Cuestionado una y otra vez durante la campaña actual por lo que hará si tiene que abandonar la Moncloa, Pedro Sánchez ha respondido siempre lo mismo: «Voy a ganar. Estoy convencido de que voy a ganar”.
Por Joseph Wilson
BARCELONA (AP).— El Presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, ha sido descartado de forma prematura más de una vez en su relativamente corta, pero ajetreada carrera política.
Maltrecho y magullado luego del importante tropiezo de su Partido Socialista en las elecciones municipales y regionales en mayo, Sánchez no perdió el tiempo lamiéndose las heridas. Al día siguiente de la aciaga jornada electoral, sorprendió a sus rivales adelantando las elecciones generales, que se esperaban para finales de año, a este domingo, en pleno verano.
Traducido de la política a la calle, es como decir: Zanjemos esto de una vez por todas.
La mayoría de las encuestas apuntan a que el Partido Popular, la formación conservadora liderada por Alberto Núñez Feijóo, será el más votado y estaría en condiciones de formar una coalición de Gobierno con el partido de ultraderecha Vox. Si eso llega a ocurrir, España se sumaría a la deriva europea hacia la derecha y pondría en cuestión los dos principales pilares del Gobierno de izquierdas de Sánchez: la revolución de la energía renovable respaldada por la Unión Europea, y una ambiciosa agenda de derechos de la mujer y de la comunidad LGBTQ.
Núñez Feijóo y otros críticos suelen calificar a Sánchez de poco fiable y apuntan que está dispuesto a todo para mantenerse en el poder, pero nadie le acusa de acobardarse a la hora de pelear.
Madrileño, exjugador de baloncesto y profesor de economía, Sánchez, de 51 años, ha demostrado que puede lograr lo inesperado. Tras montar una insurgencia de base para retomar el cargo de secretario general del partido en 2017, un año más tarde lideró la primera moción de censura exitosa en España con la que derrocó a su predecesor conservador, Mariano Rajoy, y le dio el cargo de Presidente del Gobierno.
Para mantenerse en el poder, Sánchez tuvo que asociarse con un partido de extrema izquierda y antisistema en 2019 en la primera coalición en casi medio siglo de democracia. Ahora, tendrá que lograr otra victoria contra pronóstico.
Sin ser un orador motivador ni un gran polemista, muchos consideran que está desconectado de la realidad.
“Su gran virtud es su sentido de la oportunidad. Lo que desconcierta bastante es lo que le cuesta capitalizarlo (entre los votantes)», dijo el analista político Josep Ramoneda, un veterano observador de la izquierda española, a The Associated Press.
“¿Qué hace que la gente no acabe de tener confianza en él? Seguro que hay muchos factores y es muy complicado. Es verdad que tiene un tono un poco elitista. Si se me permite la expresión, quizás es demasiado guapo para ser Presidente del Gobierno (…) Cuando sale andando tiene un tono un poco altivo”, añadió Ramoneda.
“Y hay algo más: Le cuesta tener la autoridad que han tenido otros líderes que se han mantenido mucho, mucho, mucho tiempo en el Gobierno”, agregó.
Sánchez, sin embargo, se ha mostrado siempre fuerte en la formulación de políticas, en la negociación de acuerdos y en la toma de decisiones difíciles.
Ha sido un legislador hiperactivo a pesar de comandar un Gobierno de coalición en minoría.
Una de sus primeras medidas como Presidente del Gobierno fue la retirada, altamente simbólica, del cadáver del dictador Francisco Franco de un mausoleo público. Sánchez estableció sus credenciales feministas con gobiernos en los que había una mayoría de mujeres, que ocuparon vicepresidencias y ministerios como Economía, Medio Ambiente y Energía, y Trabajo.
Con un inglés fluido, Sánchez elevó el perfil de España en Bruselas, donde es un firme partidario de la Unión Europea y aliado de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que pertenece al grupo conservador.
Respondió a la pandemia de la COVID-19 ordenando uno de los confinamientos más estrictos de Europa, un agresivo paquete de ayudar para ayudar a la población a mantener el empleo y una campaña que convirtió al país en líder mundial en tasas de vacunación.
En el frente económico, aprobó amplios presupuestos e importantes reformas laborales y de las pensiones, y convenció a Bruselas para que permitiese a España y Portugal cierta flexibilidad para limitar el precio de la energía y frenar la inflación. Cabildeó para que España obtuviera 140 mil millones de euros en transferencias directas y préstamos de los fondos de recuperación de la pandemia de la UE, destinando gran parte de ellos a fuentes de energía limpia. La economía española crece y crea empleo a pesar de las turbulencias derivadas de la invasión rusa de Ucrania.
La semilla de sus problemas actuales se plantó cuando Sánchez ganó elecciones consecutivas en 2019, pero necesitó formar Gobierno con el partido de extrema izquierda Unidas Podemos. Durante esa campaña había dicho que “no dormiría tranquilo» si entregaba puestos importantes de su ejecutivo a miembros de Unidas Podemos. Cuatro años más tarde, una ley de consentimiento sexual promovida por su Ministra de Igualdad, de Podemos, redujo inadvertidamente las penas de prisión a cientos de delincuentes sexuales en el mayor error de su Gobierno.
Lo que sus seguidores consideran como uno de sus mayores éxitos ha sido utilizado también en su contra. Tras heredar una Cataluña convulsa luego de su fallido intento de independencia en 2017, Sánchez redujo las tensiones en la región dialogando con los separatistas e indultando a nueve de sus líderes encarcelados. Más tarde, revisó las leyes sobre sedición y malversación de fondos públicos en un gesto claro a los secesionistas con problemas legales.
El Partido Popular y muchos votantes indecisos afirman que calmó a los separatistas en Cataluña y en el País Vasco para lograr su respaldo en el Congreso de los Diputados.
Las opciones de Sánchez en las generales dependen de una sólida participación de los socialistas — que han subido en Cataluña mientras caían en el resto de España —, de la reformada coalición de extrema izquierda Sumar y de un puñado de partidos más pequeños.
Ya ha superado algunas situaciones complicadas. Como Presidente del Gobierno, superó dos mociones de censura y una votación sobre una crucial ley laboral.
Nada, sin embargo, supera su resurgir tras ser cesado como secretario general de los socialistas en 2016. Sánchez inició lo que muchos consideraron una campaña quijotesca para conseguir el respaldo de los militantes de base del partido por toda España. Funcionó y ganó las primarias para regresar al poder.