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Francisco Ortiz Pinchetti

04/08/2023 - 12:04 am

Dinamarca a la vista

"Lo que es un hecho es que ya se vislumbra ese nuevo sistema de salud prometido: moderno, eficaz, suficiente, en el que por lo pronto ya estará resuelto de manera definitiva el viejo problema del abasto de medicamentos".

"Espanta a los adversarios del cambio que México sea capaz de tener una bodega de tales características, que ora sí no la tiene ni Dinamarca, nuestro ex ejemplo a seguir en materia de salud". Foto: Cuartoscuro.

Muchos son los ignorantes que critican la propuesta de Andrés Manuel de crear una mega farmacia en la que almacenemos todos los medicamentos del mundo, “todos, todos, todos”, para solucionar definitivamente el problema del desabasto que llega a niveles críticos a estas alturas del partido. Ignoran esos críticos que seguramente antes de redondear idea tan genial el Presidente lo consultó con personas no sólo de toda su confianza, sino verdaderos expertos en esas cuestiones. Seguramente obtuvo el beneplácito de su secretario de Salud, ¿cómo se llama?: ah sí, ese, Alcocer, Jorge Alcocer. Y desde luego de su subsecretario consentido favorito al que los conservadores llaman Doctor Muerte por puro ardor, Hugo López-Gatell, quien probablemente en tratándose de un especialista independiente y por lo tanto libre como lo demostró sobradamente durante la pandemia le hizo algunas indicaciones para afinar y mejorar la formidable propuesta, que seguramente fueron atendidas.

Aunque no se habló todavía de su posible ubicación en la capital del país, que requerirá pienso yo un terreno similar al del AICM con todo y pistas, por lo menos, ya se puede uno imaginar las monumentales bóvedas, algunas de ellas refrigeradas, que albergarán miles y miles y miles de fármacos en todas sus posibles presentaciones, provenientes de todas las naciones del planeta Tierra.

Supongo que mediante un sofisticado sistema electrónico podrá localizarse en segundos la Metformina de 850 miligramos, por ejemplo, en alguno de los miles de estantes perfectamente organizados y un gigantesco brazo mecánico la hará llegar hasta el despacho para de ahí ser entregada con toda celeridad al paciente en su propia casa, a lo mejor en lo más recóndito de la sierra Tarahumara o en la colonia El Cocoyotl de Tenosique, Tabasco.

Espanta a los adversarios del cambio que México sea capaz de tener una bodega de tales características, que ora sí no la tiene ni Dinamarca, nuestro ex ejemplo a seguir en materia de salud. Qué diera ese país escandinavo tan presumido por la alta calidad de vida de sus habitantes por tener una farmacia así, en la que se tuvieran a la mano todas las medicinas del mundo. Todas.

Seguramente no se les ha ocurrido a los daneses construir en Copenhague ese bodegón porque siguen pensando que la distribución de medicamentos debe estar, como estaba antes en México, en manos de empresas especializadas y no concentradas en un centro nacional distributivo oficial ubicado en la capital del país… donde dentro de poco usted o yo podremos encontrar desde una aspirina hasta el más sofisticado y avanzado medicamento contra el Alzheimer. Será solo cuestión de pedirlo. Así de simple.

Debo confesar que de momento me impactó de tal manera la propuesta presidencial y sobre todo su alcance como ejemplo mundial que dudé --¡perdón!— de su viabilidad y tuve que releer tres veces el párrafo que el insigne médico empírico tabasqueño dedico al asunto durante su conferencia matutina desde Palacio Nacional hace tres días.

Dijo, textual:

“Ya para darle una salida definitiva al desabasto, les voy a proponer a los del sector Salud que se tenga una especie de farmacia donde se cuente… Una farmacia aquí en la Ciudad de México, un almacén con todas, todas, todas las medicinas. Todas, todas las medicinas del mundo, en cantidades razonables para que cuando falte en un hospital, ahí, como un banco de reserva de medicamentos, y lo vamos a hacer…”

"Todas las medicinas del mundo”, dijo. “Darle una salida definitiva al desabasto”, carajo, por fin. ”Todas, todas las medicinas del mundo ahí”. Formidable. Sí, como dijo hace unos meses, “mejor que Dinamarca”. Y ya estamos a la vuelta de la esquina: diciembre es la fecha, según anunció desde el púlpito presidencial y reiteró varias veces.

Por supuesto no faltaron de inmediato las críticas, descalificaciones y hasta burlas de quienes se oponen a la consolidación de la Transformación de México, la cuarta de la historia por cierto, y que lo único que quieren es regresar al poder para volver a robar, como antes. Entre ellos estuvo por supuesto --¡claro!—la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica (Canifarma), que opinó con este cinismo de la propuesta del Primer mandatario de la Nación:

"No existe un almacén en el mundo que tenga todas las medicinas, si esta fuera la solución, ¿cuántos almacenes (con todas las medicinas) habría en el mundo?”, dijo el presidente de ese organismo retrógrada, Rafael Gual, sin darse cuenta de que en ello radica la grandeza de la propuesta. “Es inviable, es incosteable, es inútil…”, rabió.

Al empresario, claro, le parece “difícil” que después de cinco años (de Gobierno) se proponga (esto) como una solución. “Repugna la razón de una propuesta de este tipo. Es un museo del medicamento lo que se está proponiendo. Casi un arca de Noé.... es irracional".

Otra innovación que, debo aceptarlo, no he podido constatar si ya ha sido implementada en los hospitales daneses es la de los nosocomios sin elevadores. Supongo que sí, porque en México hace rato que se empezó el desmantelamiento de esos artefactos arcaicos y peligrosos en los centros de salud, sobre todo a raíz de la tragedia registrada en Playa del Carmen, donde una niña de seis años murió aplastada por un ascensor asesino, único culpable por cierto de ese crimen atroz.

Lo que no se ha aclarado tampoco es si será a través de rampas que se efectúe el traslado de los enfermos de un piso a otro, o deberán hacerlo a pie, por modernas escaleras eléctricas o por las siempre efectivas y directas escaleras de caracol. ¿O nos sorprenderá pronto nuestro querido Presidente con otra ocurrencia genial, de la que por ahora no tenemos la más remota idea?

Lo que es un hecho es que ya se vislumbra ese nuevo sistema de salud prometido: moderno, eficaz, suficiente, en el que por lo pronto ya estará resuelto de manera definitiva el viejo problema del abasto de medicamentos. Ya solo falta que haya atención universal a cualquier mexicana o mexicano (conste), de cualquier edad, condición económica, ocupación –o desocupación--, raza, filiación política y preferencia sexual. Hospitales suficientes y a la vuelta de la esquina, con especialistas de todas las áreas, donde las intervenciones quirúrgicas regulares no tarden en efectuarse más de cinco días y las urgentes se hagan de inmediato, y donde se tenga el instrumental y los insumos necesarios. O sea, sí, ¡estamos a un paso de (voltear a ver por encima del hombro a) Dinamarca! Válgame.

DE LA LIBRE-TA

VAMOS A CONTAR MENTIRAS, LA RA LA. El problema más grave de los nuevos libros de textos gratuitos no es el sesgo ideológico de sus contenidos ni la inclusión de temas sexuales con un tratamiento que siempre resulta discutible, sino la cantidad de mentiras que sostienen, especialmente sobre acontecimientos contemporáneos, actuales. Afirmar sin ningún fundamento, por citar un ejemplo, que el caso Ayotzinapa fue un “crimen de Estado”, lo que el actual gobierno no ha podido demostrar. Y va a quedar así como versión oficial, para la posteridad. Igualito que la Historia oficial que padecimos durante las décadas de gobiernos del PRI ¿se acuerdan?

@fopinchetti

Francisco Ortiz Pinchetti
Fue reportero de Excélsior. Fundador del semanario Proceso, donde fue reportero, editor de asuntos especiales y codirector. Es director del periódico Libre en el Sur y del sitio www.libreenelsur.mx. Autor de De pueblo en pueblo (Océano, 2000) y coautor de El Fenómeno Fox (Planeta, 2001).

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