Óscar de la Borbolla
28/08/2023 - 12:03 am
La responsabilidad metafísica
"Otro mundo, otro país, otra clase de personas seríamos cada uno de nosotros si la responsabilidad que a cada uno corresponde la asumiéramos sin regateos".
Ser responsable es, quizás, una de las características más importantes para la fundación tanto individual como social: una persona responsable es considerada —me atrevería a proponer que de manera unánime— como una persona de fiar, pues está cualidad es uno de los factores decisivos para el buen funcionamiento de cualquier relación, sea laboral, conyugal o simplemente de amistad, y una sociedad formada por individuos responsables es, sin lugar a dudas, una sociedad sana donde la vida marcha correctamente. Se pueden decir todos los primores que se nos ocurran a propósito de la responsabilidad y, seguramente, la andanada de ventajas siempre se quedaría corta; pero preguntémonos ¿qué es la responsabilidad?, ¿en qué consiste?
Aventuremos de una definición extraordinariamente simple relacionando dos palabras emparentadas etimológicamente: "Responsable es aquel que responde". Responder es acudir al llamado, es dar la cara, no esconderse, no eludir la responsabilidad que uno tiene, asumir que uno es el causante o el culpable de un hecho, no hacerse el disimulado o echarle la culpa a otro.
De acuerdo con esta elemental definición, ser responsable es responder a todo aquello que nos corresponde, que nos compete: básicamente responderles a aquellos con quienes nos hemos comprometido o a aquellos que son nuestra responsabilidad y, también, responder por nuestros actos y estar a la altura de las acciones a las que nos hemos comprometido. De ahí que sea una irresponsabilidad adquirir compromisos para los cuales uno no está calificado y no realizar el trabajo por el que uno cobra.
Una persona irresponsable, en consecuencia, es la que no responde, la que se esconde, la que adquiere compromisos para los que no posee las respectivas competencias. El irresponsable es el que no reconoce la autoría de sus actos, el desobligado que se desentiende de su deber o, en pocas palabras, el que no asume la responsabilidad de su existencia.
Porque todos, a partir de un determinado momento, somos responsables de nuestra existencia. Los seres humanos no pueden echarle la culpa de su existencia a otra persona, por más que lo jovenes muchas veces digan: "yo no pedí nacer"; son responsables de sus vidas porque siguen aquí. Digámoslo de la manera más cruda: todos somos responsables de nuestra existencia porque pudiendo suicidarnos optamos por seguir en la vida.
Y sin embargo, una mayoría inmensa es de personas es irresponsable: no hace su trabajo, no cumple con su deber, no da la cara por sus actos y prefiere culpar al mundo entero de su situación antes que aceptar que es lo que es a causa de lo que ha hecho de sí mismo: "El hombre es hijo de sus propios actos, dice Cervantes en el Quijote. Conste, no digo que tiene lo que tiene, sino que es lo que es.
Otro mundo, otro país, otra clase de personas seríamos cada uno de nosotros si la responsabilidad que a cada uno corresponde la asumiéramos sin regateos. Miro el mundo, miro este país y comprendo que la irresponsabilidad es el peor de los pecados sociales.
Twitter @oscardelaborbol
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