Los peces son posiblemente los animales más incomprendidos, una gran parte de la humanidad no siente empatía hacia ellos. Pienso que parte de esta desconexión es que nos falta esa habilidad para interpretar la manera en la que se comunican y también es debido a la manera en la que lucen. Cuando convivimos con mamíferos como los perros, vacas o incluso los cerdos, podemos descifrar con mayor facilidad si algo les molesta, si se sienten cómodos, si quieren salir de un lugar o si sienten hambre, por ejemplo. Su lenguaje corporal, sus expresiones faciales y sus vocalizaciones nos ayudan a comprender sus emociones y sus necesidades. También, morfológicamente compartimos similitudes al ser mamíferos y debido al antropocentrismo, las personas tienden a preocuparse más por animales con más similitudes a su propia especie.
Las y los humanos tendemos a depender o confiar en ciertas señales para crear empatía y sentir cercanía con otros seres. El comportamiento de los peces puede estar menos antropomorfizado, lo que dificulta que las personas se relacionen emocionalmente con ellos. Estos no sonríen, no parpadean, no tienen expresiones faciales (o al menos no las percibimos) y no vocalizan de la misma manera que nosotras y nosotros lo hacemos.
Es posible que las personas no sientan empatía por los peces porque se les percibe como menos inteligentes o menos capaces de experimentar dolor y sufrimiento. Esta percepción es completamente errónea, ya que las investigaciones científicas han demostrado incontables veces que los peces son capaces de experimentar dolor y exhibir comportamientos sociales mucho más complejos, además tienen una excelente memoria y saben utilizar herramientas. También, un estudio publicado en la revista Science reveló que los peces incluso tienen su propia versión de empatía, justo como lo hacemos otros animales sociales. Reconocen y responden cuando sus compañeros sienten miedo o están en peligro.
El sufrimiento de los peces suele ser menos visible, en comparación con los mamíferos o las aves, si no te has familiarizado con las señales que indican cuando están en agonía o están experimentando dolor, lo que lleva a una falta de reconocimiento y empatía, resultando en una gran desconexión. Considero que cualquier persona puede ser capaz de concluir que alguien, sea cual sea su especie, va a sufrir si lo acuchillan, lo sacan de su ambiente natural, si lo golpean, desangran, someten etc.
«Se ha demostrado muchas, muchas veces que el cerebro de pez, aunque es diferente, tiene las mismas funciones que el cerebro humano. De hecho, puedes construir un mapa funcional del cerebro de los peces y hay un área funcional que hace que los animales sientan dolor», João Saraiva, líder del Grupo de Etología y Bienestar de los Peces y presidente y fundador de la Asociación FishEthoGroup.
A pesar de que contamos con toda esta información, aún no existen regulaciones y mucho menos leyes que les brinden protección en nuestro país. Si se matara a otro animal terrestre de la misma manera en la que se asesinan a los peces, se consideraría ilegal y aberrante. Según datos obtenidos de Statista, el consumo de peces en el año 2022 fue de 161 millones de toneladas métricas, estos datos representan el peso sin vísceras. La mayoría de los datos estadísticos que se publican sobre la captura de peces está representada en peso y no en número de individuos.
Muchas personas tienen una exposición limitada a los peces en sus hábitats naturales, especialmente en comparación con los animales terrestres. Esta distancia física puede contribuir a una falta de comprensión y empatía hacia los peces, pero no impide que cuestionemos nuestros hábitos de consumo y las prácticas a las que apoyamos cuando hacemos las compras.
A medida que crece la conciencia sobre las habilidades cognitivas y la capacidad de sufrimiento de los peces, las actitudes pueden cambiar hacia un trato más empático y compasivo. Considera dejarlos fuera de tu plato, los peces no son comida.