Tomás Calvillo Unna
27/09/2023 - 12:04 am
Saber aterrizar en el sueño
"Las siluetas que encriptan el sentimiento de ser semillas de infinito, aparecen en la oquedad de la tarde, cuando la luz reclina sus brazos".
Rendija: El no precipitarse en estos tiempos, es un buen signo, no solo de prudencia. Cuál es la prisa cuando reina la confusión. Un poco de distancia ayuda a ver mejor. Enero es un buen mes para saber por dónde caminar. El ruido no es buen consejero.
I
El pesado avión del sueño
se salió de la pista,
aterrizó con dificultad
y va dando tumbos lentamente,
hasta quedar varado
en los márgenes de la pesadilla.
Ya podemos bajar;
las sábanas arrugadas del amanecer,
son la tela desprendida de los desiertos.
Espinas de calor en la piel de asfalto
cintas que circundan la ciudad
de fragmentados laberintos…
II
En el improvisado estacionamiento,
el Ahuehuete,
preside el día y la noche
inmenso por donde se le vea:
su tamaño y edad
la rugosa y sombreada experiencia.
En su cresta
que seguimos imaginando,
sus canas de agua:
el guiño de lluvia
de la nube siempre pasajera.
III
Las siluetas que encriptan el sentimiento
de ser semillas de infinito,
aparecen en la oquedad de la tarde,
cuando la luz reclina sus brazos,
y por momentos
advertimos a los árboles
conversar en voz baja;
sus hojas intermitentes y apacibles
en su vaivén de verdes y naranjas
y el rojo puntual y los ocres,
parecieran acordar
sus diversos
y múltiples encajes;
como el testimonio inaudito
de un oculto deseo por caminar.
IV
Sin preverlo,
por descuido y complicidad
apareció:
Deja que la mierda
recoja a sus propios enterradores;
estaba escrito en ese muro
casi derruido de la calle principal.
Al dar la vuelta
en la esquina
llevando las maletas del viaje,
se estampó ese grafiti
encendido de impotencia,
con el hedor de la miseria humana
de una ciudad horadada
por el miedo y la confusión.
El crimen, la mente criminal,
con sus cuerpos asesinos e insaciables,
esculpiendo los monumentos de sus egos,
estatuas de envenenada sal,
revestidas de benefactores,
portadores de los grilletes
de la adicción y la amenaza;
rodeados de aplaudidores,
siniestros endiosados en el demonio
de creerse los dadivosos salvadores
de miles de hombres y mujeres,
que hacen fila
para saber que aún existen,
y que están vivos.
V
La noche se aproxima:
en su vientre palpita un milagro:
venerar las estrellas
y esta indulgencia de la oscuridad
donde se gesta la humildad de la tierra
en su sapiencia:
un vuelco de amaneceres
impecables,
están por venir;
retomarán el camino,
lo siniestro desaparecerá.
Así,
en una hoja de amate
el anciano entrega su testamento.
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