¿Qué está haciendo México ante la emergencia climática?

01/08/2023 - 12:05 am
«Hoy más que nunca es urgente que México adopte políticas públicas que coadyuven a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero». Foto: Jack Álvarez Jiménez, Cuartoscuro.

Por Ariana Escalante Kantún (@ariana_esk)*

La era del calentamiento global ha terminado y ha dado paso a la era de la ebullición global, así lo han evidenciado tanto el preocupante estudio sobre la Circulación de Vuelco Meridional del Atlántico (AMOC por sus siglas en inglés) (1), como las recientes confirmaciones de que julio ha sido el mes más caluroso jamás registrado en la historia humana, significando un verano cruel, que ha sobrepasado los 50 grados en algunos países.

Sin duda, estamos viviendo los inminentes impactos del cambio climático. El pasado 27 de julio, el secretario general de la ONU António Guterres advirtió que, “el aire es irrespirable, el calor insoportable y las ganancias de los combustibles fósiles y la inacción climática es inaceptable”, e hizo un fuerte llamado a los liderazgos mundiales “a liderear” y no poner más excusas, ni falsas soluciones que repliquen el modelo extractivo y colonial. Guterres, además, propuso líneas claras para enfrentar la ebullición climática: se necesita que todos los actores se unan para acelerar una transición justa y equitativa mientras que se detengan la expansión del petróleo y el gas, y es de suma importancia que las instituciones financieras pongan fin a sus préstamos e inversiones en combustibles fósiles, pues las empresas de combustibles fósiles deben trazar sus planes de transición en toda la cadena de valor.

Hoy más que nunca es urgente que México adopte políticas públicas que coadyuven a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero; las olas de calor también se han hecho presentes en el país, las autoridades de salud informaron que desde el 19 marzo se han reportado 249 muertes asociadas a golpes de calor y deshidratación en donde los estados más afectados han sido Nuevo León, Tamaulipas, Veracruz, Sonora y Coahuila. A pesar de la emergencia, el panorama nacional dista mucho de tener una ruta que se encamine a tomar medidas drásticas para combatir la urgencia climática.

Uno de los sectores más contaminantes y con más emisiones en México es el sector energético que sigue una política energética altamente basada en combustibles fósiles, con importantes inversiones en refinerías de petróleo y gasoductos. Dada la urgencia climática pareciera que México va a contracorriente y además de manera muy irresponsable pues en julio se registraron una cadena de accidentes petroleros en el Golfo de México, incluidos un derrame de tamaño considerable el 6 de julio y un incendio en una plataforma el 7 de julio que dejó dos muertes y varias personas heridas. Algunas organizaciones de la sociedad civil expresaron su preocupación dado que Pemex ha optado por minimizar el derrame de grandes proporciones de hidrocarburos, y enfatizaron que no hay proyecto energético alguno que justifique el sacrificio de poblaciones y territorios en medio de esta urgencia climática.

Si bien la actual administración puso freno al despliegue de megaproyectos de energía solar y eólica que impactaron los territorios de comunidades, no cabe duda de que la política energética mexicana debe dar un giro importante pues las alternativas que originalmente se propusieron a inicios de sexenio no se han priorizado ni cumplido, por el contrario se ha apostado a fortalecer sólo el sector fósil sin reorientar la política pública y los presupuestos a promover alternativas descentralizadas.

México no tiene una clara ruta de acción para hacer frente al cambio climático. El Anexo transversal contra el cambio climático no ha logrado garantizar la transparencia y la rendición de cuentas en relación con los recursos destinados para enfrentar la crisis climática. Este Anexo continúa incorporando programas presupuestarios que no fueron diseñados para combatir el problema. Por ejemplo, en el 2022 se etiquetaron 66 mil 542 millones de pesos de los cuales 47,448 millones corresponden al servicio de transporte de gas natural, un programa presupuestario de la Comisión Federal de Electricidad, que de acuerdo con la Auditoría Superior de la Federación no tiene relación con el cambio climático. En 2023, el 53 por ciento de los recursos corresponden al proyecto denominado Tren Maya, un proyecto que fomentará el turismo masivo que tampoco tiene relación directa a combatir los efectos del cambio climático.

Por otra parte, el Anexo Transversal para la transición energética en el ejercicio fiscal de 2023 se proyectan 10, 288 millones de pesos, de los cuales la CFE concentra el 92.9 por ciento que serán utilizados para iniciar o continuar la construcción de dos centrales hidroeléctricas, una geotermoeléctrica, cuadro de ciclo combinado y una línea de transmisión. Esto resulta preocupante porque el Anexo no identifica qué proyectos de inversión de la CFE y Pemex forman parte de la estrategia para la transición energética, ni menciona el monto asignado a cada uno de ellos. Esto se debe a que el Anexo para la Transición Energética no tiene una metodología propia que defina los criterios a tomarse en cuenta para etiquetar el gasto. Los anexos transversales no permiten conocer la información básica en torno a los recursos destinados a enfrentar la urgencia climática. A pesar de los esfuerzos recientes, la cuantificación de recursos continúa haciéndose bajo parámetros discrecionales y las unidades responsables no están obligadas a justificar la toma de decisiones.

Estamos frente a una emergencia climática que nos obliga a actuar lo más pronto posible para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. México tiene la oportunidad de cambiar el rumbo de sus políticas energéticas y climáticas, construir colectivamente una ruta hacia el abandono paulatino pero creciente de los combustibles fósiles, apoyar los proyectos descentralizados y comunitarios de energía lo que reduciría costos de transmisión, y que son más amigables con el medio ambiente; estamos a tiempo de construir una ruta hacia una transformación socioenergética donde los recursos presupuestales se destinen a acciones que verdaderamente ayuden a combatir la ebullición climática, por ti, por mí, por todas, por todos y todes, y por quienes están por venir.

* Ariana es investigadora de Territorio, Derechos y Desarrollo de @FundarMexico.


1. La AMOC es una importante corriente oceánica que juega un papel crucial en la regulación del clima a nivel global pues redistribuye el calor en el océano y en la atmósfera. Este fenómeno está sufriendo graves cambios debido al deshielo de Groenlandia, y en general, por el rápido deshielo del Ártico provocados por el calentamiento global, que a su vez se intensifica por las emisiones de gases de efecto invernadero. Esta red de corrientes transporta agua cálida desde los trópicos hacia el Atlántico Norte, donde el agua se enfría, se vuelve más salada y se hunde profundamente en el océano antes de extenderse hacia el sur. Su colapso tendría enormes consecuencias, como inviernos mucho más extremos y subidas del nivel del mar que tendrían afectaciones a nivel global.

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