Los rescatistas dicen que intentan salvar tantas vidas como pueden. Pero en cualquier momento, podrían tener que salvarse ellos también.
Por Najib Jobain, Samya Kullab, Ravi Nessman, Matthew Lee, Isabel Debre y Wafaa Shufara
KHAN YOUNIS/CIUDAD DE GAZA, Franja de Gaza (AP).— El Ministerio de Salud de Gaza, controlado por Hamás, informó que murieron más de 500 palestinos tras una explosión en hospital después de un supuesto ataque israelí.
De confirmarse el ataque al Hospital al-Ahli en Gaza, sería por mucho el peor bombardeo israelí en las cinco guerras que ha peleado Israel contra Hamás desde 2008.
El ejército de Israel informó que está investigando los informes.
Entre tanto, mediadores trataban de desbloquear la ayuda para millones de civiles cada vez más desesperados en el territorio sitiado y atacado por Israel desde un brutal ataque de milicianos de Hamás.
La violencia en la frontera israelí con Líbano también avivaba el temor a un conflicto regional más amplio que los diplomáticos trataban de evitar.
En Gaza, los heridos llegaban al hospital tras intensos ataques en las afueras de las ciudades sureñas de Rafah y Khan Younis, según residentes. Basem Naim, exministro de Salud y miembro destacado de Hamás, informó de 27 muertos en Rafah y 30 en Khan Younis.
Un reportero de The Associated Press vio unos 50 cuerpos trasladados al hospital Nasser en Khan Younis desde la madrugada del martes. Los familiares acudieron a reclamar los cuerpos envueltos en sábanas blancas, algunas empapadas en sangre.
Un ataque en Deir al Balah redujo a escombros una casa y mató a nueve miembros de la familia que vivía allí. Tres miembros de otra familia que habían evacuado desde Ciudad de Gaza murieron en una casa vecina. Los fallecidos eran un hombre y 11 mujeres y niños. Los testigos dijeron que no hubo advertencias antes del ataque.
El ejército israelí dijo estar atacando escondites, infraestructura y centros de mando de Hamás.
“Cuando vemos un objetivo, cuando vemos algo que se mueve que es Hamás, nos encargamos de ello», dijo el teniente coronel Richard Hecht, vocero del ejército israelí.
Israel ha aislado y bombardeado sin descanso el territorio, gobernada por Hamás, desde el ataque de la semana pasada en el sur de Israel en el que los milicianos mataron a mil 400 personas, la mayoría civiles, y capturaron a unas 200 personas que están retenidas en Gaza.
Los ataques israelíes han matado al menos a dos mil 778 personas y herido a otras nueve mil 700 en Gaza, según el Ministerio de Salud del territorio. Casi dos tercios de los muertos eran niños, dijo Medhat Abbas, miembro del Ministerio. Los ataques no han detenido los cohetes lanzados por los milicianos de Hamás desde Gaza contra Israel.
Se estima que hay otras mil 200 personas sepultadas bajo los escombros en Gaza, vivas o muertas, según las autoridades de salud. Los equipos de emergencias tenían problemas para rescatar a la gente sin acceso a Internet ni redes celulares, con menguantes reservas de combustible y bajo los bombardeos constantes.
El lunes por la mañana, aviones israelíes atacaron la base de Defensa Civil en Ciudad de Gaza y mataron a siete paramédicos. Otros 10 trabajadores médicos han muerto en su puesto, según las autoridades de salud.
Israel ha acumulado tropas en la frontera para una ofensiva terrestre, aunque Hecht dijo el martes que no se habían tomado decisiones al respecto.
“Estos planes están en desarrollo. Serán decididos por y presentados a nuestros líderes políticos”, afirmó.
La combinación de ataques aéreos, suministros que se agotan y la orden de evacuación masiva para el norte de la Franja de Gaza ha sumido en el caos al diminuto territorio de 2.3 millones de habitantes y causado una desesperación creciente.
Más de un millón de palestinos han huido de sus hogares y el 60 por ciento está ahora en una zona de unos 14 kilómetros (ocho millas) de largo al sur de la zona de evacuación, según Naciones Unidas.
Los cooperantes advierten que el enclave prácticamente ha colapsado y los hospitales están a punto de quedarse sin electricidad, mientras cientos de miles de personas tratan de conseguir agua y pan.
Algunos departamentos del único hospital especializado en cáncer en Gaza dejaron de operar por falta de combustible y las unidades restantes se quedarían sin nada en dos días, según un comunicado de Sobhi Skik, director general del Hospital Amistad Turca.
En el paso de Rafah, la única conexión de Gaza con Egipto, camiones repletos de ayuda humanitaria aguardaban a entrar en el pequeño y populoso territorio, mientras civiles con ciudadanía extranjera —muchos de ellos, palestinos con doble nacionalidad— confiaban desesperados en que se les permitiera salir.
Los mediadores buscaban un acuerdo para establecer un cese el fuego y abrir la frontera, que cerró la semana pasada tras el inicio de los ataques aéreos israelíes. El lunes parecía que se había alcanzado un acuerdo, pero Israel negó los reportes de un cese el fuego en Rafah, algo necesario para abrir las puertas. El martes por la mañana seguían cerradas.
Un funcionario egipcio dijo el martes que Egipto e Israel habían acordado que los convoyes humanitarios en la frontera viajarían a Israel para ser inspeccionados en el cruce de Kerem Shalom entre Gaza e Israel. Después se permitiría la entrada de la ayuda a Gaza. Se habilitaría un breve cese el fuego humanitario y los ciudadanos extranjeros podrían salir de Gaza a través de Rafah, indicó el funcionario bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado a hablar con los medios.
Tanto Hamás como Israel cuestionaron que la apertura fuera inminente.
“Los pasos están cerrados, y no estoy informado de una tregua o un cese de las hostilidades”, dijo Hecht.
Wael Abu Omar, vocero de Hamás para el cruce de Rafah, dijo que “por ahora, no hay acuerdo”.
El Programa Mundial de Alimentos afirmó que tenía más de 300 toneladas de comida esperando para cruzar a Gaza. “Nadie renuncia a la esperanza de que este (cruce) se abra”, comentó Abeer Etefa, del PMA.
El Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, que regresó el lunes a Israel por segunda ocasión en una semana tras una gira por países árabes, dijo en Tel Aviv que Estados Unidos e Israel habían acordado trazar un plan para que la ayuda humanitaria llegara a los civiles en Gaza. Se dieron pocos detalles, aunque el plan incluiría “la posibilidad de crear zonas para mantener a los civiles alejados del peligro”.
El general Erik Kurilla, responsable del Comando Central de Estados Unidos, llegó a Tel Aviv para reunirse con la cúpula militar israelí antes de una visita de Biden prevista para el miércoles para mostrar el apoyo de la Casa Blanca al país. Biden también viajaría a Jordania para reunirse con líderes árabes entre temores de que los combates pudieran desencadenar un conflicto regional más amplio.
Israel evacuó poblaciones cerca de su localidad norteña con Líbano, donde el ejército ha cruzado fuego en varias ocasiones con el grupo Hezbollah.
El ejército dijo haber matado a cuatro milicianos con chalecos explosivos que intentaban cruzar al país desde Líbano el martes por la mañana. Un video grabado por un dron de reconocimiento compartido por el ejército mostraba a los milicianos cerca del muro fronterizo antes de que fueran atacados, lo que provocó una explosión. Ningún grupo se atribuyó la responsabilidad en un principio.
“Quien sea que acerque a la frontera con Líbano morirá”, dijo el contraalmirante Daniel Hagari, portavoz del ejército israelí.
Israel ha advertido a Líbano de duras represalias por ataques desde el otro lado de la frontera. Israel libró una dura guerra de varios meses con Hezbollah en 2006 que terminó en tablas y en una tensa calma entre los dos bandos.
Por su parte, el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, advirtió que la ofensiva continuada de Israel en Gaza provocaría una reacción violenta en toda la región.
“Los bombardeos deben detenerse de inmediato. Las naciones musulmanas están enojadas”, dijo Jamenei, según medios estatales.
El ejército israelí dijo el lunes que por lo menos 199 personas fueron tomadas como rehenes y llevadas a Gaza, una cifra que supera las estimaciones previas. Hamás informó también el lunes que tenía entre 200 y 250 rehenes.
El brazo militar de Hamás publicó un video de una rehén con vendajes en el brazo. La mujer, que se identificó como Mia Schem, de 21 años, se mecía ligeramente mientras hablaba mientras se oían explosiones de fondo.
El calvario de los rehenes ha dominado la cobertura de los medios de comunicación en Israel desde el ataque de Hamás. Las autoridades israelíes han prometido mantener el asedio sobre Gaza hasta que se libere a los rehenes.
En Gaza, más de 400 mil personas desplazadas en el sur se abarrotaban en escuelas y otras instalaciones de la agencia de Naciones Unidas para los palestinos. Pero la organización dijo que apenas tenía un litro de agua al día para cada uno de sus empleados atrapados en el territorio.
Israel reabrió durante tres horas una conducción de agua al sur que beneficiaba apenas al 14 por ciento de la población de Gaza, según la ONU.
MÉDICOS TRATAN DE SALVAR VIDAS BAJO EL ASEDIO EN GAZA
Durante horas y horas, Moen Abu Aish excava entre los escombros de viviendas derruidas en busca de sobrevivientes de ataques aéreos israelíes, una tarea ingente y desesperada que se ve complicada por la falta de suministros cruciales y por el alcance de la destrucción en la Franja de Gaza.
Mientras el rescatista de 58 años y sus colegas tratan de sacar cuerpos sin vida de entre el concreto y el metal retorcido que quedan donde antes había bloques residenciales, la cifra de muertos sigue subiendo. El Ministerio gazatí de Salud ha reportado que el bombardeo israelí —iniciado tras un cruento ataque sin precedentes de Hamás contra Israel el 7 de octubre— ha matado a más de dos mil 700 palestinos, muchos de ellos mujeres y niños.
Pero han muerto muchos más palestinos de los que recogen las cifras oficiales, y se cree que mil 200 personas, entre ellos unos 500 menores, siguen atrapados bajo los escombros esperando el rescate o a que se recuperen sus cuerpos, según las autoridades de salud, que basaron sus estimaciones en las llamadas de auxilio recibidas.
“Muchas veces los médicos dicen que oyen gritar a las víctimas, pero no pueden hacer nada al respecto”, dijo Mohammed Abu Selmia, director general del hospital de Shifa, el centro médico más grande de Gaza.
Las decenas de víctimas sepultadas bajo los edificios destruidos son un reflejo de las dificultades de los rescatistas que intentan salvar vidas en Gaza, sin acceso a Internet ni redes de celular, mientras se acaba el combustible y bajo ataques aéreos constantes.
Israel impuso un asedio total a Gaza después del ataque de Hamás y cortó el acceso de la franja a agua, combustible y energía. Las autoridades de salud han advertido que sin ayuda humanitaria, los hospitales y los servicios de emergencias colapsarán pronto. Los hospitales que operan con generadores de emergencia dicen que les queda combustible para un día o dos como mucho.
“La destrucción es tan intensa (que) hay cientos de muertos bajo los escombros mientras hablamos”, dijo Mahmoud Basal, vocero de la Defensa Civil Palestina, que presta servicios de emergencias, mientras se le quebraba la voz y trataba de contener las lágrimas. “¿Dónde están los países árabes? ¿Dónde está el resto del mundo? Se lo suplicamos, sálvennos de esta locura”.
Al amanecer del lunes, los aviones israelíes golpearon la sede de la Defensa Civil en Ciudad de Gaza, donde mataron a siete paramédicos que se preparaban para una misión de rescate, según el Ministerio del Interior. En videos muy difundidos tras el impacto se veía a médicos, conmocionados y agotados, acurrucados en la parte trasera de su ambulancia ensangrentada con las manos en la cabeza.
“Atacaron un centro de ambulancias”, se lamentaba uno, con la voz crispada. “No hay armas. No hay milicianos. No hay nada, nada más que civiles”.
El ejército israelí no hizo comentarios sobre el ataque en un primer momento, pero en el pasado ha acusado a milicianos de Hamás de emplear hospitales y servicios de rescate como cobertura. Afirma que sólo ataca lugares e infraestructura empleados por Hamás y otros grupos milicianos.
Desde que comenzó esta guerra, otros 16 médicos han muerto en su puesto, según la oficina de prensa del Gobierno de Gaza.
“Estoy aterrado todo el tiempo, por supuesto que lo estoy. Soy humano”, dijo Abu Aish desde el hospital de Al Awda, en el norte de Gaza, donde los médicos rechazaron esta semana la orden del ejército israelí de evacuar. “Veo las peores cosas que uno podría imaginar”.
Como la mayoría del personal médico, Abu Aish ha pasado los últimos días en la zona de ambulancias del hospital y duerme unas pocas horas antes de regresar a su duro trabajo. Las enormes detonaciones que retumban en el campo de refugiados norteño de Jabaliya, donde vive, ya eran lo suficientemente malas.
Lo que las empeoró es no saber qué ha sido de sus seres queridos.
No ha hablado con su familia en cinco días, desde que el bombardeo israelí destruyó dos de las tres principales líneas de comunicación celular en Gaza la semana pasada.
“Los extraño tanto que duele”, dijo de sus siete hijos y 10 nietos. “Pero esta es mi misión. La respeto”.
En el hospital, tras el estruendo de las explosiones cercanas llegan las llamadas de auxilio. Abu Aish maneja tan lejos como puede en la ambulancia y salta fuera cuando las carreteras están tan levantadas que son inutilizables. Su equipo y él corren en dirección opuesta a las familias en pánico para llegar a pie a casas en ruinas con poco más que linternas, palas y otras herramientas básicas como picos, sierras, azadas y sopletes para cortar barras de metal.
A los rescatistas con trajes reflectantes y cascos blancos les faltan excavadoras, escaleras y maquinaria pesada, un resultado del bloqueo impuesto por Israel y Egipto en 2007 para impedir que Hamás excavara túneles y se rearmara. A menudo, Abu Aish utiliza las manos desnudas para retirar trozos de concreto mezclado con las pertenencias y recuerdos personales de los habitantes del edificio.
Pero mientras trabajan, oyen bombardeos en la distancia. Otro bloque de viviendas derribado. Más gente que necesita su ayuda con urgencia.
Los residentes dicen que a menudo pasan horas hasta que los rescatistas llegan al lugar de un ataque y buscan víctimas. Para entonces, las posibilidades de encontrar más sobrevivientes son escasas.
Ali Ahad, un vecino de Ciudad de Gaza de 37 años, dijo que cuando los ataques aéreos destruyeron el edificio residencial de al lado, los rescatistas nunca llegaron.
Sus amigos y él corrieron fuera en sus pantuflas, buscaron entre los escombros y trataron de sacar de entre las ruinas a hombres y mujeres cubiertos de sangre utilizando mantas. Cuando vieron una ambulancia a toda velocidad por la calle hacia el hospital de Shifa la persiguieron, golpeando las ventanas para que parase y encontrar un hueco en el vehículo para sus vecinos.
“Hay gente como nosotros utilizando las manos, y tenemos cero experiencia en estas cosas”, dijo. “No hay infraestructura. No hay capacidad”.
Entre los 10 médicos muertos en la última semana había cuatro trabajadores de la Media Luna Roja palestina. Los ataques aéreos del miércoles golpearon sus ambulancias en dos lugares distintos.
Tres de los muertos ese día estaban esperando para evacuar a civiles de Jabaliya. “Esa pérdida me traumatizó”, dijo su colega Salem Abu Al-Khair. Mientras hablaba desde el centro de ambulancias, el ruido de los ataques aéreos se oía de fondo.
“Incluso durante esta entrevista nos están bombardeando”, dijo. “Ese es el nivel del peligro”.
Las buenas noticias son poco frecuentes para los médicos de Gaza. El jueves, tras los ataques aéreos en Jabaliya, Abu Aish encontró a una madre abrazando a un niño pequeño de entre los escombros. La madre había muerto, junto con el resto de los familiares en el edificio derruido.
Pero el niño, que no tenía más de tres años, estaba vivo.
Abu Aish le sacó de entre los escombros y le llevó a la ambulancia. Estaba cubierto de tierra, pero completamente ileso, dijo.
“Esos momentos me dan la voluntad para continuar”, dijo. “Ese es mi trabajo, nunca quiero dejar morir a un solo niño como ese”.