Diego Petersen Farah
10/11/2023 - 12:03 am
Pensar la desaparición
La desaparición se ha establecido social y jurídicamente, es un delito continuado, que no termina nunca. Es una tragedia que golpea a las familias y a la sociedad completa.
La desaparición en México es un fenómeno criminal al alza. Dejó de ser la forma excepcional en que los grupos de crimen organizado procesaban algunos asesinatos o se llevaban a algunas personas, sobre todo mujeres, para convertirse en una forma sistemática de enfrentar al enemigo, generar terror, realizar trata de personas y hacerse de mano de obra.
Desaparecer se convirtió en un código. Los criminales siguen “matándose entre ellos” dirían los clásicos (entiéndase por clásico toda aquella persona que parece sensata pero que deja de serlo cuando asume el poder). El país sigue padeciendo de una violencia extrema, con decenas de muertes vinculadas a la actividad criminal todos los días. Asesinar en el crimen organizado es una forma perversa de administrar “justicia”, de imponer sus leyes; desaparecer es una forma de administrar el terror, de controlar el territorio y a quien vive en él.
Groso modo, y sólo como un primer intento de entender el complejísimo fenómeno de desaparición en México, podemos decir que hay dos grandes grupos de desapariciones. La que tienen que ver con el control territorial y la trata. Son sólo dos formas distintas de ejercer el poder del crimen, pero vale la pena separarlas por una razón: las víctimas de trata suelen sobrevivir más y requieren una forma de búsqueda distinta.
Las víctimas de desaparición por control territorial podemos a su vez ubicarlas en tres grandes grupos. A) El enemigo, que es aquella persona que, de acuerdo con los criterios de quien ejerce el control territorial, el mal llamado “jefe de plaza”, el poder fáctico dentro de un barrio o territorio, es potencialmente una amenaza, sea porque representa otro grupo, sea porque le disputa el liderazgo. B) El consumidor infiel. Un adicto convertido en consumidor cautivo y que ante la necesidad de su adicción consume droga de otro grupo o territorio controlado. Y C) Los incómodos, aquellos que perturban la “pax narca”, la paz establecida en el territorio y que asegura que el pacto, implícito o explícito, con las autoridades se ponga en cuestión. Son las famosas limpias que se anuncian de cuando en cuando con pancartas en diversos territorios.
La desaparición por trata es la explotación de personas sea con fines sexuales, principalmente niñas y mujeres jóvenes, un fenómeno creciente y poco visibilizado en este país, y la desaparición por leva, aquellos jóvenes que casi siempre con engaños son llevados a trabajar sea como parte de los ejércitos de sicarios o en laboratorios clandestinos. A diferencia de quiénes son desaparecidos como una forma de ejercer le miedo y el control territorial, estas personas suelen sobrevivir y requieren ser buscadas en vida, cosa que ningún Gobierno ha querido hacer ni entender.
La desaparición se ha establecido social y jurídicamente, es un delito continuado, que no termina nunca. Es una tragedia que golpea a las familias y a la sociedad completa. Minimizarla, esconderla, desaparecerla de la escena política nacional y local, como está haciendo el gobierno de López Obrador y decenas de gobiernos estatales, es un crimen social. La desaparición nos implica a todos.
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