La asesina de Juárez: la novela que sigue los pasos en la vida de La Carambada

12/08/2023 - 12:00 am

La Carambada es conocida como una bandolera, estilo Robin Hood que robaba a los ricos para darle a los pobres como ella, olvidados de la Independencia, olvidados de la Intervención americana, de Iturbide, de la intervención francesa, y a quien, según la leyenda, se le atribuye la muerte de Benito Juárez. Esta historia es recreada por Mónica Hernández, quien habló con SinEmbargo sobre su novela.

Ciudad de México, 12 de agosto (SinEmbargo).– El 18 de julio de 1872, el Presidente Benito Juárez falleció de un infarto en su habitación en Palacio Nacional. En ese entonces tenía 66 años y planeaba su reelección. Entorno a su deceso existen muchos dichos, versiones y leyendas, una de ellas la de La Carambada, una bandolera que confesó haber matado al gran restaurador de la República y sobre quien escribe Mónica Hernández en La asesina de Juárez (Martínez Roca).

“A mí me llama la atención cómo esta mujer, la leyenda cuenta que cuando la matan, cuando la mandan matar, todavía alcanza a confesar que ella había envenenado a Juárez, entonces es como… ¿por qué alguien diría algo así?”, compartió la autora en entrevista con SinEmbargo.

Mónica Hernández explicó que de acuerdo con esta historia, ella le fue a rogar a Benito Juárez para que no matara a su pareja, “y aún así lo mataron, y por qué lo matan a él cuando perdonaron a todos los demás, o sea, sólo fusilaron a los jefes, a Mejía, Miramón y a Maximiliano, supuestamente, y a este se lo cargan, ¿por qué? ¿qué tenía de especial?”

“Ahí encontré la novela, es donde dije ‘aquí hay una historia que contar’ porque ya encontré el móvil”, expuso.

Como parte de la construcción de este motivo, Hernández ahondó cómo fue construyendo —hasta donde fue necesario— el pasado de esta mujer, conocida como Leonarda, pero que después se haría llamar Emilia, crecida en la sierra, en el abandono, quien nunca aprende a hablar español y es obligada a dejar su hogar a causa de una muerte que la marcara.

La Carambada crece aislada de su entorno por sus características físicas, una niña de pelo claro y ojos de color que es vista con resquemor por los vecinos de su comunidad. “Ahí por donde pasaron los invasores americanos cuando la invasión americana hubo un mestizaje involuntario. Tú pasas por estos pueblos que fueron recorriendo y hay mucha gente que es rubia, de ojos claros, y los descendientes tienen ojos claros, y nadie sabe por qué. Esto es parte de la realidad hasta la fecha y más en aquella época del país”, expuso la autora.

Aún así aclara que ese origen prefirió dejarlo abierto precisamente al corresponder a una realidad que persiste en el país, en el cual miles de hijos desconocen a su progenitor.

“Una de las interrogantes que yo me planteaba, era cómo una persona que crece así, que no sabe ni hablar español, la recogen y se convierte en señorita de sociedad. Yo encontré una justificación creíble, la hacen pasar por una sobrina que vive en Francia, que no habla español, pero habla francés, porque como no es de aquí no habla español. Realmente ella no sabe hablar español porque vivía en un pueblo de la sierra donde no hablaba con nadie. Si tú no hablas con nadie es que no hablas ni español ni hablas nada”, señaló Mónica Hernández.

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—¿Cómo decides escribir esta historia, porque prácticamente construyes al personaje desde su infancia?

—Cuando yo me encuentro la leyenda de La Carambada, que tengo familiares en Querétaro, o sea, allá es una leyenda, hasta corridos de la Carambada, hay un fraccionamiento, un barrio que se llama la Carambada en Querétaro, y es parte del imaginario popular, una bandolera, estilo Robin Hood que robaba a los ricos para darle a los pobres como ella, olvidados de la Independencia, olvidados de la Intervención americana, de Iturbide, de la Intervención francesa, o sea, todos los gobiernos se olvidaron de ellos, entonces esto subsiste, sigue pasado en muchos lugares de este país.

A mí me llama la atención cómo esta mujer, la leyenda cuenta que cuando la matan, cuando la mandan matar, todavía alcanza a confesar que ella había envenenado a Juárez, entonces es como… ¿por qué alguien diría algo así?

Entonces, la Carambada existe en revistas que salen cada cierto tiempo, alguna publicación, yo sólo la encontré en revistas, y sí a veces es Leonarda, a veces es Emilia, a veces es Oliveria, y me parece que un par de otros nombres encontré, pero esos ya los deseché porque a mí me servían dos, yo necesitaba dos para montar mi historia.

Entonces en este imaginario debía justificar por qué una persona querría matar al Presidente del país, cuál sería su motivación, entonces cómo se construyen las novelas policiacas: tengo el arma, tengo la víctima, me falta la motivación, me falta el por qué alguien lo haría. Entonces ahí viene esta construcción de ‘bueno, hubo una persona que crece en un pueblo perdido, en una cueva, una sierra, va a dar a la alta sociedad queretana’.

Ella dice que lo mató porque le fue a rogar al Gobernador, al que también supuestamente envenenó, le fue a rogar que no matara al novio y luego fue a rogarle a Benito Juárez que no lo matara, y aún así lo mataron, y por qué lo matan a él cuando perdonaron a todos los demás, o sea, sólo fusilaron a los jefes, a Mejía, Miramón y a Maximiliano, supuestamente, y a este se lo cargan, ¿por qué? ¿qué tenía de especial? Ahí encontré la novela, es donde dije ‘aquí hay una historia que contar’ porque ya encontré el móvil.

Portada del libro "La asesina de Juárez". Foto: Especial

—Es un personaje que crece con el resentimiento de encontrar a dónde pertenece, y cuando encuentra ese lugar le es arrebatado, ¿esto se vuelve parte de la motivación?

—Fíjate que aquí dejé abierto el tema del origen, aunque muchas veces dicen ‘ciérralo, di de donde salió, capaz que es la hija perdida de…’, pero en realidad es una cosa como muy normal en México. Ahí por donde pasaron los invasores americanos, cuando la invasión americana hubo un mestizaje involuntario. Tú pasas por estos pueblos que fueron recorriendo y hay mucha gente que es rubia, de ojos claros, y los descendientes tienen ojos claros, y nadie sabe por qué. Esto es parte de la realidad hasta la fecha y más en aquella época del país.

Entonces lo dejé abierto porque de esto está hecho el país, tú sabes que escribir novela es mentir, pero hay que mentir finito para que parezca creíble, entonces es más fácil mentir poco para mentir bien. Es muy fácil agarrar cosas que ya pasaron en el país como el mestizaje involuntario, como los hijos producto de violaciones, o hijos robados, o hijos desechados, y de estos hay muchos todavía, estos niños expósitos que se decía en la Colonia, de estos hay muchísimos.

Ahora, una de las interrogantes que yo me planteaba era cómo una persona que crece así, que no sabe ni hablar español, la recogen y se convierte en señorita de sociedad. Yo encontré una justificación creíble, la hacen pasar por una sobrina que vive en Francia, que no habla español, pero habla francés, porque como no es de aquí no habla español. Realmente ella no sabe hablar español porque vivía en un pueblo de la sierra donde no hablaba con nadie. Si tú no hablas con nadie es que no hablas ni español ni hablas nada.

Yo le fui encontrando estas justificaciones de cómo se va cambiando de nivel social, cómo va ascendiendo socialmente, y sí, la justificación de 'me quitaron todo lo que iba a tener', yo creo que es un móvil importante para querer matar a alguien, a parte de las otras muertes, porque esta protagonista es una villana, para ella no es venganza es justicia, es una antagonista que es protagónica, la palabra de hoy sería resiliente, es una persona que se sabe adaptar muy bien a cómo le va tocando la lluvia, como le toque el clima se adapta.

—¿La construcción del personaje es clave para que sea clave el delito que ella confiesa?

—Pues sí, porque además, esto se ve envuelto en otra cuestión. No nos engañemos, hay muchas versiones de que muchos querían ver muerto a Juárez porque se estaba perpetuando en el poder. Los mismos masones, los mismos liberales, los americanos, alguien que se quisiera vengar de lo de Maximiliano, hay como muchas facciones. Como dicen en la historia policíaca ‘sigue el dinero’, el principal beneficiado fue Lerdo, entonces también recae sobre él, incluso dicen que Díaz, porque Juárez mandó matar a Félix Díaz que era el hermano de Porfirio, entonces hay tantos personajes que tienen una justificación, un móvil para verlo muerto que da para muchos libros, porque el imaginario mexicano es muy grande, es muy amplio.

—¿Cómo fue construir un personaje de bronce como Benito Juárez?

—Muy divertido, me fui a las fuentes primarias, los diarios de la época, a lo que escribían de él, a sus mismos escritos, cartas, que se pueden consultar, y muchas cosas que se escribieron sobre él, y realmente te puedo decir que tengo otros datos. Yo lo que quería era convertir a este hombre de bronce, que está pétreo en un ser humano que tenía muchísimas virtudes, el tema de la desamortización de los bienes de la iglesia, que se puso necio, fue muy buena; la Constitución, que vio que falló, la de Comonfort.

Fue muy listo y se fue adaptando, entonces yo quería hacer un hombre de carne y hueso que tenía muchas virtudes en el sentido de que era un hombre muy familiar, su familia era muy importante, se paseaba, y la gente lo cuenta, por las calles del Centro, por la Alameda, con su familia, con sus hijas, con sus nietos, con la esposa, se subía a un carruaje y hacía los paseos de Bucareli que hacía todo el mundo, era muy cercano a la gente.

También, y esto hay que decirlo, porque está documentado, fue un personaje que supo estar en el lugar correcto, en el momento indicado, por ejemplo, la Guerra Americana, cuando termina la Guerra Americana, que pierde el sur, se quedaron soldados de armamento libre, disponibles, ya entrenados, y negoció que se los trajeran para acá, y eso está documentado, hay un ejército de negros que luchó del lado mexicano liberal, que no hablaba ni español, y eran del ejército liberal mexicano. Se trajeron las armas que habían quedado de la guerra civil americana, vendidas por los americanos, y estos tratados, tanto el de McLane-Ocampo como el de las bajacalifornias, que no se llevó a cabo, él salió beneficiado, incluso, en su testamento, que se puede consultar en línea, deja casas, coches, carruajes, muebles, joyas, hay acciones del ferrocarril, que negoció con los americanos, el banco de Londres y México. Él salió beneficiado de todo eso, no era el austero republicano que nos pintan ahora, era una persona normal de carne y hueso.

También es verdad que fue el primero que embarazó urnas, el primero que hizo votar a los muertos, el primero que sobornó gobernadores y senadores para su última elección, que ganó por cuatro mil y pico votos. Tuvimos un Presidente liberal que en México nadie lo quería, de 8.3 millones de Mexicanos, ganó por cuatro mil votos, muchos sobornados, esto está documentado, y las leyes que no le gustaban y no se acomodaban, las cambiaba, esto también lo hizo, entonces hay que darle su dimensión humana, porque antes de ser un personaje fue una persona.

Obed Rosas
Es licenciado en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón de la UNAM. Estudió, además, Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras.
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