La Catedral Basílica de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos recibe anualmente aproximadamente a más de cinco millones de peregrinos, lo que coloca a esta iglesia como la segunda más visitada de todo México.
Ciudad de México, 16 de julio (SinEmbargo).- San Juan de los Lagos es un lugar lleno de devoción religiosa y ambiente tradicional. Este lugar en Jalisco es famoso por su Virgen, el principal motivo por el que tantas personas visitan este sitio.
La parada obligada es la Catedral Basílica de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, una imponente construcción que desde la fachada maravilla por su dimensión y belleza arquitectónica. Hasta ella llegan peregrinos para darle las gracias o pedir algún milagro. Este templo no solo es relevante para la región también lo es a nivel nacional, pues la Catedral Basílica de San Juan de los Lagos recibe anualmente aproximadamente a más de cinco millones de peregrinos, lo que coloca a esta iglesia como la segunda más visitada de todo México, sólo superada por la Basílica de Guadalupe, ubicada en la Ciudad de México.
Si se deja el aspecto religioso a un lado, el pueblo tiene su encanto. El centro histórico es un lugar pintoresco con sus calles llenas de vida y sus casitas de colores; en la Plaza Principal hay antojitos mexicanos como tacos, gorditas, enchiladas y el famoso café de olla.
La Casa de la Cultura de San Juan de los Lagos tiene murales impresionantes, algunos realizados por artistas locales, que retratan la vida de la pintora sanjuanense María Izquierdo. Otros tantos muestran lo mejor de las festividades del pueblo y de sus tradiciones. Adicionalmente hay exposiciones artísticas.
En San Juan de los Lagos es posible encontrar relajación y actividades de wellness, pues cuenta con spas y temazcales. También hay balnearios cercanos para que también los más pequeños disfruten de la visita a este grandioso lugar.
Para quienes gustan de la fiesta, San Juan de los Lagos también tiene su toque. Durante las fiestas patronales, que son en febrero y mayo, el pueblo se inunda de música, baile y alegría. Las calles se llenan de puestos de comida, peregrinos, artesanías e incluso bailes tradicionales. Eso sí, hay que apartar el hotel con tiempo de anticipación pues muchas son las personas que llegan a festejar por esos días.
