Se trata, dicen los autores, de cuatro aspectos o categorías donde consiguió fortalecerse para sobrevivir: una regulación «policial» propia, una «judicial», una fiscal, una de regulación interna y la última política.
Ciudad de México, 23 de julio (SinEmbargo).– Es una organización criminal pero al mismo tiempo una empresa. Se autoregula. Organiza su propia «justicia» paralela. Consigue acuerdos internos y, a pesar de muertes, capturas y extradiciones de sus más poderosos líderes, persiste como una de las organizaciones más poderosas del tráfico de drogas. La corrupción –el pago a y el sometimiento de autoridades–, así como la violencia, son sus cimientos. Esas son las claves para que el Cártel de Sinaloa siga siendo, a lo largo de décadas, gobiernos, liderazgos, enfrentamientos y surgimientos de nuevos rivales y grupos, uno de los más poderosos del continente.
Los investigadores Valentín
El trabajo argumenta que la organización que lidera Ismael «El Mayo» Zambada García tiene su propio autogobierno, sus propias reglas, su propio «sistema judicial» y «ha promovido la cohesión entre sus líderes al establecer mecanismos de prevención y solución de conflictos».
«En segundo lugar, el grupo ha limitado simultáneamente los riesgos de conflicto entre sus líderes al mismo tiempo que promueve la lealtad entre sus subordinados mediante la imposición de reglas que establecen claras prerrogativas y obligaciones en cuanto al manejo de sus ingresos», indica.
La sofisticación del cártel alcanza tantas ramas que incluso «ha fomentado compromisos financieros a medio plazo demostrando su capacidad para cumplir sus compromisos y sancionar las infracciones. (…) el Cartel de Sinaloa ha reducido la incertidumbre en sus tratos ilegales a través de varias prácticas destinadas a hacer rutinarias sus interacciones con los funcionarios mexicanos. Finalmente, el Cártel de Sinaloa ha mejorado su control sobre los resultados de sus negocios ilegales al establecer reglas destinadas a regular la conducta de sus miembros y promover buenas prácticas entre sus socios comerciales», detallan los investigadores.
Entre sus hallazgos, Pereda y
La organización criminal «parece gozar de más apoyo popular que otros grupos mexicanos». «Estas prácticas parecen ser la consecuencia de los esfuerzos intencionales y continuos de los líderes del grupo para asegurar la supervivencia de su grupo» y «parece beneficiarse de un alto grado de interrelación con entidades legítimas, incluidas las instituciones gubernamentales».
Además de «cooptar y comprar» a autoridades de todo tipo a nivel municipal y local, el ejemplo más claro son las revelaciones realizadas durante otro juicio de altísimo perfil: el de Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad del Gobierno de Felipe Calderón en México, quien fue hallado culpable de nexos con el narcotráfico, específicamente con el Cártel de Sinaloa.
EL CÁRTEL Y SU SISTEMA
El CDS surgió a finales de los 80 y se consolidó en los 90, tomando fuerza a partir del derrumbe del Cartel de Guadalajara tras el asesinato de Enrique «Kiki» Camarena, agente de la Agencia Antinarcóticos de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés). Desde el principio fue un cártel que sufrió grandes golpes: la caída de Héctor «Güero» Palma permitió el ascenso en el liderazgo de Joaquín «El Chapo» Guzmán, quien hoy cumple una condena de prisión perpetua en EU. «El Mayo» también se consolidó junto al de Badiraguato y a finales de los 90 ya eran uno de los más poderosos del continente.
Tras la caída definitiva de Guzmán Loera en 2016, el grupo parecía perder la unidad, con el protagonismo de sus hijos, «Los Chapitos», antagónicos de Zambada García. Sin embargo, el Cártel persistió. La última gran caída de uno de sus líderes es la de Ovidio Guzmán López, «El Ratón», uno de los descendientes del capo, a principios de enero, luego de una aprehensión fallida en octubre de 2019.
«Fuentes del Gobierno de EU indican que, para 2019, el CDS mantenía el control de entre el 40 y 60 por ciento de las ganancias del trasiego ilegal de drogas en México, cerca de unos tres mil millones de dólares», indica el análisis publicado. En 30 años, también rivales han pasado y menguado: los Arellano Félix, La Familia Michoacana, Los Zetas, entre otros, y ahora su principal competidor es el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
«Dicho de otro modo, el liderazgo del Cártel de Sinaloa parece haber frustrado los desafíos a su supervivencia al esforzarse continuamente por mantener y hacer cumplir una serie de reglas informales, códigos y mecanismos de resolución de conflictos que, a su vez, fomentan una sensación de estabilidad y previsibilidad dentro de su organización ilegal», argumenta el texto, así como «un sistema de gobernanza del mercado criminal» que permite al grupo «resitir los desafíos a su supervivencia al mitigar el impacto nocivo derivado de los cambios desfavorables dentro de su entorno operativo y estructura interna».
Se trata, dicen los autores, de cuatro aspectos o categorías donde consiguió fortalecerse para sobrevivir: una regulación «policial» propia, una «judicial», una fiscal, una de regulación interna y la última política.
CLAVE, LA «RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS»
Los investigadores señalan que las limitaciones geográficas del Cártel de Sinaloa y la dependencia de sus sociedades empresariales «proporcionaron incentivos significativos para establecer un sistema para gestionar la cooperación y resolver conflictos entre sus socios y competidores».
«Los testigos que declararon durante el juicio de ‘El Chapo’ describieron la relevancia de este sistema de mediación para la viabilidad del Cártel de Sinaloa. Por ejemplo, Vicente Zambada (el hijo mayor de ‘El Mayo’), también conocido como ‘El Vicentillo’, contó cómo el Cartel de Sinaloa a menudo hizo todo lo posible para evitar confrontaciones violentas con otros grupos», explican.
«En su testimonio, contó cómo su padre y ‘El Chapo’ organizaron cuatro reuniones en 2004 con la esperanza de evitar un conflicto violento con el Cártel de Juárez. Estas reuniones tuvieron lugar después de que su líder (un colaborador cercano del CDS) muriera y sus herederos se desviaran de su alianza con sus socios de Sinaloa», añaden.
Estas reuniones «diplomáticas» también tuvieron lugar en 2007 cuando ambas organizaciones negociaron un cese al fuego al que se sumaron Los Zetas. «Estas reuniones, sin embargo, no siempre fueron exitosas, pues la violencia entre cárteles es constante en este siglo. Pero a pesar de sus limitaciones, estas prácticas de mediación habrían jugado un papel crucial en mantener la cohesión entre sus líderes», dicen los expertos.
Además, estas reuniones se replicaban a nivel interno en el CDS. Pero no sólo se trataban de resolver disputas entre partes, sino también temas financieros polémicos. Pereda y
Juan José Esparragoza Moreno, «El Azul», para definir una resolución al problema. Luego de ello, acordaron que el Cártel del Norte del Valle, de donde venía la cocaína, tuviera «representantes» a lo largo de la ruta que tomaba la droga para certificar que el producto enviado era el producto recibido en las ciudades estadounidenses. Esto evitó un rompimiento con sus grande socios sudamericanos.
LAS «REGLAS FISCALES» DEL CDS
De acuerdo con los expertos, el CDS también impuso en la organización «reglas fiscales específicas que parecen diseñadas para evitar confrontaciones entre sus ‘gerentes’ y promover la lealtad entre los subordinados». Citan el ejemplo del respeto de las «plazas».
«Los propietarios de plazas reciben ingresos de negocios ilícitos en su territorio. Sin embargo, también son responsables de pagar a los empleados y sobornar a las autoridades dentro de esa área. Los propietarios de una plaza también deben redistribuir las ganancias de sus actividades comerciales entre sus empleados y pagar indemnizaciones a las familias de los subordinados asesinados. En su declaración [durante el juicio de Guzmán Loera], ‘El Licenciado’ [Dámaso López] recordó que en 2015, durante su segundo encarcelamiento, ‘El Chapo’ le envió una carta en la que le daba instrucciones sobre el destino de las ganancias del narcotráfico en Sinaloa», explican.
«En otras palabras, el poderío empresarial del Cártel de Sinaloa ha dependido tanto de su capacidad para establecer y mantener las ‘reglas del juego’ como de la creencia de sus socios de que se respetarán dichas reglas», argumentan. El análisis indica que lo financiero está tan ligado a la organización que incluso sus líderes «se han basado en un sistema de créditos, préstamos y pagos anticipados para facilitar la inversión en empresas de contrabando de drogas y ayudar a los miembros de alto rango a evitar y superar reveses».
En 1993, por ejemplo, «El Chapo» debía 42 millones de dólares a sus socios colombianos. «Tras el primer arresto de ‘El Chapo’, su hermano, Arturo Guzmán (alias ‘El Pollo’) y otros miembros del Cártel de Sinaloa se hicieron cargo de la deuda y reembolsaron la deuda a en varios plazos». En otro caso, el hermano de «El Mayo», Jesús Zambada García (alias «El Rey»), contó durante el juicio a Guzmán Loera cómo en 2003 «un oficial del ejército mexicano le advirtió sobre una inminente operación militar para recuperar a ‘El Chapo’. ‘El Rey’ acordó pagar 250 mil dólares en nombre de ‘El Chapo’ al comandante de la unidad para evitar el arresto. Más tarde, ya libre, Guzmán Loera «pagó el favor».
LA REGULACIÓN INTERNA DEL CÁRTEL
tres décadas, el Cártel de Sinaloa «ha adoptado prácticas que restringen el comportamiento de sus miembros y regulan las interacciones con otros participantes en los mercados ilegales». «Estas prácticas también parecen haber contribuido a la resiliencia del cártel al reforzar su control sobre sus operaciones», dicen.
Una de las formas más comunes de «gobernanza regulatoria», como la llaman, es la de prohibir o regular la violencia en los espacios donde operan. Esto, además de diferenciarlo de otros grupos, le permite al cártel la identificación con las poblaciones donde domina.
Sin embargo, los autores aclaran que eso no significa que el CDS tenga como política recurrir a la violencia sólo como último recurso, o que sus miembros «hayan priorizado consistentemente los objetivos generales de su grupo sobre otros factores al decidir emplear la violencia». «De hecho, las transcripciones del juicio de ‘El Chapo’ están plagadas de relatos de traición, que ilustran vívidamente cómo los intereses egoístas de los líderes del Cártel de Sinaloa a menudo tienen prioridad sobre las consideraciones estratégicas», agregaron.
«Los registros revelan que la violencia se ha utilizado con frecuencia incluso en situaciones en las que pueden haber existido métodos de resolución de conflictos no violentos y potencialmente más eficaces. (…) Sin embargo, a pesar de las notables deficiencias en el enfoque del CDS para regular la violencia, la evidencia disponible sugiere que estos esfuerzos fueron algo efectivos para mitigar las consecuencias adversas asociadas con los actos violentos», concluyen.
Además de regular el ejercicio de la violencia, el Cártel de Sinaloa también «se ha esforzado por controlar tanto quiénes pueden participar en emprendimientos delictivos en los espacios en los que opera como qué tipo de delitos están permitidos». Por ejemplo, ‘El Rey’ Zambada ha revelado que sólo los propietarios de plazas tienen el monopolio de las empresas delictivas dentro de su territorio. «Por lo tanto, si los miembros del Cártel de Sinaloa desean realizar negocios en una plaza específica, primero deben obtener el consentimiento del propietario de la plaza», explican.
Otro aspecto de las «reglas internas» son los tratos con socios comerciales de cocaína. «La organización delineó procedimientos operativos específicos con sus principales asociados en Sudamérica. Más específicamente, el Cartel de Sinaloa ha establecido estándares de calidad para la cocaína que compra, así como también ha establecido lineamientos claros para el manejo, empaque y etiquetado de los paquetes de drogas», señala el análisis. Lo mismo ocurre con el proceso para enviar drogas y minimizar el riesgo de detección y maximizar el número de rutas de envío viables.
Por último, el CDS también ha establecido «normas» para redistribuir los ingresos de las drogas y el lavado de dinero. «Por ejemplo, después de vender cargamentos de cocaína, el Cartel de Sinaloa ha sido el único responsable de transportar las ganancias de los EU a Colombia. Este proceso se llevó a cabo mediante el envío de paquetes en efectivo por avión o mediante ‘transferencias electrónicas realizadas a bancos chinos’ desde una compañía de seguros con sede en Atlanta», de acuerdo con el juicio de Guzmán Loera.
Junto a estos métodos, el CDS también se ha basado en otros dos mecanismos para promover el cumplimiento de las reglas entre sus socios comerciales. «Primero, la organización alentó los matrimonios y otros lazos simbólicos entre los miembros del Cártel de Sinaloa y los socios del narcotráfico para fomentar un sentido de solidaridad. Por ejemplo, ‘El Chapo’ fue padrino en la boda de ‘El Penúltimo’, un narco colombiano», indican.
«‘El Penúltimo’ contó cómo se convirtió en un huésped contratado en la propiedad de ‘El Chapo’ para asegurarse de que su familia en Colombia cumpliera con sus compromisos comerciales. En sus palabras: ‘Eran compromisos, muchísimos, y yo tenía que garantizar el dinero que estaba invirtiendo la empresa del cártel [de Sinaloa] en Colombia y Ecuador’. De manera similar, en 2007, El Chapo envió a su sobrino Tomás Guzmán a Ecuador para supervisar el manejo de los cargamentos de cocaína», argumentaron.