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La historia de Marcelino Serna y el grupo de soldados mexicanos en la Gran Guerra

13/08/2023 - 12:02 am

Marcelino Serna, el mexicano más condecorado de la Primera Guerra Mundial, luchó junto a otros compatriotas en la Gran Guerra. En esta novela, Julio Godínez rescata a este grupo de soldados mexicanos en una trepidante novela en donde aún en lo más hondo de las trincheras puede distinguirse lo que hay detrás de la esencia humana.

Ciudad de México, 13 de agosto (SinEmbargo).– El escritor y periodista mexicano Julio Godínez ha dado vida a la novela El corazón de las trincheras ( Martínez Roca), el primer documento literario que relata la historia del grupo de soldados mexicanos que estuvieron en la Gran Guerra, entre ellos el más condecorado de este conflicto bélico, el héroe de batalla Marcelino Serna.

“¿Cuál fue la intención al momento de confeccionar esta novela? Colocar a los soldados mexicanos en todas esas situaciones y todos esos periplos que han contado los soldados franceses, los británicos, los alemanes en la literatura darles la visibilidad a estos soldados, a Marcelino Serna y a este grupo, también. Ha sido insertarlos en este momento de horror de la historia de la humanidad, y que a partir de esas escenas quede un registro de Justicia, para estos grupos que también vivieron esos momentos y que, ojo, no pudieron narrarlo”, compartió en entrevista con SinEmbargo el autor.

A diferencia de su anterior novela, la exitosa El mexicano de Buchenwald, Godínez reconoce que Marcelino Serna es un personaje más conocido, pero al cual rodean toda clase de impresiones y datos falsos que él buscó esclarecer. “Básicamente esa fue la idea, primero recolectar información con el rigor del periodismo, mi oficio, y eso me deja también adentrarme en estos detalles, que a mí me interesan mucho y que después se transforman en datos que yo siempre tengo la esperanza de que el lector disfrute”.

El resultado es una trepidante historia desde dentro de las trincheras de uno de los mayores conflictos bélicos en el que también participaron soldados mexicanos, hombres que en algún momento debieron cuestionarse su lugar en una guerra que no les pertenecía, como demuestra el hecho de que fueron quienes combatieron en la primera línea de fuego.

“Los soldados mexicanos en mi concepción, después de escribir esto, después de pasar tanto tiempo cerca de esta investigación, no pelearon junto a los soldados americanos, los soldados mexicanos pelearon delante de los soldados americanos, ¿qué quiere decir eso? Los echaron como carne de cañón en batallas como la batalla de Saint-Mihiel, que es la que yo narro”, compartió Julio Godinez.

El escritor y periodista mexicano Julio Godínez. Foto: Cortesía para SinEmbargo

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—¿Qué tanto facilitó para esta novela que Marcelino Serna fuera un personaje conocido a comparación de tu novela anterior, El mexicano de Buchenwald, que prácticamente tuviste la libertad creativa de crear una historia?

—Son dos perfiles distintos, Marcelino Serna, efectivamente, es un personaje conocido sobre todo en la frontera, en la zona de Chihuahua y Texas, lo que sería Ciudad Juárez y El Paso Texas. Ahí es donde Marcelino Serna realmente sí es conocido, incluso, hay un puente internacional que hace unos años, le pusieron Marcelino Serna, uno de los nuevos puentes que hay allí en esta zona, justo para congraciar esta amistad entre las dos ciudades.

Es una es una historia que ya se sabía, la intención de esta novela, en un primer momento, fue recabar información sobre él, porque había mucha, hace 10 años que yo tengo contacto con la historia de Serna, me di cuenta que había mucha información dispersa, sesgada, había muchos vacíos, inexactitudes en datos muy básicos como su fecha de nacimiento, su lugar de nacimiento, el nombre de sus padres, las acciones, cuándo habían tenido lugar estas acciones que que Marcelino hizo en Francia, básicamente esa fue la idea, primero recolectar información con el rigor del periodismo, mi oficio, y eso me deja también adentrarme en estos detalles, que a mí me interesan mucho y que después se transforman en datos que yo siempre tengo la esperanza de que el lector disfrute.

Portada de El corazón de las trincheras. Foto: Especial

—¿Cómo pudiste reconstruir su paso en la Revolución Mexicana, su periodo villista?

—La referencia que yo tengo de su participación en la Revolución Mexicana es por su hija. En 2014 con este viaje que hago yo entre México, Estados Unidos y Francia, tengo la oportunidad de reunirme con ella en El Paso, primero en una casa parroquial donde ella trabajaba ayudando a hijos de inmigrantes y después en una casa, donde yo me estaba alojando. Hicimos unas sesiones de entrevistas que grabó y ahí es donde la lucidez de su mente trae ese recuerdo de narraciones que le hizo su padre durante su vida, de que él había pertenecido como caballerango a la gente de Francisco Villa. Él, lo que dice su hija, es que no fue soldado, él no participa como soldado sino participa como caballerango y participa así por su edad, porque en realidad era muy joven cuando la Revolución Mexicana estaba ocurriendo.

Hubo muchos menores de edad, hubo muchos niños, adolescentes, participando en este conflicto, como en muchos conflictos en el mundo, pero todo parece indicar, según lo que me contó su hija, es que la participación de Marcelino habría sido como caballerango ensillando caballos, errando, limpiando armamento. Entonces, ¿qué pasa con Marcelino Serna en este periodo de su vida? La juventud, la adolescencia es un periodo de la vida de las personas donde estás totalmente sensible a ser motivado, que te puedan influenciar cualquier persona, sea una amistad, un familiar, tus padres, etcétera, entonces con las conversaciones que tenía yo con Gloria, más las entrevistas que dio Marcelino, y los documentos que yo encuentro, me doy cuenta de que Marcelino en este periodo en particular de su participación, o de su supuesta participación, en la Revolución, de ahí habría tomado esta intención y este deseo de convertirse en soldado más adelante, y eso sería lo que lo hubiera motivado a él más.

—Relatas que renuncia su estancia legal en Estados Unidos para ser reclutado y enviado hacia el frente, ¿esto así?

—Él entra en 1916 a Estados Unidos, cruza la frontera y comienza a trabajar como ferrocarrilero y como betabelero. En 1917 es cuando Estados Unidos le declara la guerra a Alemania y entonces ahí es cuando surge el famoso Tío Sam, este cartel del Tío Sam señalando y diciendo ‘I want you’, ese es el momento en que nace el famoso cartel del Tío Sam, esta iconografía, que Estados Unidos va a utilizar por más de un siglo para reclutar muchachos. Cuando llega ese llamamiento a que se inscriban a lo que será el Registro Militar, Marcelino se inscribe directamente. Yo fui allá Colorado, al pueblo donde él vivía en Colorado, y efectivamente en ese pueblo, en los periódicos, allá parece que Marcelino Serna se inscribió en este llamado, que él asistió a este llamado, porque se publican todos los nombres de todos los muchachos, semanas más tarde viene ya las listas de quienes iban a ser llamados realmente.

Es importante recalcar acá, que el llamado que hace Estados Unidos es parejo, o sea, ahí es a muchachos estadounidenses, extranjeros, a todo mundo, el que tuviera entre 18 y 25 años se tenía que inscribir sí o sí, y hay una Ley del Servicio Militar que se que se emite en fast track y esa Ley lo que dice es que estás obligado a enlistarte. Marcelino Marcelino se inscribe, pero a Marcelino no lo llaman para ir a la guerra, esto parece que a él le molesta mucho, que realmente lo toca y entonces lo que cuenta él en sus propias entrevistas, y lo que cuenta su hija, es que él motivó a que las autoridades lo detuvieran por no tener esa inscripción.

Cuando tú te inscribías te daban una tarjeta, un ID, este cartón lo tenías que traer tú en algún bolsillo. En esa época, en 1917, los sheriffs, policías, scouts, organizaciones civiles, se dedicaban a detener muchachos en la calle, en el campo, en el trabajo, en bares en restaurantes, los detenían y les pedían su registro, mucho más lo hacían con negros y lo hacían con mexicanos. Lo que cuenta Marcelino Serna es que al momento de no ser llamado, él va a Denver, Colorado, se presenta en un bar, en un billar, en un restaurante, un café, y él antes de llegar ahí desaparece su registro, entonces cuando se le acerca uno de estos gringos bigotudos le dice ‘oye, tu registro’, él se hace que no sabe nada, que no conoce nada y lo que motiva es a que lo detengan, y efectivamente lo detienen. De eso sí hay registro. Entonces si podemos decir que Marcelino lo detuvieron y él voluntariamente, por sí mismo, se enlista y hace que lo lleven a la guerra.

—¿Cómo te empapas para crear desde la trinchera la atmósfera de un conflicto bélico que ocurrió hace 100 años?

—Yo con estos dos libros me he dado cuenta que hay una variedad de narradores, los que vivieron el momento y tuvieron la oportunidad de publicarlo, hablo de Erich María Remarque, de Gabriel Chevallier, hablo de Robert Graves, hablo de nombres que se volvieron realmente famosos, unos se hicieron políticos, otros que agarran premios literarios. Yo soy un escritor que se documenta y que pertenezco a una generación de investigadores y de escritores, que lo que tenemos que hacer para contar ese periodo de la humanidad, es documentarnos.

Aquí viene una parte bien interesante: El corazón de las trincheras es el primer documento literario, la primera historia contada de un grupo de soldados mexicanos que estuvieron en la Gran Guerra. ¿Cuál fue la intención al momento de confeccionar esta novela? Colocar a los soldados mexicanos en todas esas situaciones y todos esos periplos que han contado los soldados franceses, los británicos, los alemanes en la literatura darles la visibilidad a estos soldados, a Marcelino Serna y a este grupo, también. Ha sido insertarlos en este momento de horror de la historia de la humanidad, y que a partir de esas escenas quede un registro de Justicia, para estos grupos que también vivieron esos momentos y que, ojo, no pudieron narrarlo.

Solamente existe un diario que se llama El Diario de José de la Luz Sáenz, que un soldado hijo de mexicanos pudo escribir sobre su paso en la guerra y es un libro maravilloso, de ahí yo tomé uno de los personajes, uno de los Ochoa, es el maestro, él es un personaje basado en ese soldado, José de la Luz Sainz, que era un maestro de hijo de mexicanos que trabajaba donde donde estaban los campos de cultivo, dando clase a los niños de inmigrantes, era un soldado que sabía de literatura, era un soldado que sabía inglés, que hablaba un poco de francés, entonces la intención es insertar a este grupo de mexicanos en todo lo que ocurrió y todo lo que contaron más adelante quienes sobrevivieron a este conflicto.

El libro relata la historia del grupo de soldados mexicanos que estuvieron en la Gran Guerra. Foto: Especial

—Marcelino Serna fue acreedor a toda serie de reconocimientos y se dice que no pudo acceder a uno por no renunciar a su ciudadanía mexicana. ¿Es cierto esto?

—No, fíjate ahí hay una corrección que hay que hacer, lo que ha sucedido es que Marcelino Serna no ha podido obtener, no le han dado la Medalla de Honor, porque cuando han metido todos los documentos y han solicitado, que eso se hace a través del Congreso de Estados Unidos, han dicho 20 mil veces que este hombre era indocumentado al momento de ir a la guerra, eso es lo que han dicho, yo invito a tus lectores que revisen este esta novela y van a encontrar una sorpresa muy grata, porque ahí yo justifico este esta parte de su historia que es bastante interesante.

Entonces sí, hay que desmitificar y hay que desmenuzar toda esa desinformación que se ha dado a través de las décadas sobre él, sobre su figura, para que logre un acto de justicia, que es reconocerle las acciones que tuvo.

—¿Cómo peleó este grupo de soldados mexicanos junto a los soldados estadounidenses?

—Los soldados mexicanos en mi concepción, después de escribir esto, después de pasar tanto tiempo cerca de esta investigación, no pelearon junto a los soldados americanos, los soldados mexicanos pelearon delante de los soldados americanos, ¿qué quiere decir eso? Los echaron como carne de cañón en batallas como la batalla de Saint-Mihiel, que es la que yo narro. A ellos los aventaron primero para que se dieran cuenta de cuántas tropas alemanas tenían enfrente, eso fue, y son los personajes de esta novela, incluido Marcelino Serna, los que están en un diálogo y tienen un despertar durante la historia, se dan cuenta de que efectivamente los han llevado para alimentar los cañones alemanes, entonces eso es muy importante de aclarar, los mexicanos no pelearon junto a los americanos, los mexicanos pelearon frente a los americanos.

—En la novela haces un cierto tipo de reflexión no sólo en relación a la manera en que discriminan a los mexicanos, sino, incluso, que ellos mismos cuestionan el motivo de pelear una guerra…

—Sí, sí exacto acá es una de las es una de las ideas más importantes del libro y es una de las partes que a mí me cuesta más construir, porque hacer un diálogo, que es uno de los momentos más interesantes para mí como como escritor, ese diálogo de cuando están en un momento íntimo que es un recorrido en camión, que están yendo ya acercándose al frente y cuando se empiezan a cuestionar por qué estamos aquí, qué hacemos aquí, y allí ya empieza el ejercicio de la novela como género literario bien establecido, como un instrumento para que nos hagamos esas grandes preguntas de qué estamos haciendo aquí, lo decía Milán Kundera —que recién que recién murió— que es a través de las acciones como descubrimos a los personajes.

En ese diálogo no hay registro, no hay un registro que uno pueda decir esto realmente ocurrió, sin embargo, cuando imaginemos a un grupo de muchachitos, porque eso eran campesinos, ferrocarrileros, que de repente se ven en Europa en una guerra que no les pertenece, y entonces la pregunta es ahí muy válida, que es —si me permites la expresión— ¿qué demonios hago aquí?

Hay un personaje bien interesante que es es Manuel Chávez, que va a ir construyendo la figura del pacifista, que más adelante en el mismo siglo XX va a haber este movimiento pacifista nacido a través de la Gran Guerra, pero son estos soldados que tuvieron un despertar que vinieron de esa inocencia, de esa idea de vamos a ir a la guerra, y ese ímpetu que tenían los soldados decir ‘vamos a ir a la guerra, este es nuestro momento, y vamos a ver el otro lado del mar y vamos a ver el otro lado del mundo, vamos a ver las grandes ciudades’ y cuando estuvieron ahí, ¿qué sucedió? Se dieron cuenta que eso no era lo que pensaban y que la guerra era la gran bestia, y por eso la Primera Guerra Mundial es conocida por eso, por los horrores, por esta idea de que era la peor pesadilla que podía tener la humanidad por todo lo que incluyó.

—¿De dónde sale Élise, esta enfermera canadiense de la que se enamora Marcelino?

—Élise es una figura totalmente romántica, y yo creo que muchos escritores le huyen a esas figuras románticas en la actualidad, pero yo personalmente creo que cada vez que, los que nos hemos enamorado alguna vez en la vida, hemos sentido esta necesidad de presencia, la relación entre Marcelino y Élise en realidad es una es una relación un tanto lejana, porque ella es una enfermera canadiense francófona y él es el soldado mexicano moreno, que no habla nada de inglés y no habla nada de francés, y aún así con los encuentros que tienen, con las acciones que ocurren, lo que ocurre cuando tienen esos encuentros, que otra vez son las acciones, así ellos dos se enamoran, y hablo de este enamoramiento romántico, claro, por supuesto sí, y lo hablo sin tapujos, porque es un sentimiento que seguimos experimentando, este sentimiento intangible, y después se vuelve en un ente de esperanza, un ente de esperanza con el que Marcelino se pretende volver a encontrar, y se convierte en una de las razones, para intentar sobrevivir a las batallas que él va a entrar, incluso estando dentro de las batallas, una memoria, una frase que ella le dice, ahí se mantiene Élise.

La combinación de la figura de Elisa con la combinación de mis hermanos mexicanos con los que combato, de la mano, junto a ellos, junto a los mexicanos, se convierte en este gran poder, en esta gran fuerza para sobrevivir estos llamados 100 días que terminaron con la Primera Guerra Mundial.

Obed Rosas
Es licenciado en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón de la UNAM. Estudió, además, Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras.
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