Alejandro Calvillo
02/03/2024 - 12:05 am
Entre Popeye y el Tigre Toño
Pidamos al Poder Judicial defender el etiquetado y la prohibición de estos personajes, pidamos a Cofepris publicar los lineamientos a la publicidad de alimentos y bebidas, pidamos a la SEP publicar los lineamientos para alimentos y bebidas en las escuelas.
Entre Popeye y el Tigre Toño no solamente pasaron años, también, cambiaron los productos que promocionaban. El primero, sin un objetivo comercial, hacía creer que el consumo de espinacas te haría muy fuerte, de esta manera Popeye podía vencer al gigante Bluto o Bruto que secuestraba a su novia Oliva, por su parte, el Tigre Toño invitaba al consumo del producto Zucaritas de Kellogg’s para realizar hazañas físicas increíbles. Más allá de que las espinacas no aportan el hierro que alguna vez se creyó popularmente, las espinacas tienen enormes cualidades nutritivas y la tira cómica de Popeye, sin ningún interés comercial en incentivar su consumo, se promocionaban, se puede decir, como una buena causa, con muy buena fe.
Por su parte, el Tigre Toño, nacido unos 20 años después que Popeye, en medio del auge de las grandes corporaciones estadounidenses extendiéndose al mundo, traspasada la Segunda Guerra Mundial, fue diseñado ya por una gran corporación de la publicidad. Leo Burnet, tiene el propósito de atraer a niños, niñas y adolescentes (NNA) al consumo de un producto de la empresa Kellogg’s, un producto ultraprocesado, comercializado como si fuera un cereal, cuando en su procesamiento pierde todas las cualidades nutricionales de un cereal integral. El propio nombre del cereal, “Zucaritas”, habla del contenido enorme de azúcar, un ingrediente añadido con muy graves daños a la salud y un alto nivel adictivo, de manera especial entre NNA. El contenido de azúcar alcanzó hasta el 40% del peso del producto, lo demás harina refinada y algunas adiciones de vitaminas y minerales poco biodisponibles, es decir, con muy bajo nivel de ser digeridos. Es decir, una promoción perversa, con mala causa, con mala fe.
La sustitución de cereales integrales como la avena, el amaranto y la cebada, entre otros, por hojuelas de harina refinada con altos contenidos de azúcares o pequeñas rosquillas, con colorantes y saborizantes artificiales, entre otras formas, se ha vuelto un fenómeno en gran parte del mundo. Un fenómeno, que acompañado de las bebidas azucaradas y otros productos ultraprocesados, se han convertido en la causa central de la epidemia de obesidad, enfermedades cardiovasculares y diversos tipos de cáncer. Y estos cambios, estos hábitos comienzan desde edades muy tempranas a las que el Tigre Toño llegó para convertirse en el más popular de los personajes. El entorno comercial en el que vivimos en la sociedad de consumo se llenó de personajes creados por estas corporaciones para inducir a NNA al consumo, no de espinacas, no de frutas y verduras, si no de productos comestibles con altos contenidos de azúcares, sal, grasas, colorantes, saborizantes, conservadores, texturizadores, en fin, los peores productos en el mercado, los menos saludables, publicitados a los sectores más vulnerables.
En la sociedad de consumo e hiperconsumo, NNA están rodeados de estos personajes que los inducen al consumo de productos no saludables, desde muy temprana edad, deformando sus gustos para mantenerlos como consumidores de por vida. Existe toda una ciencia de la antropología de los alimentos que reconoce la creación del gusto por las tradiciones culturales. Sin embargo, la creación del gusto actual, a la que deberíamos llamar la destrucción del gusto por las corporaciones de ultraprocesados, producen gustos y hábitos que llevan al consumo de productos comestibles que ya no debemos llamar alimentos, que enferman y son la principal causa de enfermedad.
El poder de la publicidad es invisible para la mayor parte de la población que está convencida de que es libre de elegir lo que consume, se dice: “nadie te pone en la cabeza una pistola para que tomes Coca-Cola”. Desconocen el enorme poder persuasivo de la publicidad que ha sido comprobado para demostrar que, incluso, publicidad de la que no estamos consciente de haber recibido, puede inducirnos al consumo de un producto o un servicio, creyendo nosotros que estamos haciendo una elección consciente, sin recordar, incluso, que nos expusimos a su publicidad. Si tiene alguna duda, recomiendo ver el experimento social que había ya referido en una colaboración anterior, porque es muy claro: https://www.youtube.com/watch?v=TLf2gOrL1iM
Se dice que la tira cómica, la animación e, incluso, algunas grabaciones en radio del personaje de Popeye, aumentaron el consumo de espinacas en los Estados Unidos hasta en un 30%. Podríamos imaginar si hubiera publicidad dirigida a una buena alimentación desde muy temprana edad, los resultados que se obtendrían si los más destacados deportistas y los más reconocidos personajes promovieran las frutas, las verduras, las leguminosas, etc., si estos anuncios aparecieran con la frecuencia con la que aparece el logo de Coca-Cola en espectaculares, en sillas, mesas, televisión, radio, redes sociales, hablando de sus propiedades. Podríamos imaginar que otra sería nuestra realidad sanitaria y ambiental, dirigiendo el agua a necesidades básicas y evitando la contaminación plástica que generan los ultraprocesados.
Lo que tenemos en el mundo del capitalismo salvaje, que dejo atrás, muy lejos, el Estado del Bienestar, es la desregulación, es todo lo contrario al bien común, es un atentado continuo al bienestar, a la salud, al ambiente.
En México, tras Chile y Perú, logramos sacar a todos estos personajes atractivos para NNA de los empaques de los productos que tienen algún sello de advertencia o la frase “Contiene edulcorantes no apto para niños”. Sin embargo, las corporaciones globales de los ultraprocesados buscan, por un lado, evadir las regulaciones, darles la vuelta, buscan los huecos y, por otro lado, contratan poderosas firmas de abogados para bloquear estas políticas a través de acciones jurídicas, como los amparos que tienen en este momento contra el etiquetado y la prohibición de estos personajes en los empaques en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Es así, por lo pronto, que el Tigre Toño regresa a una versión nueva de las Zucaritas, ya sin azúcar, pero con altas cantidades de alulosa, que mantiene el alto dulzor del producto. El edulcorante alulosa ya fue retirado de la lista oficial de edulcorantes. De manera inexplicable, la alulosa salió de esta lista. Estando en esa lista, el producto tendría que tener la advertencia de edulcorantes y, por lo tanto, no podría presentar personajes en sus empaques. Hemos solicitado a COFEPRIS revisar esta situación para reingresar la alulosa a la lista de edulcorantes. No debería permitirse el uso de personajes atractivos para NNA o cualquier otra estrategia publicitaria para la venta de productos que no son saludables.
La ética que publicitan tener las grandes corporaciones, el derecho que reclaman tener para ocupar un asiento en el diseño de las políticas, sus campañas de responsabilidad social empresarial en las que se muestran como filántropos preocupados por la gente y el planeta, es la gran mascarada del capitalismo salvaje. Mientras tanto continúan con su publicidad depredadora y su búsqueda sin fin de las ganancias, regularmente, a costa de la salud y del ambiente.
Pidamos al Poder Judicial defender el etiquetado y la prohibición de estos personajes, pidamos a Cofepris publicar los lineamientos a la publicidad de alimentos y bebidas, pidamos a la SEP publicar los lineamientos para alimentos y bebidas en las escuelas, pidamos al legislativo aprobar la Ley de Alimentación Saludable y las reformas a la Ley Federal de Protección al Consumidor.
Que regrese Popeye con sus espinacas, sin la pipa y que se vaya para siempre el Tigre Toño y sus secuaces de otras corporaciones que se aprovechan, como dice la OMS, de la credulidad e inexperiencia de NNA.
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