La polarización actual exige que los partidos se destaquen y atraigan al electorado, ya que los votos de las coaliciones no se traducen directamente en apoyo para los partidos, sino para los candidatos específicos y esto, aunado a la tendencia a la baja de obtención de votos, pondría en riesgo a partidos como PRD y PT a perder su registro.
Ciudad de México, 3 de marzo (SinEmbargo). En las próximas elecciones de este 2024, no solo está en juego la silla presidencial y al menos 2 mil cargos públicos, sino también la supervivencia misma de algunos partidos políticos, pues las estadísticas actuales avizoran que al menos dos partidos, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Partido del Trabajo (PT), corren el riesgo de perder su registro si no logran un desempeño satisfactorio en las urnas.
El caso más crítico recae sobre el PRD, cuya viabilidad se encuentra en entredicho frente al desempeño de obtención de voto en las últimas elecciones. La votación del Sol Azteca en los últimos años ha ido en picada. De los días en 2012 en que logró hasta 15.84 millones de votos respaldado por Andrés Manuel López Obrador, para la elección presidencial de 2018 la votación se redujo a un millón 602 mil 715 votos al formar coalición con el PAN y Movimiento Ciudadano, liderada por Ricardo Anaya.
Expertos políticos incluso advierten que Movimiento Ciudadano corre el riesgo de perder su registro, especialmente con la débil candidatura de Jorge Álvarez Máynez, si no logra aumentar su respaldo durante la campaña.
Otra institución política que podría estar en una situación similar es el Partido del Trabajo (PT), al cual encuestas como la más reciente de Buendía & Márquez, señalan que apenas el 3 por ciento votaría por Claudia Sheinbaum a través de ese partido. Aunque el PT va con Morena y el Partido Verde, no está exento de riesgos. Tomando como referencia el año 2018, donde a pesar de la votación masiva a favor de Morena, el Partido Encuentro Social perdió el registro, el PT podría estar en un riesgo similar.
El especialista en derecho electoral, Jorge Aljovín, explicó que la polarización actual exige que los partidos se destaquen y atraigan al electorado, ya que los votos de las coaliciones no se traducen directamente en apoyo para los partidos, sino para los candidatos específicos. Lo anterior se deriva de la Reforma Electoral aprobada en 2014 por el Congreso de la Unión que impide la transferencia de votos a través de convenios de coalición.
Es decir, los votos no pueden distribuirse entre los partidos, y cada uno debe obtener al menos el 3 por ciento de la votación válida por separado. “Al tener esta legislación se evita que los convenios, se pueda transferirles al artificialmente votos a los partidos de votación minoritaria”, expresó Aljovín.
Además, en la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (Legipe), específicamente en su Artículo 12, numeral 2, establece que independientemente del tipo de elección y del convenio de coalición, cada partido político aparecerá con su propio emblema en la boleta electoral. Los votos se sumarán para el candidato de la coalición, pero contarán por separado para cada partido, según los efectos establecidos en la ley. En ningún caso se permitirá la transferencia o distribución de votos mediante convenios de coalición.
Un ejemplo ilustrativo de esta situación se observó en la elección presidencial anterior con el Partido Encuentro Social (PES). A pesar de formar coalición con Morena y el PT, con Andrés Manuel López Obrador como candidato, el PES perdió su registro al no alcanzar el 3 por ciento mínimo de votación en el conteo individual de la elección presidencial, ni en la votación para la Cámara de Diputados o Senadores. Dicho partido apenas contribuyó al triunfo de AMLO con el 2.70 por ciento de los votos y no logró mantenerse por debajo del umbral requerido, obteniendo el 2.33 por ciento en la elección para Senadores y el 2.41 por ciento en la elección de diputados federales.
Las restricciones mencionadas han colocado a los partidos políticos, considerados como bisagras o carentes de suficiente arrastre, como el PT o PRD, en una posición de vulnerabilidad. Esta realidad es bien comprendida por sus propios legisladores, si se considera que a finales del 2022 intentaron modificar la legislación para permitir la transferencia de votos provenientes de coaliciones.
Fue cuando el Presidente Andrés Manuel López Obrador envió al Poder Legislativo el denominado «Plan B» en materia electoral. Sin embargo, legisladores de la alianza oficialista, principalmente de Morena y el PVEM, introdujeron modificaciones al proyecto original elaborado por el Palacio Nacional, las cuales buscaban asegurar que el PT y el PVEM no perdieran su registro.
Los cambios realizados por los legisladores se centraron en el artículo 12 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, que permitirían a los partidos políticos postular candidatos bajo la figura de Candidatura Común. Esta modalidad implicaría que en un mismo recuadro de la boleta electoral apareciera el logo o emblema de los partidos que decidieran participar en dicha modalidad, estableciendo la necesidad de celebrar un convenio de distribución de los votos emitidos.
Sin embargo, periodistas plantearon esta situación al Presidente Andrés Manuel López Obrador durante una de sus conferencias matutinas en diciemnbre pasado. Esto provocó que el Ejecutivo emitiera un llamado de atención a los partidos involucrados y anunciara su intención de vetar la reforma si se mantenían los cambios propuestos. Como resultado, los legisladores retiraron del llamado Plan B las modificaciones que habrían permitido la transferencia de votos entre partidos políticos.
EL PRD, ¿CAMINO AL PRECIPICIO?
“Yo no quiero estar cuando sepulten al PRD”, pronunció tajantemente en entrevista con SinEmbargo el Diputado Luis Espinosa Cházaro, quien apenas el pasado 31 de enero renunció al PRD debido a los desacuerdos con las decisiones tomadas por el dirigente Jesús Zambrano, las cuales considera equivocadas y que podrían poner en riesgo la existencia misma del partido.
El Partido de la Revolución Democrática (PRD) es el caso que mayor riesgo tiene de perder el registro debido a la drástica caída en votos y representación territorial que ha tenido en los últimos años, pues pasó de tener hasta más de 15 millones de votos en las elecciones presidenciales del 2012, cuando AMLO era su abanderado, a apenas contar con un millón 602 mil votos en las elecciones presidenciales pasadas. A pesar de que los votos obtenidos por el PRD en la elección presidencial no superaron el 3 por ciento, el partido conservó el registro ya que en la votación para el Congreso de la Unión obtuvo el 5.26 por ciento, con 2 millones 982 mil 826 sufragios para senadores y el 5.29 por ciento con 2 millones 959 mil 800 votos para diputados federales.
En tanto que, en las elecciones federales del 2021, en las que se renovaron 500 diputaciones, el PRD logró una votación apenas del 3.64 por ciento con un total de un millón 792 mil 700 votos.
“En efecto, las probabilidades del PRD de perder el registro son altas, porque en términos sencillos, el PRD es el invitado de piedra de la coalición Corazón y Fuerza por México. Toda vez que el PRD está sufriendo el fenómeno que la elección pasada le ocurrió al Partido Encuentro Social, donde fue absorbido por los partidos grandes de la coalición[…] me parece que el PRD tiene esta grave falencia que no ha mostrado una candidatura que tenga un arrastre para poder mantener al final del día el registro como partido”, explicó Jorge Aljovin.
Aunado a la desfavorable tendencia de los números para el PRD, también hay una crisis al interior de su partido y las críticas a decisiones tomadas por su dirigente Jesús Zambrano, las cuales han orillado a figuras a seguir dejando las filas del Sol Azteca.
El excoordinador del PRD, Luis E. Chazaro, quien hace poco renunció al partido, señaló que las recientes acciones del PRD, particularmente en la distribución de candidaturas, han demostrado falta de equidad y representatividad para sus miembros. Explicó que durante su participación en la mesa política nacional del partido, se acordó que al PRD se le asignarían entre seis y ocho fórmulas al Senado como parte de una coalición equitativa. Sin embargo, sólo obtuvo dos senadurías, lo que refleja una exclusión de figuras prominentes.
“Renuncié a la coordinación, al grupo parlamentario y renuncié al partido; a mi militancia de 17 años, el único partido que yo he militado ha sido el PRD y todo esto tuvo que ver con las decisiones que ha venido tomando Jesús Zambrano desde mi punto de vista equivocadas, que ciertamente ponen en riesgo el registro del partido[…] Mientras yo estuve en la mesa política nacional representando al partido, habíamos hablado que al PRD deberían tocarle entre seis y ocho fórmulas al Senado, porque de eso se trata la coalición, de que los coaligados les vaya bien a todos, no solamente algunos de los partidos. El PRD terminó llevando solamente dos senadurías, (la de Tabasco y Michoacán, que habíamos ganado en 2018 con los propios votos del PRD) y sin la representación de cuadros importantes como Miguel Ángel Mancera, Silvano Aureoles, Jesús Ortega, como el propio Víctor Hugo Lobo, que también renunció”, expresó.
A pesar de estar a favor de las alianzas con el PAN y el PRI para competir contra Morena, Cházaro destacó que la falta de pelea por mejores espacios para el PRD dentro de la coalición ha debilitado al partido. Además, cuestionó la postura de Jesús Zambrano, quien niega el riesgo inminente de perder el registro, mientras él mismo aseguró su lugar en la lista del partido.
“El PRD se ha convertido en una agencia de colocación de los amigos del propio Jesús Zambrano. Yo no veo en las listas plurinominales, pues prácticamente puros desconocidos, quizá excepción de Miguel Ángel Mancera que ni siquiera encabeza la circunscripción cuatro y por eso fue el motivo de decir que yo no acompañaría estas decisiones, porque yo no quiero estar cuando sepulten al PRD, que es el partido por que tanto trabajé”, explicó en entrevista con este medio.
Luis Espinoza Cházaro no es el único perredista que dejó el partido al inconformarse por la repartición de candidaturas. El 31 de enero, el diputado Marcelino Castañeda, anunció su renuncia y un día después, la diputada Laura Fernández también confirmaba en redes sociales sobre su renuncia al PRD.
Mientras que en la Ciudad de México, Víctor Hugo Lobo Román, entonces coordinador de la bancada perredista en el Congreso capitalino, dejó en noviembre pasado al partido luego de 25 años de militancia. Fue en noviembre cuando anunció su renuncia y aseguró que con él se iban también la mitad de los integrantes del PRD en la CdMx, lo que significa: 16 presidentes en las alcaldías, 60 de 95 integrantes del Consejo estatal perredista, 15 consejeros nacionales por la capital del país, y tres de cinco integrantes de la dirección estatal de ese partido. El legislador aseguró que eran alrededor de 65 mil militantes lo que hoy se marchan del PRD debido a que “las decisiones de nuestro partido se han concentrado en una triada tirana en donde han despojado a las y los ciudadanos de la posibilidad de incidir”.
Por su parte, el dirigente del Sol Azteca, Jesús Zambrano, prefiere negar que no hay motivo de preocupación en su partido.
“Estamos seguros de que vamos a tener mucho más de lo que requerimos para mantener el registro”, contestó Zambrano al ser cuestionado sobre si hay temor por perder el registro.
El exjefe de la Ciudad de México, Miguel Mancera, incluso también se mostró “optimista”, a pesar de ser señalado por compañeros como una pieza que resultó afectada en la repartición de candidaturas ya que, aunque quedó en la lista de pluris para la Cámara de Diputados en la circunscripción cuatro, no la encabeza.
“Nombre, pues vamos a trabajar para que tenga participación y para que tenga actividad. Hay que ir con ánimo”, indicó al ser cuestionado sobre si perderían el registro.
A pesar de la narrativa positiva de Zambrano y algunos de sus integrantes del partido, los números dicen otra cosa. En sus tres décadas de vida política, el PRD controló la Ciudad de México y gobernó Zacatecas, Michoacán, Tlaxcala y Baja California Sur a finales de los noventa e inicio del nuevo milenio. Pero desde la firma del Pacto por México en diciembre de 2012 con el Gobierno de Enrique Peña Nieto, y ya sin su estructura fundadora, ha perdido Chiapas (2012), Guerrero (2014), Ciudad de México (2018), Morelos (2018), Tabasco (2018), Puebla (2018, que ganó en alianza con el PAN), Nayarit (2021, que también ganó en alianza con PAN) y Michoacán (2021).
Mientras que en el Congreso en cada proceso se ha ido reduciendo. En la LX Legislatura (2006-2009) tenía 125 diputados; en la LXI Legislatura (2009-2012) bajó a 63; en la LXII Legislatura (2012-2015) subió a 99; tres años después, en la LXIII Legislatura (2015-2018), sus diputados disminuyeron a 51; en la LXIV Legislatura (2018-2021) cayó aún más a 12 diputados, y en la presente LXV Legislatura (2021-2024) cuenta con 15 legisladores.
En el Senado, en las LX y LXI legislaturas tuvo 26 escaños; en las LXII y LXIII, empezó con 22 senadores y acabó con siete; en la LXIV se desplomó hasta cuatro, y actualmente, en la LXV Legislatura, sólo tiene tres.
En cuanto a su presencia como partido local en el territorio nacional en los comicios de 2023, por ejemplo, el PRD peleó lo único que le quedaba en la disputa: su registro en el Estado de México. No contendió con un candidato propio, y en Coahuila su registro ya lo había perdido. En las demás entidades ha ido perdiendo su registro local.
Al comparar los periodos legislativos actuales con sus anteriores inmediatos en los 32 congresos, el Partido de la Revolución Democrática experimentó una disminución significativa del 21.05 por ciento. Pasó de tener 57 legisladores distribuidos en 22 congresos locales a contar actualmente con sólo 45 diputados locales distribuidos en 16 legislaturas distintas.
Esta reducción se debe a que, entre el periodo anterior y el actual, el partido del Sol Azteca perdió su representatividad en 10 congresos locales. En dos de ellos, pasó de no tener diputados a contar con uno o dos legisladores, mientras que en cuatro poderes legislativos (Chihuahua, Colima, Nuevo León, Querétaro, Sinaloa, Tamaulipas), no tenía diputados desde sus respectivas legislaturas pasadas.
Los 10 estados en los que el PRD perdió su representatividad son: Guanajuato, Puebla, Quintana Roo y Veracruz, donde de los dos legisladores que tenía en sus respectivas legislaturas anteriores, ahora carece de representación. En Baja California, Campeche, Chiapas, Jalisco, Morelos y San Luis Potosí, donde tenía un diputado en cada estado, ya no cuenta con representación.
Por otro lado, los únicos estados en los que el PRD ganó escaños fueron Durango, donde pasó de no tener ningún diputado a contar con dos, y Coahuila, donde no tenía representatividad en la anterior legislatura (2021-2023) y obtuvo un diputado. Esto se debió a que en la reciente elección, el partido formó una alianza con el PRI y el PAN.
Todo lo anterior se ve reflejado también en su militancia: tan solo seis años, el Sol Azteca perdió al 81 por ciento de su militancia, la cual ha emigrado hacia las filas de Morena. Además, entre 2020 y 2023 su padrón de afiliados sufrió otra sensible disminución, del 19 por ciento.
PARTIDO DE TRABAJO Y MOVIMIENTO CIUDADANO
El Partido del Trabajo es otro que podría estar en riesgo de perder su registro dada la situación numérica y estadística de su desempeño en las últimas elecciones. En la elección presidencial de 2018, al ir en alianza con Morena y el PES, apenas captó por sí mismo el 6 por ciento de la votación, con un total de 3 millones 396 mil 805 votos.
Mientras que la votación para Congreso de la Unión, el porcentaje que logró fue mucho menor, al captar 2 millones 201 mil 192 votos, es decir, el el 3.93 por ciento de la votación para la Cámara de Diputados, mientras que para la Cámara de Senadores, obtuvo 2 millones 164 mil 088 votos, es decir, el 3.82 por ciento de la votación.
En las elecciones de 2021, en las que se renovó la Cámara la Diputados, la votación para el PT fue menor al obtener 1 millón 594 mil 828 votos, es decir, el 3.25 por ciento. Si se compara la votación entre la elección para diputados federales del 2021, donde logró al menos 2.2 millones de votos contra la de 2018, con 1.5 millones de votos, la caída de votos de PT es de 27.54 por ciento.
“Tomando como referencia el año 2018, donde a pesar de esta gran votación que obtuvo el Partido Morena, el Partido Encuentro Social perdió el registro, me parece que el PT también correría grave riesgo si no cuenta con candidaturas competitivas, porque estamos ante una elección que está polarizada donde la gente, pues, elegirá una opción política. Y hoy más que nunca, el PT tendrá que distinguirse y tendrá que tener candidaturas que llamen la atención del electorado. Porque, reitero, los votos de los candidatos, de las coaliciones, no van para los partidos, sino para el candidato”.
Movimiento Ciudadano es otro partido que incluso, para algunos especialistas, podría estar en riesgo de perder el registro. El partido naranja decidió ir a la elección presidencial en solitario; sin embargo, su abanderado, Jorge Álvarez Maynez, no logra despegar en las encuestas. Incluso, de acuerdo con el ponderado que realiza el Colegio de Especialidades en Demoscopía y Encuestas (CEDE) a partir de 28 mediciones, Movimiento Ciudadano tuvo mejores números cuando no tenía candidato. En la encuesta que Degoe levantó del 8 al 11 de diciembre, un 10 por ciento del electorado dijo que votaría por algún candidato del partido naranja. En el caso de Jorge Álvarez Máynez su mejor nivel de preferencia efectiva ha sido del 6 por ciento, muy por debajo del 19 por ciento que llegó a registrar Samuel García Sepúlveda en la medición que hizo Enkoll entre el 25 al 28 de noviembre.
“Lo que ocurre generalmente en una elección presidencial es que quien encabeza la candidatura presidencial termine generando un efecto positivo para las candidaturas de diputados y senadores y además a nivel local; entonces, si vemos una candidatura que está débil como la de Álvarez Máynez, hay pocas probabilidades de que tanto diputados como senadores (y gobernadores) se puedan nutrir de este efecto de arrastre”, detalló el especialista Aljovín.
Considerando que en la elección federal del 2021, donde se renovó la Cámara de Diputados, el partido naranja subió su votación al obtener 3 millones 449 mil 982 votos y ganar la gubernatura de Nuevo León, Movimiento Ciudadano parece concentrar sus esfuerzos en Jalisco, su bastión, así como en la elección de diputados federales y senadores, basándose en los votos de Jalisco y Nuevo León, los dos estados donde ostentan el poder, para asegurar su supervivencia y evitar poner en riesgo su registro como partido.
Movimiento Ciudadano ya ha tenido votaciones muy bajas. En la elección presidencial de 2018, cuando fue en coalición con el PRD y el PAN con Ricardo Anaya como abanderado, apenas obtuvo como partido 1 millón 10 mil 891 votos, es decir, apenas el 1.79 por ciento; sin embargo, en ese momento conservó el registro, ya que en la votación para el Congreso de la Unión, logró obtener el 4.68 por ciento, con 2 millones 654 mil 85 votos, para la Cámara de Senadores y el 4.42 por ciento, con 2 millones 473 mil 056 votos para la Cámara de Diputados.
Jorge Aljovín dijo que es necesario analizar si depender únicamente de Jalisco y Nuevo León será suficiente para que Movimiento Ciudadano mantenga su registro. Recordó que en la elección federal de 2018, a pesar de obtener solo el 1.78 por ciento de los votos para el presidente, el partido naranja logró conservar su registro gracias a las altas votaciones obtenidas en diputados y senadores en los estados mencionados.
“Yo agregaría al propio Movimiento Ciudadano, porque si tomamos las encuestas que hemos tenido en los últimos días, pues el señor Álvarez Máynez tampoco está más allá del 6 por ciento. Movimiento Ciudadano tendrá que sostenerse con dos bastiones, con el Estado de Jalisco o con el estado de Nuevo León, que serán únicas válvulas de escape, pero tendremos que ver si la votación es tan nutrida para ellos como la que tuvieron en el año 2018”, indicó.
El especialista destacó que MC podría perder el registro al señalar que «lo nuevo» no ha llegado y que las candidaturas recientes, como las de Alejandra Barrales y Sandra Cuevas al Senado, se caracterizan por prácticas políticas antiguas.