El Presidente Joe Biden y el exmandatario Donald Trump se impusieron el martes pasado en las primarias presidenciales de sus respectivos partidos en Michigan, dando un paso más hacia lo que parece una inminente revancha entre ambos.
Por Adriana Gómez Licón
OXON HILL, Maryland, EU (AP).— En una noche reciente a las afueras de Washington, el Presidente de Argentina acaparó la atención de una multitud conservadora que se había reunido para escuchar a Donald Trump. Con voz ronca, Javier Milei gritó: “¡Hola a todos!”, antes de presentarse como un león.
“Lindo día para hacer temblar a la izquierda”, bromeó Milei.
Sus excentricidades podrían haber parecido novedosas a los asistentes no familiarizados con la forma en que ha utilizado a los leones como su sello distintivo para simbolizar su fiera postura contra el socialismo, pero el populista de extrema derecha se ha hecho muy conocido entre los latinos de Estados Unidos desde que ganó la presidencia el año pasado. En la Conferencia de Acción Política Conservadora le acompañó el Presidente de El Salvador, Nayib Bukele, que deleitó a la multitud con un discurso en un inglés fluido en el que se burló del filántropo George Soros y del “globalismo”.
El Partido Republicano está afianzando alianzas con algunos populistas latinoamericanos como una manera de inyectar la influencia de algunas celebridades y el panorama político de los países de origen de los migrantes en las elecciones estadounidenses de este año. Tras lograr cierta aceptación entre los cubano-estadounidenses y los venezolano-estadounidenses del sur de Florida al atacar a los gobernantes que se dicen socialistas de esos países, los líderes del Partido Republicano están replicando ese modelo al promocionar los lazos entre Trump y gobernantes que son muy conocidos por los votantes de habla hispana en todo Estados Unidos.
Mercedes Schlapp, exasesora de Trump en la Casa Blanca, dijo a noticieros en español que los demócratas han estado fomentando el voto latino durante mucho tiempo, pero cuando Trump intentaba ser reelegido en 2020, dijo a sus estrategas: “Hagan todo lo que puedan para conseguir el voto latino”. Schlapp indicó que conseguir que esos populares gobernantes electos se unan a la reciente congregación conservadora forma parte de ese intento.
Los salvadoreños en Estados Unidos suman aproximadamente 2.5 millones, una cifra que supera ampliamente el número de cubanos en el país, de acuerdo con el Pew Hispanic Research Center. La diáspora argentina es mucho menor. Pero tanto Bukele como Milei han llamado la atención de los migrantes latinoamericanos como contrapesos populistas a los hombres fuertes de la izquierda diseminados por Centroamérica y Sudamérica.
José Aliaga, un migrante peruano que participó en la Conferencia de Acción Política Conservadora como líder republicano de un municipio de Michigan, escuchó el discurso de Bukele y posteriormente lo comparó con Trump, que se encamina a obtener su tercera nominación presidencial por el Partido Republicano y a una revancha con el Presidente demócrata Joe Biden.
“Bukele no sólo dice todas las cosas bien, sino que también tiene resultados que mostrar”, comentó Aliaga. “Bukele y Trump tienen el mismo mensaje. Quieren acabar con el crimen, quieren mejorar la economía, ofrecer más empleos y darle a todo el mundo la oportunidad de salir adelante”.
“Los dos quieren gobernar con mano dura, pero uno habla español y el otro habla inglés”, dijo.
Milei ha hecho campaña cargando una motosierra para simbolizar los recortes drásticos en Argentina y ha declarado su admiración por Trump. Milei no llevó la motosierra a la Conferencia de Acción Política Conservadora, pero cuando se encontró a Trump entre los discursos de uno y del otro, el mandatario argentino se precipitó hacia él gritando: “¡Presidente!” y le dio un fuerte abrazo antes de que los dos posaran para los fotógrafos. Según un video que publicó uno de sus asesores, Trump le dijo: “Hagamos grande a Argentina otra vez”, en referencia al lema —inspirado en Trump— que Milei usó en su campaña electoral.
El día antes de su visita, Milei se reunió en Buenos Aires con el Secretario de Estado estadounidense Antony Blinken y otros funcionarios del Gobierno de Biden. De acuerdo con uno de los ministros de Milei, el Embajador estadounidense Marc Stanley, abogado texano y donante demócrata, intentó disuadir a Milei de aparecer junto a Trump, argumentando que la Conferencia era un evento “muy político”.
El Departamento de Estado no contestó una petición de comentarios. Un vocero de la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires dijo: “No hacemos comentarios sobre reuniones privadas”.
El Senador republicano Marco Rubio, un cubano-estadounidense que ha respaldado a Trump, viajó a la Casa Rosada de Argentina la semana pasada para conocer a Milei y le pidió autografiar una taza con el eslogan “No hay plata”, que Milei utilizó durante su campaña para decir que el país no seguirá subsidiando los programas públicos.
Eduardo Verástegui es un activista conservador que se volvió famoso en la década de 1990 como galán de una telenovela mexicana, y recientemente intentó aspirar a la Presidencia de México. Dice que Trump es un amigo y que en 2020 Verástegui fue invitado para asesorarle en temas hispanos.
Verástegui considera que, el hecho de que tanto Bukele como Milei hayan visitado Estados Unidos en un año electoral, es algo único que puede despertar a la comunidad hispana estadounidense y podría ser un punto de inflexión.
Maca Casado, vocera de la campaña electoral de Biden, criticó el plan de Trump para atraer a los latinos, diciendo que sus políticas como Presidente y sus propuestas como precandidato son contrarias a los migrantes.
“Estamos hablando de un hombre que ha satanizado sistemáticamente a los latinos para su beneficio político, que usó su tiempo en el cargo para atacar a la comunidad latina, que ha repetido como loro lo que dicen dictadores y ha dicho que los migrantes estaban envenenando la sangre del país”, dijo Casado en un comunicado. “Nuestra comunidad sabe la verdad: al partido de Trump no le importan los latinos en lo más mínimo”.
Benjamin Gedan, director del Programa de América Latina en el Wilson Center, con sede en Washington, advirtió que estos gobernantes están "o enemistándose intencionalmente con la Casa Blanca o cometiendo un error diplomático fácilmente evitable”.
Bukele fue quizás aún más popular en la Conferencia de Acción Política Conservadora. Docenas de simpatizantes lo seguían tras su discurso del jueves, tocando bocinas y gritando su nombre.
Un periodista en español de Voz Media, un medio conservador con sede en Texas, se acercó a Bukele para hacerle preguntas sobre Biden y Trump. Bukele indicó que el Gobierno de Biden “no ha estado interesado en trabajar con nosotros”. Dijo que las relaciones entre los dos países bajo Trump eran “mucho mejores”, pero no respaldó a Trump. “Eso se lo dejo a la gente”.
Bukele se ha hecho enormemente popular en El Salvador a consecuencia de su guerra contra las pandillas, que ha derivado en 76 mil detenciones, y entre los salvadoreños en Estados Unidos, que se encuentran en gran número en California, Texas y Nueva York.
En su discurso, Bukele especificó que denunciará al Gobierno del Presidente estadounidense Bill Clinton por deportar a miembros de una pandilla formada en Estados Unidos por salvadoreños que habían emigrado para escapar de la guerra civil, que se extendió de 1979 a 1992. Esa pandilla era la MS-13, de la que a menudo se dice erróneamente que fue fundada en El Salvador.
Un asesor de Bukele dijo que el gobernante quería venir a hablar con los conservadores con el fin de promover sus iniciativas para mejorar El Salvador. La tasa de homicidios ha descendido drásticamente y el país ha pasado de ser uno de los más violentos a uno de los más seguros de todo el continente americano.
En un hotel situado directamente enfrente del lugar donde se reunían los conservadores, dos empleadas sabían exactamente la hora a la que iba a aparecer Bukele y esperaban poder ver al mandatario. Ambas dijeron que su El Salvador natal había cambiado.
Cuando se les preguntó si estaban igual de emocionadas por ver a Trump, sonrieron y negaron con la cabeza.