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Óscar de la Borbolla

10/07/2023 - 12:03 am

El ocaso de la belleza

«Mal tiempo para la belleza cuando es impopular llamar la atención acerca de la invisibilidad de su ausencia».

«La belleza no está ahí al alcance de la mano como un bien natural al que solo hace falta prestar atención». Foto: Óscar de la Borbolla.

Aunque existe el prejuicio de que todos los seres humanos apreciamos la belleza, la verdad es que a juzgar por los hechos son raros quienes la aprecian o siquiera la notan. Me basta con salir a pasear por las calles de muchas ciudades de nuestra República para que esta deprimente impresión se me confirme: nuestra capital, por ejemplo, está entelarañada por cables luz, que no solo rayan el cielo al punto de ocultarlo, pues se hamacan por cientos de un poste a otro, sino que, siendo tan caro el cobre, se dejan colgando o enrollados kilómetros de cable de desperdicio. Este lamentable estado lo podría comprobar y denunciar cualquiera, pero nadie lo hace porque, al parecer, como he dicho a todos les pasa inadvertida la fealdad. ¿Cómo habrían de notarla si son los mismos que pasan arrojando basura: envoltorios, cáscaras, envases, vasos y suciedad de toda laya?

Y luego los muros, los muros pobres y los pobres muros; empapelados por anuncios que se caerían de viejos pero que se sostienen gracias a que encima van, con nuevo engrudo, pegando otros, y aquellos otros, que alguna vez estuvieron bien pintados, van cubriéndose de grafitis, que no son otra cosa que unas feas iniciales narcisistas a las que, muy pronto vienen a tapar otras feas iniciales narcisistas. Abandono, decadencia y mal gusto parecen decir los muros, pero nadie los oye; nadie los mirará cuando sean tapizados por la repulsiva propaganda política.

Pero si nadie advierte esta ausencia de belleza que es tan obvia, ¿cómo van a extrañar la belleza de la poesía, las sutilezas de la retórica, o la belleza de una composición musical con sus acordes rebuscadamente complejos, si la inmensa mayoría se dedica a empocilgar el lenguaje afeándolo adrede, empobreciéndolo por ignorancia, y solo son capaces de encontrar armonía en los sonidos monótonamente machacones que bailan.

Mal tiempo para la belleza cuando es impopular llamar la atención acerca de la invisibilidad de su ausencia. Mala época para la belleza cuando el relativismo que todo lo cubre nos asegura que está en todas partes y nadie se atreve, no a decirle al emperador que va desnudo sino decírselo al vulgo que cree poseerla.

Y es que la belleza no está ahí al alcance de la mano como un bien natural al que solo hace falta prestar atención; la belleza es un fruto que solo aparece tras lavarse y tallarse los ojos; es una cima para la que hay que prepararse, es ese éxtasis que solo se encuentra cuando se agota nos las fuerzas sino la vida buscándolo. Eso es, eso era la belleza.

Twitter @oscardelaborbol

Óscar de la Borbolla
Escritor y filósofo, es originario de la Ciudad de México, aunque, como dijo el poeta Fargue: ha soñado tanto, ha soñado tanto que ya no es de aquí. Entre sus libros destacan: Las vocales malditas, Filosofía para inconformes, La libertad de ser distinto, El futuro no será de nadie, La rebeldía de pensar, Instrucciones para destruir la realidad, La vida de un muerto, Asalto al infierno, Nada es para tanto y Todo está permitido. Ha sido profesor de Ontología en la FES Acatlán por décadas y, eventualmente, se le puede ver en programas culturales de televisión en los que arma divertidas polémicas. Su frase emblemática es: "Los locos no somos lo morboso, solo somos lo no ortodoxo... Los locos somos otro cosmos."

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