Alejandro Calvillo
04/05/2024 - 12:05 am
Las muertes de la otra pandemia
"¿Qué pasaría si se llamara diariamente a dejar de tomar refrescos, recuperar nuestro consumo de frijoles, maíz, quelites, amaranto, mantener la sana distancia de la chatarra, de los Oxxos y similares, se llamara a acercarnos a los mercados locales y a los productores del campo [...]?"
https://youtu.be/NwA_4OqY5Rs
Si contabilizáramos diariamente la pandemia de la mala alimentación, como se contabilizaron diariamente las muertes por Covid-19, si lo hiciéramos con las víctimas del tabaco y del alcohol, si contabilizáramos sus daños, veríamos la dimensión de esta otra pandemia, la pandemia comercial. De hecho, las corporaciones que ponen en el mercado estos productos secuestraron por sexenios las políticas de salud pública, a la fecha subsidian instituciones que emplean expertos que las protegen abiertamente, ya sea activamente o con su silencio, financian asociaciones profesionales de salud, les pagan sus congresos en destinos turísticos y promueven a sus aliados a puestos públicos, los tienen ya en los grupos de asesores de las candidatas y candidatos, todo con el fin de que no se cuenten esas muertes, que no se digan cuales son sus causas principales. Así, esas muertes se normalizan, muertes que, es importante mencionar, podrían evitarse, ésta es la pandemia que por intereses se ignora. Basta retomar parte de las líneas escritas en este espacio en agosto de 2020, adaptándolas, porque nada ha cambiado con esta otra pandemia.
Si así como se recomendó el lavado de manos, la sana distancia entre las personas, el cubrebocas, el quedarse en casa para enfrentar la Covid-19; ¿qué pasaría si se llamara diariamente a dejar de tomar refrescos, recuperar nuestro consumo de frijoles, maíz, quelites, amaranto, mantener la sana distancia de la chatarra, de los Oxxos y similares, se llamara a acercarnos a los mercados locales y a los productores del campo, a hacer botanas para nuestros hijos y para nosotros con semillas, vegetales, a convertir nuestras frutas de temporada en nuestros postres, a recuperar el conocimiento de nuestra cocina?. Hay que ver, solamente la dimensión de la pandemia de diabetes en el país y las responsabilidades en ella, por ejemplo, de las bebidas azucaradas, en especial, de FEMSA Coca-Cola.
Si sumáramos estas muertes por mala alimentación con las muertes por Covid-19 que sucedieron en las personas que padecían enfermedades crónicas debidas a su mala alimentación, las cifras se dispararían y tendríamos una idea más clara de los daños que nos ha causado la invasión de la comida chatarra y los refrescos, la alteración profunda de nuestra dieta por productos ultraprocesados con nulo o bajo valor nutricional pero con grandes cantidades de azúcares añadidos, grasas saturadas, sal, colorantes, saborizantes, emulsificadores y todo tipo de ingredientes artificiales. Se hacen cálculos de las muertes por Covid-19 asociados, por ejemplo, a la diabetes. La mayor parte de los casos se trata de personas que estaban diagnosticadas, sin embargo, también se llegó a afirmar que alrededor del 50% de las personas con diabetes no estaban diagnosticadas, no sabían que tenían esa enfermedad. Entonces, ¿de qué murieron? Muchas de ellas no hubieran muerto si no hubieran tenido diabetes, es decir, el determinante de su muerte fue, principalmente, la diabetes, tenían un organismo en estado permanente de inflamación. Hay que recordar que el Seguro Popular nunca cubrió la diálisis que requerían más de 100 mil personas, cuando se habla de que tuvo una cobertura universal. Se calculaba que la cobertura de la diálisis se llevaría gran parte del presupuesto del propio Seguro Popular. Esa es parte de la dimensión de la otra pandemia que lleva años y crece en el silencio de muchos de los especialistas, algunos de ellos aliados de esas corporaciones, directa e indirectamente.
INEGI ha calculado en más de 230 mil las muertes anuales por sobrepeso y obesidad, se calculan en 63 mil las muertes asociadas al consumo de tabaco y alrededor de 50 mil las muertes anuales asociadas al consumo de alcohol. En total, en este sexenio han muerto más de 2 millones de personas por estas causas. Un alto porcentaje de estas muertes serían prevenibles, pero se prefiere normalizarlas.
Los procesos inflamatorios generados por la comida chatarra y las bebidas azucaradas provocan, más allá de las enfermedades crónicas y antes de ellas, el debilitamiento del sistema inmunológico, con lo cual la Covid-19 tuvo un impacto mucho mayor. Una de las expresiones medibles de los daños que genera esta mala alimentación se encuentra en los diversos indicadores de síndrome metabólico, como la circunferencia elevada (CC), presión arterial elevada (HTA), bajo colesterol HDL (HDLc), triglicéridos altos (TG), glucosa o insulina elevados.
En unas semanas de mejor alimentación pueden ajustarse, en parte, algunos de estos indicadores, de tal manera que pueden mejorarse las posibilidades de defensa frente a virus y bacterias. Además, la mala alimentación no sólo genera daños por el tipo de productos ultraprocesados y los ingredientes que contienen, grasas saturadas, azúcares, sodio y una larga lista de productos sintéticos como colorantes, saborizantes y una multitud de ingredientes cosméticos. Los ultraprocesados también generan daños por los alimentos que dejan de consumirse, los que desplazan, que, en el caso de verduras, frutas, semillas, cereales integrales, significa la falta de ingesta de una enorme diversidad de vitaminas, minerales y fitoquímicos que tienen cualidades muy importantes de defensa frente a diversos padecimientos, fortaleciendo el sistema inmunológico. Productos que hemos dejado de consumir a cambio de la ingesta de productos chatarra y bebidas endulzadas. Alimentos verdaderos que contribuyen a la salud y fortaleza del sistema inmunológico desplazados por productos comestibles que provocan lo contrario: reacciones de defensa, inflamación y agotamiento del sistema inmunológico.
Por lo anterior, no se entiende porque no se llamó y por qué no se llama a la población, de manera permanente, cotidiana, a mejorar su alimentación como un elemento fundamental de defensa frente a las enfermedades y las pandemias. Se llama en México a estar preparados para enfrentar la próxima epidemia que se presente y para ello se presenta un modelo de atención y prescripción, pero no se menciona nada que pueda impactar a los determinantes comerciales de la enfermedad que nos predisponen a ser caldo de cultivo de las pandemias, al tabaco, al alcohol, la comida chatarra y los refrescos. Es importante la atención, pero más importante es la prevención con una población más sana y no con el grado de enfermedad en la que se encuentra la nuestra. El negocio está en la atención, no en la prevención, en la prevención se requiere voluntad para enfrentar los intereses determinantes.
Hay un silencio cómplice cuando se habla de la Covid-19 y no se mencionan las causas del caldo de cultivo que se ha establecido en nuestro país por la penetración masiva de estas corporaciones, de estos determinantes de la enfermedad y que, por si mismos, son una pandemia. Sería bueno escuchar una visión más integral, más científica, que hable de la necesidad de mejorar la atención pero que señale, transparentemente, las principales causas de la pandemia que ya vivimos, o acaso ¿18 cucharadas de azúcar al día no son motivo de preocupación?, ¿acaso la baja dramática en el consumo de verduras, frutas, cereales, leguminosas, etc., no son causa de alarma? ¿deben consumir niñas y niños 550 calorías en su jornada escolar con base a productos chatarra? ¿cuál es el estado de salud de nuestra infancia? ¿debe preocuparnos la salud alimentaria cuando se proyecta el escenario que podremos vivir en una próxima pandemia viral?
No es acaso la alimentación la base de la salud como lo establecieron los padres de la medicina, ¿no se relaciona con la vulnerabilidad de la población a las pandemias? El silencio sobre los determinantes de la enfermedad, sobre las principales causas de las enfermedades no transmisibles, corrompe, de inicio, una estrategia fundamental para prepararse frente a las pandemias que lleguen y frente a las que ya están instaladas. Lo anterior no quiere evadir la necesidad de la atención y respuesta médica frente a una nueva pandemia, pero si señalar el silencio que protege, en la práctica, los intereses comerciales de las grandes corporaciones globales que tienen capturadas a instituciones y especialistas y son causa principal de la pandemia que vivimos desde antes de la Covid-19, que no se va, crece, y frente a la que no hay vacunas, solamente políticas libres de conflicto de interés.
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