El ritual es una tradición que Cecilia heredó de sus abuelos para que Tláloc "mande las lluvias pronto y así poder empezar un nuevo ciclo de vida".
Por Carina López y Xi Yue
México, 6 de mayo (Xinhua).- El resoplar del caracol ceremonial "atecocolli" marcó el ritual a cargo de miembros de pueblos originarios de México para pedir a Tláloc, el dios de la lluvia entre pueblos prehispánicos, que conceda la llegada del agua ante la severa sequía que enfrenta el país y que no permite que los sembradíos prosperen.
La ceremonia propiciatoria llevada a cabo de manera reciente tuvo como escenario la zona arqueológica de Cuicuilco, uno de los asentamientos prehispánicos más antiguos en la zona sur de la actual capital mexicana, donde más de un centenar de integrantes de las etnias kumiai, nahua, otomí, totonaca y wixárika ejecutaron danzas llenas de misticismo para atraer la lluvia.
"Nuestros ancestros así lo hacían (...) pedían a través de ritos y de ofrendas que empezara Tláloc a fecundar la tierra ¿Y cómo la fecunda? A través del agua", dijo a Xinhua la danzante mexicana Cecilia Valencia.
Cecilia se prepara semanas antes para poder llevar a cabo el ritual con una especie de ayuno, en el que sólo se alimenta de frutas, verduras y semillas, oblación que dedica al dios Tláloc los primeros días de mayo.
"Antes de iniciar la danza, no traemos nada encima, más que a lo mejor hidratarnos un poquito con agua", compartió la mujer de 43 años."Venimos a ofrendar nuestro sudor y nuestro cansancio a la deidad encargada que es Tláloc y Chalchiuhtlicue (esposa de Tláloc)", agregó.
El ritual tiene también por objetivo que los agricultores tengan una buena cosecha, pues la falta de agua en casi todo México ha reducido la producción de alimentos y los ingresos económicos de las familias.
Valencia pertenece al grupo Movimiento Sexto Sol, el cual ofreció a las antiguas deidades mexicas ramos de flores y semillas, acompañadas de poéticos movimientos de danza.
"Detrás de todo esto hay un sincretismo (...) creemos aún en pedir a través de nuestro rezo, de ofrendar nuestro cansancio, nuestro ayuno, nuestro sudor, hasta nuestras lágrimas (...) entonces toda la energía fluye", externó.
El ritual es una tradición que Cecilia heredó de sus abuelos para que Tláloc "mande las lluvias pronto y así poder empezar un nuevo ciclo de vida".
"Es una tradición milenaria (...) no se ha perdido y esperemos que no se pierda", señaló la entrevistada, para agregar que "ya hay un poquito más de conciencia, porque ya estamos padeciendo los estragos (de la falta) de ese líquido vital".
Por su parte, la agricultora y artesana mexicana, Amalia Salas, de 89 años, explicó a Xinhua que cada comunidad se organiza para que todas las exigencias, tanto espirituales como materiales, se cumplan de manera adecuada.
Amalia explicó que entre ellos existe la creencia de que si algo hace falta, las deidades no serán benignas y se tendrá mala temporada de lluvias.
"Ahorita venimos a hablarle a Tláloc y a Chalchiuhtlicue, su esposa, que nos conceda que llegue la lluvia para que el maicito crezca y haya muchas variedades de quelites (plantas comestibles) para que ya México sea un país sano, que no nos enfermemos de nada. Pero hay que consumir lo que la Madre Tierra nos da", sostuvo.
Para los practicantes de estos rituales cada elemento tiene un significado dentro de la ceremonia, por ejemplo, consideran que los fuegos artificiales alejan a los malos espíritus y que la música llama a las esencias, mientras que las banderas pequeñas retiran las malas vibras.
Al terminar las danzas ancestrales, representantes de cada pueblo subieron al basamento principal del otrora edificio prehispánico de Cuicuilco para dejar las ofrendas, ataviados con pulseras, collares, rebozos y huipiles (vestidos), acompañados de sonidos de tambor, sonajas y cánticos.
De acuerdo con especialistas, la ceremonia propiciatoria de la lluvia tuvo su origen en la cultura maya del sureste mexicano, pero continúa vigente en distintas regiones de México.
El ritual propiciatorio de lluvia en Cuicuilco fue el primero de una serie que tendrá continuidad en las próximas semanas con cuatro ceremonias más también en sitios arqueológicos emblemáticos: Tajín (Veracruz), Ek'Balam (Yucatán), Trincheras (Sonora) y Tzintzuntzan (Michoacán).
La sequía es un problema que afecta a México desde hace varios años por la falta de lluvia y el aumento de las temperaturas, según la Comisión Nacional del Agua.