Al llegar a 100 días de duración, la más reciente guerra entre Israel y Hamás es por mucho el conflicto más largo, sangriento y destructivo entre los acérrimos enemigos.
Por Oded Balilty
JERUSALÉN (AP).— Las fotografías de una guerra sin procedentes en Oriente Medio han capturado 100 días de agonía.
Las escenas del ataque sorpresa de Hamás contra un festival de música, comunidades agrícolas y puestos avanzados del ejército en el sur de Israel están grabadas en la memoria del país. Los cuerpos ensangrentados de hombres y mujeres jóvenes tendidos en la carretera donde fueron abatidos. Una mujer mayor capturada viaja en una motocicleta entre dos pistoleros a la Franja de Gaza.
Unas mil 200 personas murieron ese día, en la jornada con más víctimas civiles en la historia de Israel. Alrededor de 250 más fueron secuestradas. Algunos, principalmente mujeres y niños, fueron liberados o canjeados por presos palestinos durante un breve alto el fuego, y otros murieron durante el cautiverio.
El dolor persiste para las familias de las más de 100 personas que siguen retenidas por Hamás. Grafitis callejeros y vigilias públicas mantienen su calvario en las mentes de los israelíes. La conmoción por lo ocurrido el 7 de octubre ha alimentado la determinación nacional ante una ofensiva militar en Gaza que tiene como objetivo eliminar a Hamás.
En la Franja, el lanzamiento diario de cohetes, artillería y misiles por parte de Israel produce nuevas imágenes de sufrimiento y pérdida entre los palestinos. Los rescatistas sacan el cuerpo de un niño de corta edad de entre los restos de un edificio derruido. En el exterior de una morgue, los familiares lloran sobre los cadáveres de sus seres queridos alineados sobre el piso dentro de bolsas blancas — otra familia muerta en un bombardeo.
En los pocos hospitales que siguen operativos, los heridos son atendidos en el piso. Muchos de ellos son niños, que están ensangrentados y lloran de dolor. Los sobrepasados doctores tratan de curarlos con cada vez menos medicamentos y suministros.
En 100 días, los incesantes bombardeos y la campaña terrestre de Israel se han cobrado la vida de más de 23 mil palestinos — cerca del uno por ciento de los 2.3 millones de habitantes de la Franja. Los combates han desplazado a casi toda la población, que ahora se apiña en el extremo sur del sitiado enclave.
En el norte, que fue el primer objetivo del ejército israelí, las montañas de escombros llenan el paisaje. Gran parte de la Ciudad de Gaza y de los distritos próximos están arrasados. Muchos residentes que huyeron temen que nunca se les permita volver o que, si lo logran, sus vecindarios sean inhabitables.
En las partes del sur de Gaza donde Israel recomendó refugiarse, los rescatistas buscan entre pilas humeantes de concreto, piedras y polvo a sobrevivientes de los ataques aéreos y los bombardeos. Los asentamientos de tiendas de campaña se levantan en cualquier espacio vacío. Las multitudes se agolpan en los puntos de distribución comida: uno de cada cuatro residentes no tiene qué comer debido al asedio israelí.
Y la guerra continúa. Soldados israelíes vuelan bloques enteros en Gaza alegando que están destruyendo los túneles de Hamás. El grupo insurgente dispara andanadas de cohetes hacia Israel. Las autoridades israelíes afirman que su ofensiva continuará durante 2024.
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