Álvaro Delgado Gómez
09/04/2024 - 12:05 am
La inevitable victoria de Claudia
«Es evidente que Sheinbaum sí se ha preparado para ser presidenta de México y Gálvez no».
Claudia Sheinbaum se ha preparado para ser presidenta de México. Eso se nota. Xóchitl Gálvez no. Y también se nota. Por eso la exjefa de gobierno de la Ciudad de México ganó el primer debate y ganará los otros dos para convertirse, si las encuestas que la benefician ampliamente se traducen en votos, en la sucesora de Andrés Manuel López Obrador.
Cuando Xóchitl Gálvez vacilaba entre ser candidata a jefa de gobierno o a la Presidencia de la República, en junio del año pasado, Sheinbaum tenía un cuarto de siglo de haber asumido, de manera radical e inequívoca, el proyecto político de López Obrador y esa pertenencia la perfiló para la candidatura que ahora tiene el mayor respaldo popular.
Hace un año Gálvez discernía sobre los problemas de la capital, mientras Sheinbaum identificaba los de la República y su inserción en el mundo.
Por eso a diferencia de Gálvez, cuya improvisación de las élites dio paso sólo a ocurrencias insustanciales —sin siquiera un esbozo de políticas alternativas al oficialismo—, Sheinbaum ha articulado un proyecto de nación que representa la continuidad de López Obrador con sus propias prioridades.
Y lo que está en juego en esta elección es continuidad o cambio: Esta disyuntiva quedó expuesta en el debate de este domingo entre las dos candidatas presidenciales.
Por eso el tema del debate no es el formato ni los moderadores, ni siquiera el funcionamiento del reloj o el escamoteo del tiempo. Es la biografía y los planteamientos programáticos de los contendientes.
Era previsible que Gálvez, la rezagada, acometería duramente contra Sheinbaum, la puntera, y contra el proyecto que la impulsa, pero lo hizo de tal manera que, además de no formular propuestas, se mostró malencarada, visceral y torpe hasta para usar en su beneficio los símbolos patrios.
El Escudo Nacional invertido, más allá de las implicaciones legales, fue un involuntario acto de rendición.
La semana pasada escribí en “Historias de lo Inmediato” que este arroz ya se coció para concluir que la elección presidencial está resuelta y argumenté el entorno político y personal de Gálvez, deteriorado todavía más por el escándalo clasista, racista y misógino de su hijo en víspera del debate. Y sí: Hace rato que la senadora del PAN perdió la sonrisa y la espontaneidad que tanto le elogiaban sus prosélitos y en el debate, desde su primera intervención, era evidente que estaba tensa, incómoda y vacilante. Sin formulaciones programáticas, salvo reclamos, mostró el rostro de la frustración y la derrota.
Hacia adelante, en los ocho domingos que faltan para la elección del 2 de junio y en los dos debates pendientes, Xóchitl Gálvez enfrenta una disyuntiva que marcará el porcentaje de votos que obtenga: La continuidad en su discurso de choque sin propuesta o modificar la estrategia para priorizar las propuestas, en particular las que atiendan a la mayoría de la población.
Porque, quiérase reconocer o no, se ha consumado una victoria cultural que en buena media explica la correlación de fuerzas en México: La política social impulsada por López Obrador desde hace casi un cuarto de siglo tiene tan amplio respaldo que hasta el PAN reivindica los programas en curso.
Es una victoria cultural del lopezobradorismo porque el PAN fue el único partido que en la Cámara de Diputados, en marzo de 2020, votó en contra de la reforma que incluye en la Constitución el derecho a los programa sociales. Aunque han rectificado parcialmente, no queda claro que hayan asumido un compromiso más contundente.
Quizá la derecha entienda que, en un país de tantas desigualdades acumuladas, le conviene renunciar a proteger privilegios de las élites y mirar más a los desamparados.
Por eso, porque el proyecto de López Obrador tiene el mayor respaldo popular, es que la candidata Sheinbaum ofreció en el debate la continuidad y lo hizo de una manera disciplinada, ejecutiva y clara.
Inclusive mostró buen humor al revirar las puyas de Gálvez. “Hasta el tiempo se quiere robar Xóchitl”, le dijo después de enumerarle a la panista dos casos de corrupción que la involucran.
Hay opinares que están molestos porque Sheinbaum escabulló temas incómodos, pero el puntero elige las batallas que va librar y las que quiere que sean irrelevantes para el posdebate. A esto obedece también la impotencia de Gálvez.
Es evidente que Sheinbaum sí se ha preparado para ser presidenta de México y Gálvez no: No se preparó ni para el emblemático primer debate, cuyo desastre ya exasperó hasta a sus impulsores que, algunos, piensan en sustituirla…
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