión en que más se cuestionó una elección fue en el 2006 y precisamente por parte de López Obrador, quien acusó un fraude electoral, el robo de la elección por parte del PAN y su candidato Felipe Calderón, e instauró su presidencia legítima; aquella fue su primera derrota.

Para su segunda derrota, la del 2012, acusó un “uso a raudales de dinero”. Que Enrique Peña Nieto y su partido el PRI habían gastado, tan solo en despensas, mil 800 millones de pesos y que por lo menos compraron un millón de votos.

Cuando finalmente gana la presidencia de la República en el 2018, entonces sí, la democracia llegó al País. Continuó asestando golpes verbales al presidente Felipe Calderón a quien acusa de prácticamente todo lo que en la realidad de México es desfavorable, empezando por el clima de inseguridad, mientras a Enrique Peña Nieto, el presidente que “reconoció” el contundente triunfo de López Obrador y a quien antes había acusado de ladrón, lo mantuvo en la impunidad. Sin ataque, sin investigaciones, sin señalamientos.

La elección del domingo 2 de junio de 2024 marca el fin de la era de Andrés Manuel López Obrador. 24 años que iniciaron en el 2000 cuando fue electo Jefe del Gobierno de la Ciudad de México, dos derrotas al hilo en el 2006 y el 2012, y finalmente el triunfo con más de 30 millones de votos en el 2018 para ejercer el cargo de presidente por cinco años y diez meses.

México no acudirá a un referéndum el 2 de junio como lo plantea López Obrador, sino a una elección presidencial que ya de suyo es histórica, dado que será por primera ocasión, una mujer la electa para sentarse en la silla del águila. Esto no se trata del presidente, sino de un ejercicio cívico para continuar madurando la democracia que, en los últimos 24 años, ha permitido transiciones políticas pacíficas.

El voto, considerando a las dos candidatas punteras, Claudia Sheinbaum de Morena, PT y Verde, o Xóchitl Gálvez de PAN, PRI y PRD, es por una de ellas, no por quien se va y se aferra a seguir siendo el centro de un país que en unos días anotará su ges

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