Fabrizio Mejía Madrid
05/07/2023 - 12:05 am
Claudio Xóchitl González
En dos días Xóchitl cambió todo: la “narrativa” de la 4T, la opinión sobre los indígenas, y las encuestas. Un fenómeno.
Hace apenas dos semanas, el 15 de junio, en una mesa del canal de la familia Madrazo, Latinus, se hizo el destape de la candidatura presidencial del PRIAN, Xóchitl Gálvez. La pregunta de Loret de Mola fue como que no quiere la cosa:
—¿Entonces hay tiro para el 24?
Aguilar Camín, también fingiendo que todo era inesperado, dijo:
—Depende de muchas cosas: de que la oposición ponga una candidata o candidato que jale.
—Pero quién podría ser —lo alentó una invitada llamada Carolina Hernández que no es buena fingiendo respuestas no están ya cocinadas—, es que me intriga —agregó ya sin arco actoral.
—Yo pienso que es la que está —reveló Aguilar Camín— digamos… Xóchitl Gálvez está activa y viva. Tiene unas enormes ventajas: es una candidata a la que no le pueden decir fifí; ella le puede decir fifí a Claudia. La mensajera es el mensaje: es una indígena con una vida dificilísima, durísima, triunfal, y tiene valor, tiene desparpajo, tiene humor y sabe muy bien de qué está hablando y dónde se quiere poner, bueno, eso todavía no se sabe muy bien.
Entonces la hasta hacía dos segundos intrigada, agregó sin pánico escénico o conceptual: “Xóchitl es esa izquierda que está hoy desdibujada”. El analista Silva Herzog-Márquez abrigó a la repentina destapada con los ropajes de la cátedra instantánea: “Es el personaje que desactiva la retórica oficial. Frente a su experiencia de vida no puede seguir el argumento de que frente a morena está la oligarquía”. Y aseguró sin miedo a la realidad desmentidora: “Nunca estuvo en el círculo del foxismo, no es la inmediata del dueño del PRI y del PAN, es la candidata de la sociedad civil que se estaba buscando”.
Lo que antes se hacía en la explanada del PRI en voz del líder perpetuo de la CTM, Fidel Velázquez, ahora se hizo desde el canal de Internet de la familia Madrazo y con el destape en boca de un historiador derramado sobre su sillón. Atrás quedaba el método rimbombante anunciado apenas la semana pasada, la del Frente Amplio, que incluía sondeos de opinión, foros, y una votación de un listado de electores que se haría por medio de una plataforma digital vigilada por los exconsejeros del IFE a los que se les pasaron de noche los fraudes de 2006 y 2012. Atrás quedaba las esperanzas de Lilly, Gustavo de Hoyos, Claudia Ruiz Massieu Salinas, y otros, de ser considerados como candidatos a ser votados. Quedaba el «dedazo» de alguien como Claudio X. González o el Consejo de Negocios para decidir que era la “equis” era la de Xóchitl, con los partidos de la coalición electoral, legislativa y también judicial, fingiendo que iban a un procedimiento democrático para decidir. El dedo llegó a poner la “equis”.
El destape desató la «cargada» de los medios de comunicación que repitieron más o menos el guión de Aguilar Camín: es una indígena “triunfal” y es anti-derechos sociales. La creación es de los medios de comunicación y refrenda el “echeganismo” como argumento contra las políticas sociales de la 4T. Le Zuckerman escribió en Excélsior: “Mientras Claudia (se refiere a Sheinbaum) crecía en un hogar clasemediero de la ciudad de México, Xóchitl vendía gelatinas para vivir”. En El Universal, Mario Maldonado escribió: “Tiene años defendiendo a los pueblos indígenasy no tiene escándalos políticos”. El Financiero publica una encuesta en donde la Senadora, si bien tiene 38 puntos de opinión desfavorable y el 26 por ciento no sabe quién es, rebasa insospechadamente a Santiago Creel y a la pobre Lilly Téllez. Y ella misma posteó una encuesta de la desprestigiada Runrún, es decir, Rubrum, que la coloca ya nueve puntos arriba de Creel. En dos días Xóchitl cambió todo: la “narrativa” de la 4T, la opinión sobre los indígenas, y las encuestas. Un fenómeno.
De esas dos patas trata esta columna: cómo la oposición que no pudo generar una organización en torno a alguna demanda y tuvo que optar por disfrazar de indígena a la que ya se disfrazó de dinosaurio en el Senado de la República, se encadenó sola a una silla, y tocó una puerta que no le abrieron por no completar los requisitos para entrar a las «mañaneras»; y del mensaje del “echeganismo” como la apariencia de que vivimos en una sociedad que sólo premia el talento y no, como es el caso, la abyección.
Empecemos por el primer eslabón. La creación mediática de una candidata supuestamente indígena. En el 2000 fui enviado por la revista Proceso a cubrir los conflictos en el pueblo en el que nació Xóchitl, Tepatepec, en Hidalgo. Es un pueblo que vive de cultivar árboles frutales con el desague de la Ciudad de México y del Estado de México. Recorrí en una panga los canales de aguas negras que les fueron concesionados desde tiempos de Díaz Ordaz y que en el foxismo les querían cobrar un sobre precio por el uso de esas aguas contaminadas. Así es el pueblo de Xóchitl, pero ella no. Los alumnos de la Normal el Mexe me mostraron esa vez, hace 23 años, que la casa de la hoy Senadora era de las más grandes del pueblo, que su padre, el único médico en varios kilómetros había hecho fortuna a partir de cobrar las consultas y vender los medicamentos. Nada de esto tiene que ver con la venta de gelatinas, la pobreza extrema, o el no pertenecer a una clase privilegiada. En términos de la pobreza de los canaleros que viven de las aguas negras, en efecto, como me decían los normalistas, Xóchitl era una privilegiada en su propio pueblo.
Pero vayamos al tema indígena. Los medios de comunicación han sentenciado que Xóchitl es indígena por autoproclamación, como una especie de libertad de expresión personal y autodeterminación individual. Esto funciona si uno habla un idioma originario, es parte de una cultura comunitaria, y ejerce una ciudadanía étnica. Esto no es nomás de decir: “soy indígena” y que me toque, por ejemplo, la cuota para las listas plurinominales o la Comisión de Pueblos del foxismo. No es tan sencillo o no debería serlo. De hecho, existe el concepto de “usurpación de identidad étnica” que consiste precisamente en pretender que lo “indígena” es una elección personal, un estilo de vida, y no la experiencia de pertenecer a una comunidad lingüística, cultural, comunitaria y política de un pueblo originario. Ser “indígena” no es una opción individual, sino un conjunto de prácticas culturales que mantienen a sus portadores unidos en la lengua, las costumbres, y cosmovisiones a pesar de estar dispersos. Xóchitl es hija del privilegio en un pueblo pobre de Hidalgo que pasa al Gabinete de Vicente Fox en una Comisión de Desarrollo de Pueblos Indígenas que promueve, no los derechos indígenas, sino que busca asimilarlos al modelo neoliberal. Por supuesto, la agroindustria y la minería están en el centro de la guerra contra las comunidades originarias. Así, mientras Xóchitl no hacía nada más que promover su imagen televisiva como desparpajada y malhablada, el Gobierno de Fox cedió 25 millones de hectáreas a las mineras, despojó a los ejidatarios de San Salvador Atenco para construir el nuevo aeropuerto de Texcoco, que, con el llamado “Plan Puebla-Panamá”, reprimió y encarceló a los ejidatarios del istmo de Tehuantepec, como fue el caso de La Venta, Unión Hidalgo, e Ingenio Santo Domingo, que se resistían a que sus tierras, en 15 mil hectáreas comunales, fueran arrendadas durante treinta años por las eléctricas españolas, mientras Felipe Calderón era el Secretario de Energía y Juan Camilo Muriño, el de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados. Lo del Istmo fue la gran contra reforma agraria de los sexenios panistas a favor de las empresas españolas. ¿Qué hizo Xóchitl desde su Comisión? Hacerse la chistocita.
Xóchitl implementó un proyecto neoliberal cuando llegó a la Alcaldía Miguel Hidalgo en la capital mexicana. Desapareció la Dirección e Seguridad Ciudadana, desmanteló el centro de inteligencia y operación C2, y canceló la contratación de 500 policías y toda la inversión en prevención del delito. Como consecuencia, los delitos aumentaron 30 por ciento en dos años. Hizo un mini Cártel Inmobiliario con su City Manager, Arne Aus Den Ruthen, que construyó un basurero sin uso de suelo y materiales defectuosos en Las Lomas, y fue acusada de condicionar los permisos de construcción a que contrataran a su empresa de edificios inteligentes, High Tec Services, y la de su esposo, Operación y Mantenimiento a Edificios Integrales. En los sexenios de Fox, Calderón, y Peña Nieto, estas dos empresas fueron acusadas de recibir 28 contratos por adjudicación directa de la Presidencia, Conagua, Instituto de la Transparencia, la CFE. Curiosamente, Xóchitl defendió al Instituto de la Transparencia como si se tratara de su socio capitalista. Y sí. Siendo delegada, pagó por adelantado 10 millones de pesos para remodelar el teatro Ángela Peralta, que nunca fue remodelado. Compró flautas para las escuelas que cuestan 60 pesos en 600 pesos cada una. Se dedicó a filmar “malos” ciudadanos con la plataforma Periscope hasta que la Comisión Nacional de Derechos Humanos le avisó que incurría en un delito. Para darle la vuelta a esta mala prensa, filmó con Periscope un cumpleaños de Diego Fernández de Cevallos en 2016, donde se pudo ver al expresidente del fraude de 1988, Carlos Salinas de Gortari, al del fraude de 2006, Felipe Calderón, Olegario Vázquez Aldir, de Imagen, Excélsior y Hospital Los Ángeles, Ciro Gómz Leyva, Carlos Marín, el exrector de la UNAM y exsecretario de Salud, José Narro, y Carlos Slim. Una fiesta que constata que forma parte de la élite construida al amparo del poder político, al menos como empleada de ellos.
Renunció como Alcalde en la Ciudad de México para ir al Senado de la República, donde exhibió la casa que rentaba el hijo del Presidente construida con Lego, se disfrazó de dinosaurio, se encadenó a una silla de la sede histórica del Senado, exhibió una pancarta que aseguraba que el Presidente López Obrador había trabajado en el Gabinete de Echeverría, cuando el joven Andrés Manuel, en esos años, estaba en la primaria. Todo en Xóchitl Gálvez es apariencia. Es la mensajera sin mensaje, puro espectáculo e histrionismo, como retratarse tocando la puerta del Palacio Nacional para cuyo acceso no hizo los trámites necesarios para acreditarse como medio de comunicación. Es justo para ella haber sido destapada, no en la sede de un partido político, sino en el canal de Internet de Loret de Mola y el payaso Tenebrozo. El mensaje, si acaso, sería que, frente a la falta de una organización que no pudo construir Claudio X. González, se regrese al tiempo de los candidatos manufacturados por los medios, tipo Peña Nieto o Samuel García.
Por último me gustaría referirme al mensaje que es la mensajera, como dijo Aguilar Camín. Poner por el dedo de Claudio y el Consejo de Negocios a una Senadora plurinominal por Acción Nacional, que ha sido funcionaria e invitada a los cumpleaños más selectos de la mafia neoliberal de las últimas tres décadas, que se ha beneficiado personalmente de sus relaciones y cargos públicos, y que sólo ha servido para autopromoverse como figura “atrevida” de la vida pública, ponerla y decir que su único talento es haber sido pobre y ahora ser empresaria de inmobiliarias, es la negación de las clases sociales, de las desigualdades entre el campo y la ciudad, entre las entidades y la capital. Poner a alguien que usurpa el término indígena como si fuera una autodefinición personal, implica negar, también, a los propios indígenas, toda vez que presenciarán una campaña electoral donde, como en el echeverrismo, serán sólo adornos en el escenario, figura retórica, y acompañantes folclóricos.
Pero implica un mensaje mucho más de derecha que el muchos alcanzan a ver: Xóchitl Gálvez representa a la oligarquía que ha estado y estará contra los programas sociales universales. Ella misma lo dijo en su ya célebre ataque a las pensiones, becas, precios de garantía, Sembrando Vida, y Jóvenes Construyendo el Futuro: “Algo que aprendí de mi abuelo es ganar tu comida trabajando y creo que lo que tenemos que hacer es que estos apoyos sean temporales. Darles educación certificación laboral, competencias laborales genera fuentes de empleo para que la gente pueda salir adelante. De verdad que el mayor acto de dignidad para un ser humano es ganar su comida trabajando”. Eso lo dijo el 28 de noviembre de 2022 en el marco de una Feria de Libro en Guadalajara que estaba direccionada contra el Presidente de la República. Junta a ella estaban las panelistas Margarita Zavala y Soraya Pérez del PRI de Tabasco. Ahí, Xóchitl fue la oradora útil, aunque no muy brillante: dijo lo que supuso que los antiobradoristas de la FIL querían oír. Pero es un chiste. Primero repitió lo de “no hay que darle pescado sino enseñarle a pescar” de los manuales de auto-ayuda. Después dijo que los programas sociales no eran justicia, sino simplemente una contención. Pero lo más obtuso fue decir que las competencias laborales crean empleos. Los empleos, y eso debería saberlo la senadora, los crean las empresas y el nivel de explotación que proponen al mercado laboral. Ahí, en ese mercado hay de todo: capacitados, sobrecapacitados, y los que llaman “flexibles” porque no saben nada y aprenderán desde cero lo que requiere el puesto de trabajo. Sólo en su delirio existe eso de que las certificación laboral precede a la plaza a ser cubierta. Si fuera como dice Xóchitl, no habría enfermeras taxistas o ingenieras metidas a la política de derechas. Si pudiera expresarlo de una forma menos obtusa, lo que ella cree es en que las empresas deben de decidir qué carreras se estudian en las escuelas, para formar trabajadores que les sirvan. Luego, para rematar, sugirió que recibir un derecho constitucional como lo es la pensión para adultos mayores es “indigno”. Todo el Estado de Bienestar sería para Gálvez deshonroso, vergonzoso y despreciable. Lo único que daría dignidad a alguien es un salario dado por un patrón y, si no le alcanza para vivir, entonces se someterá a la indignidad de solicitar su derecho constitucional a un apoyo económico. Ahí es donde reside el mensaje del cual la sola presencia de la Senadora es mensajera: hay “indígenas” que se esfuerzan y esos son los que tienen empresas con contratos del IFAI; los demás son mantenidos del Estado. Ella, porque es indígena y llegó a estudiar ingeniería merece ser Presidenta. La indígena que sigue en su comunidad y sueña en un idioma distinto al castellano, es “indigna”, no le echa ganas, no se esfuerza, tiene un carácter débil y no tiene la voluntad necesaria. Otra vez esa idea de la derecha de que, quienes tienen la riqueza la merecen, y quienes tienen todas las carencias, también las merecen.
Y ahí va Xóchitl Gálvez disfrazada, otra vez, a otro Periscope de indignidades.
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