Melvin Cantarell Gamboa
20/12/2023 - 12:05 am
Infocracia, infodemia y democracia
La inclinación y terquedad del PRIAN en priorizar en su política el engaño como vía de acceso al poder se debe a que en el actual régimen de la comunicación las sociedades a escala planetaria han sido sometidas al imperio de la infocracia, un nuevo tipo de poder dominante depositado en las tecnologías de la información en donde los mass media y el sistema informativo son capaces de determinar de modo decisivo los procesos políticos, económicos y sociales ocultando la verdad
“La infocracia es fruto de las distorsiones patológicas de la sociedad de la información… produce la compulsión de la comunicación”
Byung-Chul Han
“Esto todavía no empieza”, espetó la señora X luego de su registro como candidata del PRIAN a la Presidencia de la República. ¿A qué se refería con “esto todavía no empieza”? ¿Qué novedad capaz de asombrarnos podemos esperar? ¿Qué nos falta por ver? ¿Un discurso diferente? Si fuese un discurso cualitativamente valioso, distinto al trillado recurso de la derecha de difamar, mentir, ofender y calumniar, es decir, con características distintas de lo que hasta ahora ha defendido, sea bienvenido; es más, si ubicara sus propuestas en cuestiones sociales y no clasistas eliminaría la contingencia y la ambivalencia de lo que ha dicho hasta ahora, pues daría sentido y orientación a las cosas; hasta el momento sus enunciados se muestran ideologizados, excluyentes, basados en búsqueda de culpables, racistas, nostálgicos del pasado, conservadores, controvertibles y de confrontación al Presidente; además de caóticos, ambiguos y falsos por su personal inclinación al uso de expresiones contrarias a lo que se sabe, se piensa o se siente. Ser veraz es comunicar con honestidad en cualquier circunstancia, postura que requiere audacia, coraje y valor; quién miente, en cambio, carece de estas virtudes al mismo tiempo que niega acceso a lo concreto quebrantando la libertad de aquellos que reciben sus ofrecimientos, aunque diga que para ella son importantes.
La inclinación y terquedad del PRIAN en priorizar en su política el engaño como vía de acceso al poder se debe a que en el actual régimen de la comunicación las sociedades a escala planetaria han sido sometidas al imperio de la infocracia, un nuevo tipo de poder dominante depositado en las tecnologías de la información en donde los mass media y el sistema informativo son capaces de determinar de modo decisivo los procesos políticos, económicos y sociales ocultando la verdad; condición que ha alterado la vida democrática, pues induce a los votantes a no interesarse, a no exigir de los partidos políticos información sobre sus programas para eximir de esta manera a sus candidatos de contraer compromisos sociales y económicos concretos y viables; postura que obliga al ciudadano a mirar hacia otro lado para perderse en lo banal, lo vacío de sentido, a la inmediatez y los efectos teatrales.
En el actual régimen informativo la abundancia de información dificulta a las personas el acceso a la verdad a través de fuentes confiables que les permitan obtener orientación válida; la infodemia o exceso de información sobre un tema, impide a la ciudadanía la posibilidad de tomar decisiones correctas, opera como un arma letal para la libre discusión de los problemas sociales, pues las noticias sobre política y sus referencias se difunden sin pasar por el debate público; las novedades y los datos se producen en el ámbito privado y se distribuyen a través de redes con la intención de no ser sometidos al análisis o a la crítica. Desde que la infocracia tomó el dominio sobre el viejo régimen de propaganda, la publicidad ya no es el único medio en la construcción de figuras políticas, ahora la infodemia altera la percepción de la realidad con insinuaciones, instigaciones, acusaciones, odios, agravios infundados e irresponsables hasta la perversión total del juicio humano.
Byung-Chul Han (Infocracia: la digitalización y la crisis de la democracia. Taurus. Barcelona, 2022), filósofo sudcoreano radicado en Alemania, acuñó el término infocracia para describir lo que califica como el nihilismo del siglo XXI, pues éste elimina y pone en crisis las creencias y valores de la vieja forma de hacer política para imponer patologías y distorsiones que vulneran la democracia, al mismo tiempo que la verdad es desplazada y suplida por los fake news, los hechos objetivos ya no cuentan o influyen muy poco en la formación de la opinión pública, ya que sacados de contexto y desconectados de la realidad y de las experiencias fácticas dejan de ser fiables, aunque cumplan con las condiciones y criterios que acompañan la comprensión de las cosas.
Desde la perspectiva de Byung-Chul Han, la hipercomunicación digital y la conectividad ilimitada confunden, aíslan y tienen efectos depresivos en las personas, ya que las indispone para representarse lo real correctamente; en los hechos el mundo sólo se entiende cuando los individuos están disponibles y guardan con lo externo la distancia correcta. El exceso de información dispersa el pensamiento, confunde la percepción y deja sin tiempo para pensar; dado que la sobreinformación oscurece la visión, contamina la atención y produce basura, excremento y residuos de verdad generando un entorno en que lo material carece de significado.
“Los medios de comunicación, dice Byun Chul-Han, producen masa, lo que va contra la lógica es que el hombre-masa se cree informado y, sin embargo, ignora que está siendo manipulado mediante la exhibición de sus datos a través de las redes, condición que lo hace vulnerable y previsible”. El frenesí informativo que desatan las tecnologías de la información constituye un novedoso estadio de desinformación o difusión de información errónea que da lugar a efectos perversos, pues desata fuerzas destructivas que, en la esfera política, aniquilan la capacidad de decidir con libertad, al mismo tiempo que ponen en crisis la democracia. La infocracia, al producir permanentemente un torbellino de actualidad, hace que las personas se vean obligadas a vivir de lo inesperado, de la sorpresa, fragmentando su percepción de lo real; si lo que se afirma hoy mañana tiene un significado opuesto, la persona se ve incapacitada para mantener una actitud equilibrada y estable ante situaciones difíciles, condición que causa confusión, caos, inseguridad y ambigüedad cuyas consecuencias llevan a la desintegración e indefinición de las posiciones políticas, a la vez que borra los conocimientos, la experiencia y nos aleja del saber acumulado, no dejando tiempo, de este modo, para la acción racional. Además, los votantes informados por estos medios dejan de interesarse por lo que proponen los partidos, para centrar su atención en el último chisme, los rumores y habladurías escandalosas en una guerra de información en que el espectáculo es más importante que la realidad política.
En No cosas. Quiebras del mundo de hoy (Taurus. Barcelona. 2021), un libro que precedió a Infocracia, Byung-Chul Han escribió que la agitación provocada por el paroxismo informativo hace desaparecer la veracidad en el decir sobre las cosas; cierto que el neoliberalismo se presenta a sí mismo como un radical defensor de la libertad, sin embargo, en los hechos falsea los acontecimientos y obliga a percibir la realidad sólo a través de estímulos, ya que busca noticias no la verdad, no la naturaleza de las cosas, sino información sobre ellas. En este mundo, lo humano pierde primacía y cede su capacidad de decidir y obrar.
Además, el exceso de datos no hace comunidad, por el contrario, destruye lo permanente y su duración en la memoria; la sobre abundancia de datos no permite retener recuerdos; consumimos información porque queremos tener conocimientos que nos ahorren el esfuerzo de establecer la relación causa-efecto entre los sucesos o las cosas o el saber sobre el entorno y las circunstancias, al costo de romper contacto y vínculos con los otros. En el momento en que la infocracia impuso su hegemonía y estructura al grado de regir el mundo cultural, ideológico e informativo, el neoliberalismo ha hecho a los seres humanos a su imagen y semejanza.
Ambos libros tienen la virtud de describir con exactitud la fisonomía del capitalismo de la información, una forma intensificada de la plutocracia liberal, pues convierte lo inmaterial en mercancía virtual y a la comunicación en mercado; ahora, valiéndose de la inteligencia artificial, los fines, tendencias y propósitos de los sujetos son calculables; de la misma manera, el comportamiento del consumidor de información al hacerse predecible permite que sus preferencias políticas sean totalmente controlables y manipulables, esto es lo grave y el gran peligro para la democracia.
Tradicionalmente, la realidad era incorporada al saber a través de conceptos y la comprensión constituía una conclusión; este proceso, propio de la epistemología, ha sido destruido por la comunicación digital; la información nunca será una percepción de la realidad, tampoco su representación y sólo dificulta su entendimiento y comprensión. Mientras más información se consuma más se reducen nuestras experiencias y saberes concretos, pues sólo toca la superficie de las cosas. La realidad se resiste a ser sólo información y rechaza su consenso; la verdad trabaja con cosas materiales, con hombres de carne y hueso, con cuerpos sociales, con cosas que tienen presencia concreta y material no con representaciones construidas ex profeso o ideas prefabricadas que nos hacen dejar de lado la inmanencia de los problemas humanos y sociales.
Para mala suerte de la derecha en México, el ciudadano medio ha logrado alcanzar un alto grado de politización, ha dejado de ser ingenuo, no reduce sus decisiones ni su voto a un “me gusta”, sin tener claro qué está aprobando, no responde a estímulos al margen de la razonabilidad, siempre tiene una opinión y algo que decir a los mensajeros de la derecha política; de ahí, que los que apuestan al “esto todavía no empieza”, se sorprenderán con el grado de autoinmunización alcanzado por el pueblo mexicano para protegerse de la invasión infecciosa de fake news, a través de posts, blogs y demás recursos que operan en el mundo virtual. Por su madurez política, los electores de 2024 exigen hechos y hacen oídos sordos a quienes creen saberlo todo, los autores de blogs, los influencer y los líderes de opinión al servicio de la derecha; es una sublevación popular anunciada que hará fracasar la intención de los conservadores de amaestrar a quienes buscan convertir en “masa” o, para decirlo sin conceder nada, en ganado consumista de sus productos; la mayoría de los votantes tomará sus propias decisiones libre y democráticamente; los mexicanos de a pie entendemos mejor las condiciones del país y tendemos a identificar nuestros intereses con la 4T, porque deseamos ser comunidad.
El poder de los viejos partidos carece hoy de capacidad para imponer su visión de las cosas. Ni la posesión ni la propiedad de las vías de expresión ni toda la tecnología, consejos, inventiva e imaginación de “especialista” y “consultores” extranjeros como Dick Morris o Antonio Sola harán cambiar al ciudadano común.
Por las razones anteriores, cuando escucho a políticos en campaña, comentaristas y opinionistas que se inclinan por la izquierda acusar a la derecha de preparar una “guerra sucia”, considero que la representación mental que se hacen de la acometida resulta un eufemismo, una manifestación suave y hasta decorosa de un proyecto de asalto al poder que encierra, como lo hemos evidenciad, recursos bélicos más peligrosos y mortíferos de lo imaginado para destruir los logros comunitarios de la 4T.
P.D. Producir un bello artículo sin ditirambos ni elogios inmerecidos es la mayor aspiración del buen periodista. Mis felicitaciones a Alejandro Páez Varela por su escrito De izquierda, publicado el lunes en este sitio online.
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