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Tomás Calvillo Unna

24/04/2024 - 12:04 am

La tertulia de la neblina

"El dragón al descender se transfigura en águila, retoma su vuelo y da vueltas sobre nuestras cabezas".

“El pergamino de los profetas”. Pintura: Tomás Calvillo Unna

I

Las aves se adelantan cada madrugada,

narran lo que va a suceder

y los ayeres de la lluvia.

Sus graznidos y cantos,

las discusiones al amparo

de las copas de los árboles,

no dejan de ser un festejo:

anuncian el arribo del día,

y su despliegue.

II

En la habitación interior,

el tiempo encuentra su sentido:

la estancia del ser,

en su presente,

donde pasado y futuro

se entrelazan,

sin angustia, ni reparo.

Es el origen de la geometría,

de la misma arquitectura

las sagradas medidas

de la representación,

sus ángulos, trazos,

triángulos, círculos, estrellas;

en la ventana

los contornos se diluyen,

emergen los volúmenes.

III

El dragón al descender

se transfigura en águila,

retoma su vuelo

y da vueltas

sobre nuestras cabezas.

Los siglos pasan

y el desaliento heredado

retorna,

una y otra vez,

se levantan ciudades y reinos

que serán ruinas y leyendas;

escudos y estandartes

tras las vitrinas rotas.

El silencio de los colores

permite ver las montañas;

los ciclistas en hilera

ruedan hacia ellas;

en los contornos,

las minas,

no dejan de ser heridas

en el paisaje del altiplano.

Nos equivocamos,

cuando nos confundimos

con el anhelo de ser dioses;

ocultamos ese deseo

con la razón histórica del saber

y su entramado en la ciencia.

IV

Hay una distancia

que no se puede acortar;

es la interrogante

de la existencia.

El conocimiento surge

de sus parámetros

y también marca sus límites.

La escritura

nació de esa conciencia;

un intento

para evitar

la separación.

Nombrar la vibración del sonido,

fue el arte que abrió el infinito

y conjugó a los sentidos.

V

Antes,

de los muros en las cavernas,

en los cielos

se leyeron los primeros signos:

las nubes dictaron su químico espejo

adherido a la luz de los vientos.

El poder del vocablo

puede hacer

que una fisura se convierta

en fractura

y nos aproxime

a un desenlace no percibido.

VI

Al amanecer,

en la proa de la conciencia,

toda palabra

se convierte en un anzuelo.

Hay ideas

que no tienen donde dormir,

y están en vilo,

hasta consumirse

en su volátil existencia.

La textura del pensamiento

define su capacidad

y la exactitud de la congruencia.

Que tertulia

de la neblina en el barandal,

las gotas asemejan

el repique de campanas

de una parroquia que despierta,

son ellas, en su persistencia,

las que advierten

del abismo que nos circunda.

Rendija: Lo que estamos viviendo es un golpe seco a la confianza de la humanidad: es el dolor que se manifiesta en la misma crueldad, que se expande desde los escenarios locales a los mundiales. Pareciera que nuestra incapacidad se manifiesta en la normalización de la violencia.

He estado en Israel, en Palestina, en Irán, como un ciudadano común, duele ver los crímenes que unos y otros cometen: hebreos, persas, palestinos, árabes, judíos, musulmanes, cristianos, agnósticos, ateos; con una infancia sacrificada por la estupidez y crueldad de unos que los otros multiplican. El inconsciente colectivo, las heridas de la Segunda Guerra Mundial, revividas, el terrorismo de todos, el mutante estado-nación, que cruje en un mundo hipertecnológico global. El absurdo de los nacionalismos, la perversidad de la política del poder llámese Netaniahu o Hamas, o algunos ayatolás estancados a fines de los setenta del siglo pasado.

Y si construyeran un Medio Oriente para todos, una confederación de estados plurales étnica, religiosa y políticamente, ¿que se los impide? con la riqueza material, intelectual y espiritual que tienen.

Este sería el único partido que vale la pena jugar para los que estamos fuera del campo de la guerra. Alinearse en la porra de uno u otro bando solo alimenta la destrucción.

Tanto en Israel, como en Palestina e Irán, hay miles de ciudadanos, hombres y mujeres que quieren La Paz y la prosperidad, gobiernos libres, democráticos y dispuestos a construir meta-estados o redes de sociedades plurales, donde la guerra esté enterrada bajo las ardientes arenas del desierto.

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