La doctora Laura Filloy Nadal platicó cómo se sabe que Pakal “el Grande” tenía ciertos problemas en las cervicales porque cargaba elementos ornamentales muy pesados en la parte superior del cuerpo. “Es decir, era un dignatario y así se presentaba y utilizaba una serie de insignias que lo distinguían”.
Ciudad de México, 9 de mayo (SinEmbargo).– K'inich Janaab' Pakal o Pakal “el Grande” fue un gobernante maya que estuvo activo en el siglo VII de nuestra era con un papel importante en el momento en el cual vivió, algo que se nota en el complejo funerario que le fue dedicado en el Gran Templo de las Inscripciones, pero también en las modificaciones urbanas que realizó en la ciudad de Palenque, en Chiapas.
Pero además a través del estudio de sus restos, de lo que se conservó de él, se ha logrado saber muchísimo más acerca de su vida como un hombre de carne y hueso, platicó en entrevista con SinEmbargo la doctora Laura Filloy Nadal, autora de la investigación Pakal El Grande. Soberano maya de Palenque, editada por el Fondo de Cultura Económica y el Conahcyt.
Laura Filloy Nadal es arqueóloga, colaboradora en el Museo Nacional de Antropología, México; ha trabajado en diversos proyectos de investigación y restauración de piezas arqueológicas. Filloy cuenta con maestría en arqueología de Université Paris 1 Panthéon-Sorbonne.
“Sabemos que no era alguien que se esforzara demasiado, no era un guerrero, no caminaba largas distancias como otros de sus contemporáneos que han sido estudiados y que reflejan en sus estructuras óseas este trabajo intenso”, comentó. “Él era alguien que vivió muchos años, eso también es diferente al resto de sus contemporáneos. Tenía enfermedades muy leves, tenía osteoporosis, pero conforme a la edad de una persona de mayor, tenía una dentadura completa, o sea, era alguien que estaba bien alimentado y que tenía una muy buena vida”.
Filloy Nadal platicó que conforme a los que se ha podido conocer de Pakal también se sabe que tenía ciertos problemas en las cervicales porque cargaba elementos ornamentales muy pesados en la parte superior del cuerpo. “Es decir, era un dignatario y así se presentaba y utilizaba una serie de insignias que lo distinguían”.
“Ahora sabemos muchísimo, sabemos detalles como que Pakal comía comida muy procesada porque no tenía desgastes en su dentadura, o sea, los avances en la antropología física han sido enormes, pero también el desarrollo de la arqueología y de los proyectos emprendidos por el Instituto Nacional de Antropología desde los 30 hasta la actualidad ha permitido conocer mejor la ciudad de Palenque, pero también la residencias de la élite y en cuanto a los estudios regionales nos permiten conocer la extensión del Reino”, ahondó.
Por otro lado, señaló, sabemos de sus acciones que están reflejadas en los muros gracias a la epigrafía. “Sabemos cuál es su historia de vida o por lo menos lo que él quiso contarnos sobre su historia de vida, sus acciones y su trabajo como soberano y sobre todo cómo se legitima su presencia en el poder gracias al desarrollo de la interpretación y conocimiento y lectura de la escritura maya”. De igual forma señala que se conoce la extensión territorial que gobernó gracias a los trabajos regionales que realizan otros arqueólogos,
La doctora Laura Filloy Nadal explicó que la investigación Pakal El Grande. Soberano maya de Palenque es un proyecto que duró varios años y que nació en los albores de este siglo cuando tuvo la oportunidad de comenzar a trabajar con el ajuar funerario de Pakal. “Ese proceso de restauración me llevó a incursionar en el estudio tecnológico y del análisis material de los bienes que venían acompañando al gran señor de Palenque. Este estudio entonces tuvo varias derivaciones, si bien empezó con el análisis puntual y profundo de cada uno de los objetos que acompañaban al señor de Palenque en su sepultura, contempló también el análisis de los trabajos de Alberto Ruz emprendidos en 1952 y que quedaron plasmados en una publicación del Fondo de Cultura, en 1973, que tiene como título el Templo de las Inscripciones”.
“Entonces me di cuenta que aunque el trabajo de Alberto Ruz era amplio y muy bien estructurado y con mucha información no solamente del contexto arqueológico, sino también de otros de otras disciplinas de la antropología, me di cuenta que en 50 años los estudios sobre la cultura maya habían avanzado muchísimo y que valía la pena emprender otro acercamiento desde un ámbito holístico y desde todas las disciplinas de la antropología para estudiar el conjunto funerario y el centro de las inscripciones a profundidad”.
Fue así que nació este trabajo, para el cual la doctora Laura Filloy Nadal trabajo con los fondos documentales del Instituto Nacional de Antropología e Historia, en su archivo técnico, en el Archivo Histórico de la Coordinación Nacional de Arqueología del Instituto. Ahí se conserva la memoria histórica de las excavaciones y de los proyectos arqueológicos que se han realizado en el Instituto a lo largo de las décadas desde su fundación. Ahí además se localizan los planes, las fotografías, los diarios de campo, los informes y mucha información anexa sobre los trabajos exploratorios que se realizan en los diferentes sitios de nuestro país.
“Los documentos que se conservan de los trabajos de Alberto Ruz en Palenque son amplios y muy detallados. Alberto Ruz tenía un equipo que lo acompañaba o que se sumó a sus excavaciones y que contaba con la presencia de antropólogos físicos que realizaban también las fotografías del interior del sarcófago. En 1952-1954 la fotografía era analógica, se hacía en blanco y negro de negro, se podía revelar incluso en campo, pero también se hacía en diapositivas”, expuso.
Y ahondó: “Estas diapositivas son increíbles porque conservan el color y conservan, es una imagen congelada de lo que estaba sucediendo en 1952-54. En estas diapositivas sumadas a los dibujos de campo que Ruz y su equipo realizaron se muestra con detalle dónde estaban colocados los objetos en este entierro de este señor que murió en el año 683 de nuestra época”.
Filloy Nadal indicó que el análisis de los materiales se ha hecho desde una metodología que está instaurada desde hace muchos años, en el cual se revisa la información del contexto arqueológico, es decir cómo se encontró y cómo se ubica en ese pasado donde se colocaron las piezas en el entierro y después se analiza también el material, la procedencia, el significado y también tecnológicamente cómo se hicieron los objetos.
“Al final del estudio podemos entender cómo estaban conformados, qué significaban, cómo se usaban, quienes los usaban. Esa es la idea un poco de este estudio y gracias a que han pasado tantos años de su descubrimiento pudimos compararlos también con otros elementos similares, otros conjuntos funerarios de otros soberanos mayas que fueron excavados después en las décadas posteriores y entonces pudimos hacer un análisis comparativo para poder decir en qué se parece o no a los otros complejos”.
Para la doctora Laura Filloy Nadal esta es una obra que podríamos pensar biográfica situada en el contexto de la investigación que se ha desarrollado en el ámbito de la cultura maya. “Empiezo en el siglo 18 en Palenque empieza en el siglo 18 en Palenque y terminó en el 2016 que es donde se cierra digamos este proceso de investigación, entonces se abarca todas estas décadas y algo interesante también es que se aborda el impacto que tuvo no solamente en México sino en el mundo, el descubrimiento de su monumento funerario y que dio lugar a que este se conociera la cultura maya también en el exterior”.