Tomás Calvillo Unna
06/03/2024 - 12:04 am
El itinerario incierto
"Algo ya está decidido en otro lugar y va a suceder aquí en medio de nosotros".
Para María Andrea y Pedro que han emprendido su amoroso camino; la aventura de la vida en pareja.
I
Basta esa fusión
del tiempo y el espacio,
para celebrar el lugar.
La apertura
que llamamos libertad,
inicia su travesía.
El sueño proviene de la vida,
y sus intersticios
alumbran la muerte.
Esa extraña sensación de lo ajeno
en la habitación familiar,
reducida a unas cuantas reliquias
de afectos,
ya cenizas.
La oscuridad no puede ver la luz;
la luz lo sabe,
no tiene prisa.
II
Hoy la montaña asemeja un animal;
en estas grietas de la carretera
las laderas de su piel palpitan;
unas cuantas piedras caen al asfalto,
la humedad de la tierra se dispersa.
Algo ya está decidido en otro lugar
y va a suceder aquí en medio de nosotros.
La mosca se ahogó
en la botella de plástico vacía,
mientras esperábamos proseguir
el itinerario.
III
No hay ni una sola nube
se han retirado
tan solo por unos minutos
para dejarnos ver con claridad
lo que se avecina.
El sol luce harto
de este atardecer.
No se le ve,
pero nos impregna
advirtiendo la ceguera
de aquello que nos rodea.
Ya decidió tomar la tierra,
se escuchan
sus tambores de fuego,
en la sequedad del paisaje.
Hay una sabiduría muy antigua
en su decir:
las palmeras del desierto lo saben
se inclinan en reverencia;
los mezquites
extienden sus brazos
lo quieren tocar,
a manera de saludo.
Es un signo profundo de respeto,
no una solicitud de clemencia.
IV
En esta claridad las montañas
exhiben su geometría:
ángulos, triángulos, cubos, cúspides;
qué lejos estamos de comprender
este vaivén de la naturaleza.
La normalidad
permite saltar el abismo;
proseguir es su testimonio,
confirma la incertidumbre
una compañía permanente.
V
Ese tráiler de doble cabina
con sus productos químicos;
en tres segundos
pudo desaparecernos.
Queda el rechinar de sus frenos
y la diestra maniobra al volante
de quien no sucumbe al temor
y abraza el desafío
de su plausible inmolación.
El parabrisas
permite asomarnos
y conocer el parpadeo de la vida,
su inaudito poder.
VI
A pesar de ser horadadas desde siglos
la confianza de estas cúspides
es admirable;
como el árbol
que se yergue entre las piedras,
saben que la resistencia
es el secreto de los dioses.
VII
La cruz en las curvas
advierte de lo inesperado:
sacrificio y salvación
son la tradición de los cuatro rumbos.
Se puede trazar
con una sola mirada el camino;
recorrerlo
puede llevar muchas vidas.
En la aridez
se prueba el alma
y se descubre el manantial nocturno
de los soles llamados estrellas.
Estos tajos de luz
al anochecer
nos hablan de otro reino.
VIII
El torbellino de polvo
de donde provenimos;
ese barro esculpido
en la inhóspita oscuridad
de una soledad entrañable;
del Dios perplejo
ante el espejo de su universo.
El poder del ser humano,
es su vocablo al nombrarlo:
la oración donde retorna
a sí mismo.
La trampa no vino de la palabra
provino del número
y nos evaporó.
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