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Ricardo Ravelo

21/09/2023 - 12:03 am

Ovidio Guzmán, en los dos filos de la navaja

«Ovidio Guzmán está en los dos filos de la navaja: hundirse en la prisión o traicionar a sus hermanos».

«‘El Ratón’ construyó una historia criminal que lo catapultó como un capo tan famoso como su padre, Joaquín Guzmán Loera». Foto: Especial

Aún con todos los amparos y recursos dilatorios que interpuso, la suerte de Ovidio Guzmán López, “El Ratón”, estaba echada: tarde que temprano sería extraditado a Estados Unidos donde lo esperaban, ordenados en pirámide, doce expedientes –un arsenal voluminoso de acusaciones criminales –por diversos delitos, desde conspiración para introducir drogas hasta lavado de dinero. Su viaje al país vecino, realizado en un siantiamén el lunes 17, no parece tener retorno.

Con poco más de una treintena de años a cuestas, “El Ratón” construyó una historia criminal que lo catapultó como un capo tan famoso como su padre, Joaquín Guzmán Loera; su fama traspasó fronteras tras su primera fuga, en 2001, del penal de Puente Grande, cuando apenas habían transcurrido dieciséis días del sexenio de Vicente Fox. Incluso se llegó a decir que la orden “de arriba” fue sacarlo de la prisión para “poner orden” en el mapa criminal y, para ello, se involucraron varios funcionarios de entonces. Esta versión redujo la historia del carrito de ropa a nivel de cuento fantástico.

A menor escala, Ovidio Guzmán siguió los pasos de su padre: tras la captura y extradición de su progenitor, Guzmán López pasó a ocupar una posición relevante en el organigrama del cártel de Sinaloa. Junto a él operaban sus hermanos Joaquín Guzmán López, “El Gúero”; Iván Archivaldo  y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, éste último conocido como  “Alfredito”. Todos ellos son herederos del narcoimperio construido por su padre con la complicidad de Ismael “El Mayo” Zambada – de quien no se habla –y de Juan José Esparragoza Moreno, “El Azul”, a quien prácticamente se lo tragó la tierra: Se afirma que está muerto, pero ninguna autoridad nacional ni extranjera lo ha confirmado desde el 2014 Es un misterio similar al de Amado Carrillo Fuentes, “El Señor de los Cielos”.

La agencia antidrogas norteamericana, DEA, le siguió los pasos a los hijos de “El Chapo” Guzmán por largo tiempo. A Ovidio lo llegó a ubicar como coordinador logístico. Era, en realidad, el encargado de transportar grandes cargamentos de cocaína, heroína, marihuana, metanfetaminas y fentanilo a Estados Unidos, el voraz mercado de consumo.

La ruta del dinero también fue rastreada momento a momento: la DEA pudo saber que las ganancias obtenidas por la distribución de drogas era enviada a México y, en ese país, se utilizaron varios rubros para blanquear esos capitales: inversiones en hotelería, bienes raíces, compra de tierras, negocios de comida, centros de belleza –Spa—por citar sólo algunos de los más socorridos por el crimen organizado.

Mientras “El Chapo” Guzmán enfrentaba a la justicia norteamericana ya extraditado, sus hijos vivían una etapa de jauja e impunidad en Sinaloa. Eran intocables, tanto, que se daban una vida de lujo –una verdadera Dolce Vita –y continuaban el negocio igual que lo hizo su padre: con protección oficial. No podía ser de otra forma.

Sin embargo, al interior del cártel no todo marchaba bien: había serias confrontaciones por el control de la organización criminal. Los hijos de Guzmán Loera terminaron enfrentados con su tío, Aureliano Guzmán Loera, “El Guano”, quien a base de violencia pretendía quedarse con el mando del grupo criminal. No se lo permitieron, inevitables las amenazas de muerte y el poder de las armas con las que se amagaron en no pocas ocasiones.

“El Guano” no era un tipo de trato fácil. Fue detenido el 25 de febrero de este año durante un operativo implementado por las Fuerzas Armadas. En esa redada cayeron otras piezas de Sinaloa. Según la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), era uno de los más hábiles traficantes de heroína, fentanilo y cocaína a Estados Unidos. También le dio por incursionar en el mundo sintético y le entró al tráfico de fentanilo, todo, porque se dio cuenta que era una droga de moda entre los gringos.

Por sus destrezas, la Sedena y la DEA lo consideraban “El verdadero señor de la sierra”; operaba en el llamado Triángulo Dorado, que comprende los estados de Sinaloa, Chihuahua y Durango, en otro tiempo dominios del cártel de Juárez.

Su descendencia también es tan violenta como él. Eso aprendieron. En diciembre de 2022 circuló el rumor de que su hijo –Aureliano Guzmán Araujo, “El Juanito” y/o “El Pelón” –disparó al interior del bar “El Casanova”. La policía acudió al lugar, pero dejaron libre al hijo de “El Guano” y a sus acompañantes. “Aquí la ley somos nosotros”, les dijeron a los policías, quienes se retiraron con el visible temor de ser castigados por sus jefes, cómplices del cártel de Sinaloa.

Tras su captura, en Sinaloa, a principios de este año, Ovidio Guzmán fue internado en el penal de La Palma, en el Estado de México, de donde se fugó su padre en 2014, según la versión oficial, a través de un túnel. En realidad ese túnel fue construido por trabajadores de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), cuyos aviones utilizaba Sinaloa, durante el gobierno de Felipe Calderón, para transportar droga desde Sudamérica hasta México.

Un caso que ilustra lo anterior ocurrió en el gobierno de Calderón: un avión de esa dependencia gubernamental, un DC-9 Douglas, aterrizó en Campeche con varias toneladas de cocaína. Días antes de que la aeronave despegara del aeropuerto de Maiquetía, Venezuela, policías federales se dieron a la tarea de buscar un aeropuerto a modo para que el avión pudiera aterrizar. Traían mucho dinero para comprar a las autoridades, según el expediente del caso.

El objetivo era que el avión llegara a Toluca, pero en un segundo momento; que una vez que arribara al Estado de México el vuelo tuviera la categoría de nacional –y no internacional — a fin de evitar la intervención de las Fuerzas Armadas y que sólo la policía local participara en su revisión, la cual ya estaba arreglada con el cártel de Sinaloa. Pero la operación falló: el avión de CONAGUA fue interceptado en Campeche y ahí fue asegurada la droga. Estaba empaquetada en maletas y en las agarraderas había cintas de colores engarzadas. Cada color era un cártel. Esto indicaba a qué grupos iba destinada la droga.

De vuelta a Ovidio. Ya en la prisión del Altiplano, el vástago de Guzmán Loera operó a través de sus abogados una cascada de amparos para evitar ser extraditado. Si no todos, una buena parte se los concedieron a favor de que permaneciera en México. El caso se antojaba para que se convirtiera en un largo juicio, pero el gobierno de Estados Unidos hizo valer el convenio de cooperación que tiene firmado con México para aprontar la extradición de Ovidio Guzmán, tal como ocurrió.

Y ahí quedaron en espera de resolución al menos una decena de amparos cuyas resoluciones podrían ser dictadas en ausencia del interesado, pues desde el lunes 17 Ovidio Guzmán ya es presidiario del Centro Correccional Metropolitano, en Chicago, una prisión federal de seguridad administrativa ubicada en el centro de esa ciudad estadunidense.

A su arribo a Chicago, a Ovidio Guzmán ya lo esperaban doce cargos por delincuencia organizada. La Corte del Distrito Norte de Illinois , en Chicago, fue la primera en presentar cargos penales en contra de Ovidio Guzmán López; también es requerido en Nueva York y Washington D.C, donde tiene otros expedientes abiertos.

Las imputaciones en su contra fueron publicadas el 18 de enero de este año, trece días después de su captura en Sinaloa . El expediente del caso está en manos de la juez Sharon Jhonson Coleman.

En el folio 1:09cr00383, el expediente cita que Ovidio Guzmán es presuntamente responsable de cinco delitos: posesión de drogas con intención de distribuirlas; participación en una empresa criminal continúa; conspiración para importar, manufacturar y distribuir sustancias controladas; conspiración para lavado de dinero y portación de arma de fuego, entre otros.

De ser declarado culpable, Ovidio Guzmán podría enfrentar varias cadenas perpetuas, aunque tiene la posibilidad de negociar con la justicia de Estados Unidos y declarar lo que sabe sobre las operaciones del cártel de Sinaloa ahora encabezado por sus hermanos. Bajo esta circunstancia, Ovidio Guzmán está en los dos filos de la navaja: hundirse en la prisión o traicionar a sus hermanos.

 

APUNTES DEL SUBSUELO

La disputa por Veracruz

Héctor Yunes Landa, exlíder juvenil, exsenador de la República, exdiputado federal y excandidato a la gubernatura de Veracruz en 2018, da pasos y muy firmes para ser, otra vez, candidato del Frente Amplio por México. Las condiciones están dadas para un posible triunfo del político veracruzano, pues el gobierno de Cuitláhuac García Jiménez ha convertido al estado en un verdadero campo de batalla de las bandas del crimen organizado. En Veracruz todo se pervirtió tras el arribo de Cuitláhuac García: existe protección al crimen; el secretario General de Gobierno, Érick Cisneros, es investigado por la DEA por sus presuntos nexos con capos de la droga; también por ser la cabeza de jugosos negocios como el tráfico humano, migrantes que cruzan a México por Chiapas tienen que pagar sumas elevadas para pasar por Veracruz sin ser detenidos. En este negocio también participa la policía estatal y algunos elementos de la Guardia Nacional. De tal suerte que Yunes Landa tendría un rico escenario para no sólo hacer una intensa campaña sino para proponer un cambio real en el estado. Lo que necesita es un proyecto de gobierno viable –sin demagogia –y salir a recorrer todos los rincones del estado para conseguir el voto. Su tarea no será fácil: enfrente y con el apoyo presidencial tendría como contrincante a Rocío Nahle, secretaria de Energía, quien ya aceptó que buscará la gubernatura. Ella, antes de convertirse en candidata, tendría que ganar la encuesta planteada por MORENA. Los resultados del actual gobernador no le ayudan a la oriunda de Zacatecas y ella lo sabe. Por ello, su mayor apoyo es el presidente Andrés Manuel López Obrador. Yunes, por su parte, tiene la experiencia de venir desde abajo, desde las lides juveniles y conoce, como nadie, cada rincón del estado porque lo ha recorrido en no pocas ocasiones. Tiene experiencia, lo que le falta a la secretaria de energía.

Ricardo Ravelo
Ricardo Ravelo Galó es periodista desde hace 30 años y se ha especializado en temas relacionados con el crimen organizado y la seguridad nacional. Fue premio nacional de periodismo en 2008 por sus reportajes sobre narcotráfico en el semanario Proceso, donde cubrió la fuente policiaca durante quince años. En 2013 recibió el premio Rodolfo Walsh durante la Semana Negra de Guijón, España, por su libro de no ficción Narcomex. Es autor, entre otros libros, de Los Narcoabogados, Osiel: vida y tragedia de un capo, Los Zetas: la franquicia criminal y En manos del narco.

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