El expresidente describe las detenciones récord registradas recientemente en la frontera suroeste como una “invasión” orquestada por los demócratas para transformar Estados Unidos.
Por Will Weissert y Jill Colvin
WASHINGTON (AP) — El video compartido por Donald Trump tiene música de película de terror e imágenes de migrantes que supuestamente entran en Estados Unidos desde países como Camerún, Afganistán y China. Imágenes de hombres con tatuajes y videos de crímenes violentos se ven contra primeros planos de personas saludando y envolviéndose en banderas de Estados Unidos.
“Vienen por millares”, dice Trump en el video, publicado en su plataforma de redes sociales. “Aseguraremos nuestras fronteras. Y restauraremos la soberanía”.
En sus discursos y publicaciones en Internet, Trump ha incrementado los mensajes contra los migrantes, a los que tacha de peligrosos delincuentes que “envenenan la sangre” de Estados Unidos. Sus comentarios incluyen a menudo falsedades sobre la migración, pero han resultado atractivos para muchos seguidores de base desde hace una década, cuando el lema “levanten el muro” se oía en sus mítines.
El Presidente Joe Biden y sus aliados describen la situación como una cuestión de política que el Congreso puede solucionar, y critican a los republicanos en Washington por dar marcha atrás a un acuerdo de seguridad de fronteras tras las críticas de Trump.
Pero en un indicio que podría resultar preocupante para el líder demócrata, el mensaje de Trump parece haber arraigado entre miembros clave de la coalición que Biden necesita para ganar en noviembre.
Unos dos tercios de los estadounidenses reprochan ahora la gestión de Biden en seguridad de fronteras, lo que incluye a unos 4 de cada 10 demócratas, el 55 por ciento de los adultos negros y el 73 por ciento de los adultos hispanos, según un sondeo de Associated Press y el Centro NORC de Investigación de Asuntos Públicos realizado en marzo.
Un reciente sondeo del Centro de Investigación Pew determinó que el 45 por ciento de los estadounidenses describieron la situación como una crisis, mientras que otro 32 por ciento dijo que era un gran problema.
Vetress Boyce, activista de justicia racial afincada en Chicago, estaba entre los que expresaron su frustración con las políticas migratorias de Biden y la estrategia de la ciudad para alojar a migrantes recién llegados. Ella cree que los demócratas deberían centrarse en inversiones económicas en comunidades negras y no en los recién llegados.
“Nos mandan gente que se muere de hambre, de la misma forma que los negros se mueren de hambre en este país. Nos mandan gente que quiere escapar de sus condiciones y viene aquí en busca de un estilo de vida mejor cuando los que están aquí sufren y llevan sufriendo más de 100 años”, dijo Boyce. “Esa mezcla es una receta para el desastre. Es un desastre esperando a ocurrir”.
Gracie Martinez, de 52 años, es hispana y propietaria de un pequeño negocio en Eagle Pass, Texas, la localidad que visitó Trump en febrero cuando él y Biden viajaron al estado el mismo día. Martinez dijo que una vez votó al expresidente Barack Obama y sigue siendo demócrata, pero ahora apoya a Trump, principalmente por la frontera.
“Es horrible”, dijo. “Son toneladas y toneladas de personas y les dan atención médica y dinero, celulares”, dijo, quejándose de que las personas que pasaron por el sistema legal de inmigración reciben un trato peor.
Priscilla Hesles, de 55 años, una profesora que vive en Eagle Pass, dijo que la situación actual ha cambiado la localidad.
“No sabemos dónde se esconden. No sabemos dónde se han infiltrado y de dónde van a salir”, dijo Hesles, que señaló que antes caminaba por las tarde a una iglesia local, pero dejó de hacerlo tras sentirse conmocionada por un encuentro con un grupo de hombres que según dijo eran migrantes.
La campaña de reelección del Presidente lanzó hace poco una ronda de anuncios de 30 millones de dólares dirigida al público latino en estados disputados importantes, y que incluye un anuncio digital en español e inglés que recalca que Trump describió en el pasado a los migrantes mexicanos como “criminales” y “violadores”.
La Casa Blanca ha barajado una serie de decretos que podrían endurecer de forma drástica las restricciones a la inmigración, lo que en la práctica supone eludir al Congreso después de que los legisladores no lograran aprobar el acuerdo bipartidista apoyado por Biden.
Trump tiene previstos actos de campaña el martes en Wisconsin y en Michigan esta semana en los que se espera que critique a Biden por la inmigración.
El expresidente describe las detenciones récord registradas recientemente en la frontera suroeste como una “invasión” orquestada por los demócratas para transformar Estados Unidos. Trump acusa a Biden de permitir que delincuentes y posibles terroristas entren en el país sin control.
Trump afirma que los migrantes —muchos de ellos mujeres y niños que huyen de la pobreza y la violencia— están “envenenando la sangre” de Estados Unidos con drogas y enfermedades y afirma que algunos migrantes “no son personas”. Expertos que estudian el extremismo han dado la voz de alarma sobre el empleo de lenguaje deshumanizante para describir a los migrantes.
No hay pruebas de que gobiernos extranjeros estén vaciando sus cárceles o centros psiquiátricos como dice Trump. Y si bien la cobertura noticiosa conservadora se ha visto inundada por varios casos conocidos y escabrosos de delitos cometidos por personas sin permiso de residencia, las estadísticas más recientes del FBI muestran que el crimen violento en general en Estados Unidos volvió a caer el año pasado y sigue una tendencia a la baja tras un repunte en la pandemia.
Los estudios también muestran que las personas que viven en el país de forma ilegal son mucho menos propensas que los estadounidenses nacidos en el país a ser detenidos por delitos violentos, de drogas o contra la propiedad.
Parte de lo que ha hecho de la migración un tema tan candente es que el impacto se siente lejos de la frontera.
Los aliados de Trump, en especial el gobernador de Texas, Greg Abbott, han empleado autobuses financiados por el estado para enviar a más de 100 mil migrantes a ciudades con gobiernos demócratas como Nueva York, Denver y Chicago, donde los demócratas celebrarán su convención este verano. Las llegadas han presionado los presupuestos municipales y obligado a los líderes locales a buscar la forma de prestar alojamiento de emergencia y atención médica a nuevos grupos de migrantes.
A menudo, la cobertura noticiosa local también ha sido negativa. Los espectadores han visto cómo se culpaba a los migrantes por cualquier cosa, desde una serie de robos en Nueva Jersey asociados a pandillas a tramas de robos en comercios minoristas en suburbios de Filadelfia o casos de sarampión en zonas de Arizona e Illinois.
Para Rudy Menchaca, propietario de un bar en Eagle Pass y que también trabaja para una firma que importa cerveza Corona de México, los problemas en la frontera perjudican a los negocios.
Menchaca, de 27 años, es la clase de votante hispano con el que cuenta Biden en sus aspiraciones de reelección. Dice que nunca le gustó la retórica de Trump y cómo describe a los hispanos y mexicanos. Pero también señaló que se estaba planteando votarle.
“Necesito que esos soldados estén por aquí si tengo mi negocio”, dijo Menchaca sobre las fuerzas de Texas desplegadas en la frontera. “Los malos que llegan podrían allanar el local”.