Diego Gómez Pickering habló con SinEmbargo sobre África, radiografía de un continente, un recorrido a través de entrevistas, crónicas, reportajes, ensayos y diarios de viaje sobre esta parte del mundo y los lazos que guarda con América Latina.
Ciudad de México, 26 de agosto (SinEmbargo).– África es un mosaico de lenguas, culturas, etnias e historias compuesto por cincuenta y cuatro países, divididos a su vez en múltiples naciones, sobre la cual persiste una visión parcial y muy colonialista, sobre todo en países como México, planteó el escritor, periodista y diplomático Diego Gómez Pickering.
Gómez Pickering escribe África, radiografía de un continente (Taurus), en el que recorre las diferentes regiones y zonas de esta parte del mundo en la que cual existen ciertos paralelismos con América Latina, México incluido, como el extractivismo y el colonialismo que vivieron hasta su independencia, además del vínculo insoslayable de esta tercera raíz africana que amalgamó el mestizaje americano.
“No podemos obviar que África es uno de los continentes si no es que el continente más incomprendido, por falta de conocimiento, por ignorancia, porque se lee no con esta visión que no deja de ser imperialista al final del día. De aquí nace, desde el punto de vista, la necesidad de empezar a buscar plumas y voces de América Latina que nos narre en África una persona y con una visión más de igual, creo que entre América Latina y África hay no sólo raíces muy arraigadas, hay raíces muy profundas que nos hermanan y también hay actualidades, contextos, realidades y coyunturas muy parecidas, y desde América Latina podemos entender a África de una manera mucho más cercana si empezamos a verla con ojos propios”, expuso el autor de esta obra.
Este libro es el resultado de 15 años de trabajo y 30 años de recorrer esta región compuesta por una “geografía de contrastes, surcada por desiertos, sabanas, humedales y selvas”, como señala la reseña. “África es, sobre todo, movimiento. Movimiento que sirve como hilo conductor a los veintiún textos que conforman este libro. Un compendio de entrevistas, crónicas, reportajes, ensayos y diarios de viaje africanos”, los cuales son presentados geográficamente, en orden de los puntos cardinales.
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—¿Cuál es la necesidad de contar con una visión propia para entender un continente con el que hay muchas similitudes?
—La intención inicial y uno de los principales propósitos de hacer este compendio de 21 textos para dibujar a grosso modo un mapa africano, a través de las letras, es invitar a los lectores mexicanos a generar una visión propia. Desafortunadamente, por un cúmulo de circunstancias y por diferentes razones, a lo largo de la historia todo lo que hemos conocido, todo lo que sabemos sobre África desde este lado del Atlántico, o en un 99.9 por ciento lo que sabemos sobre África, nos viene ahora sí que de rebote porque son traducciones al español de textos, sean investigaciones periodísticas, sean investigaciones académicas, sea literatura, no ficción, pues son traducciones de textos hechos inicialmente por plumas europeas, por plumas estadounidenses, en algunos casos son textos originales en español pero son producidos por España y todo esto nos ha llevado a tener, desde mi punto de vista, una visión parcial de África y una visión al final del día colonialista.
No podemos obviar que África es uno de los continentes si no es que el continente más incomprendido, por falta de conocimiento, por ignorancia, porque se lee con esta visión que no deja de ser imperialista al final del día. De aquí nace, desde el punto de vista, la necesidad de empezar a buscar plumas y voces de América Latina que nos narre en África una persona y con una visión más de igual, creo que entre América Latina y África hay no sólo raíces muy arraigadas, hay raíces muy profundas que nos hermanan sino que también hay actualidades, contextos, realidades y coyunturas muy parecidas, y desde América Latina podemos entender a África de una manera mucho más cercana si empezamos a verla con ojos propios y no haberla a través de los ojos de los europeos, o de los estadounidenses, de los norteamericanos, que es como la mayor parte del tiempo hemos hecho hasta ahora.
—¿Latinoamérica, México incluido, está más cerca de África al haber padecido estos fenómenos del colonialismo en carne propia, pero qué otros factores más nos hermanan?
—El factor que más nos hermana con África es, por supuesto, el factor histórico, el factor racial y étnico, no podemos obviar, aunque desafortunadamente poco hablamos de ello porque incluso la misma historia oficial por muchísimos años ha obviado esta situación, la negritud, la sangre negra, la raza negra es la tercera raíz mexicana.
En 1519 cuando desembarcan junto con Hernán Cortés esos cientos de españoles, de europeos, desembarcan también decenas de africanos, muchos esclavos pero también algunos libertos, africanos que ya habían, por diferentes vías, obtenido su libertad y que iban de igual a igual hasta cierto punto, porque el racismo hacia los africanos siempre es intrínseco, pero gozaban de esa libertad y participaron de manera activa en todos y cada uno de los acontecimientos principales que llevaron a la toma de Tenochtitlán, a la caída del imperio mexica y al nacimiento de México como lo entendemos, es decir, el resultado de ese encuentro de dos mundos que no fue encuentro de dos mundos, fue realmente un encuentro de tres mundos porque junto con Europa llega África a Mesoamérica y, de los tres nace México, entendido como este mestizaje entre tres realidades.
Ahora, si hablamos en un contexto más amplio, nos damos cuenta por supuesto que, el hecho de que tanto África como América Latina empezaran a sufrir los estragos de una política extractista, una política imperialista y de colonización, desde el siglo XVI, recordemos que es al finales del XV que Cristóbal llega a lo que es América, pero es a inicios del XVI que esa expansión imperialista europea en América al mismo tiempo se ve en África. Es en el siglo XVI cuando los portugueses comienzan a establecer asentamientos en toda la costa africana, desde lo que hoy es Marruecos y el Zar Accidental hasta un poco más al sur, Senegal, estuvo pasando por el Golfo de Guinea y dando la vuelta al cabo de Buena Esperanza hasta Tanzania y Mozambique.
Es realmente por 500 años que tanto uno como otro continente, estas dos regiones, región en el caso América Latina y continente en el caso africano, es donde hemos vivido con esta presencia exógena que en muchas circunstancias ha dejado cicatrices o incluso heridas abiertas, heridas que aún supuran y que hacen compleja la coyuntura de países relativamente jóvenes en América Latina, pues tenemos 200 años en promedio de vida independiente, en África en promedio 50 - 60 años, las independencias africanas suceden realmente hasta después de la Segunda Guerra Mundial, en la década de los 50 y los 60, pero la relación que tanto América como región y África como continente, tienen con el resto del mundo, con Occidente y con las potencias que en su momento les colonizaron, crearon, desde mi punto de vista, en situaciones similares por lo que creo que las experiencias africanas siempre resultarán de interés para nosotros como latinoamericanos.
—La falta de reconocimiento de esta tercera raíz, ¿corresponde a la prevalencia de este discurso imperialista?
—Yo creo que cuando hablamos del continente africano y en especial del África subsahariana, del África al sur del Sahel, del África negra, para diferenciarla del África árabe, a la fecha, hoy en el siglo XXI, en el año 2023 sigue habiendo una visión eurocéntrica y sigue habiendo un racismo en el discurso político, en el discurso incluso cultural, en el discurso económico, cuando se trata de enfocarnos en África.
¿Qué quiero decir con esto?, que África hoy por hoy, y a las muchas Áfricas porque no es una sola África, creo que sigue habiendo un racismo intrínseco muchas veces ya muy interiorizado y que, a través del cual, no ponemos a África de tú a tú, se ve a África como algo secundario, como algo menor, como algo más débil, menos desarrollado, como algo que no está a la par, y al subvaluarlo pues no le damos el lugar que corresponde, que es un lugar de igual a igual.
—¿Cómo fue tratar de entender un continente dividido en muchas Áfricas en el que persiste un discurso racista?
—Yo creo que es una experiencia muy aleccionadora para todos los que, desde la trinchera del periodismo, desde la trinchera de la diplomacia internacional, desde la trinchera de la antropología, desde la trinchera de la investigación de la academia, hemos tenido la oportunidad, la inquietud o la fortuna de encontrar a África entre nuestros objetivos, nuestros propósitos profesionales, nos hemos dado cuenta.
Yo creo que coincidirán todos los colegas africanistas aquí en México, de que es una experiencia muy aleccionadora porque, de primera instancia, conocer esta realidad, esta multiplicidad de realidades africanas, lo que nos hace es dar un par de pasos atrás y abordarlo con muchísima humildad porque nos damos cuenta que partimos de una ignorancia total y casi absoluta sobre esa complejidad, y somos víctimas también, al final del día, de la estructura académica y educativa en la que crecimos y en la que se nos ha culminado de cierta manera porque es una estructura académica y educativa, que responde a este eurocentrismo.
—Estos textos son bondadosos en el sentido de que permiten acercarte hacia estas historias que se leen lejanas, pero realmente sucedieron hace 10 - 20 años, o sea, están más cerca que cualquier otro suceso histórico.
—El propósito, al final del día sea, a través de las entrevistas, de los reportajes periodísticos, de las crónicas o de las diariaos de viaje que componen el libro, es dar voz a los protagonistas en las páginas del libro, escuchamos de primera mano a jóvenes marroquíes que están en espera de que se solucionen sus solicitudes de asilo en alguna Isla Canaria, mientras las autoridades españolas los tienen en una especie de limbo y a la espera de una resolución después de haber hecho estas travesías tan terribles y de haber sobrevivido en pleno Océano Atlántico, que en muchas ocasiones hunde las embarcaciones precarias con las que estos jóvenes menores de edad salen de puertos en lo que hoy es el Sahara Occidental, ocupado por Marruecos o incluso desde el sur como es Senegal.
En las páginas del libro escuchamos el testimonio de protagonistas fundamentales de la contemporaneidad política africana, la primera mujer Presidenta de África que presidió el Iberia después de esa cruenta guerra civil que casi destruye ese país fundado por negros libertos estadounidenses que llegan a la costa occidental de África en el siglo XIX o, por supuesto, la gran cosmovisión literaria, escuchamos de los luchadores por la libertad en Angola o el Sudán del Sur, escuchamos de pastores, de agricultores, realmente es es un compendio de muchas voces de jóvenes emprendedores y creadores en Kenia o Nigeria, que nos da una idea aunque sea muy general de esa África vibrante, de esas Áfricas que tienen que lidiar con muchos retos, pero que también tienen muchas soluciones, son muy creativas en abordarlas, creo que que en ese sentido el libro puede puede abrirnos la mente y puede hacernos considerar a África como una opción viable para también buscar soluciones para nuestra propia realidad.