El estudio se basa en datos científicos fidedignos que definen las condiciones biofísicas necesarias para mantener un planeta estable que sustente la vida en la Tierra ("seguro") y evalúan cómo evitar daños significativos a los seres humanos y otras especies: el panorama luce complicado a partir de estas mediciones, concluyeron.
Ciudad de México, 10 de junio (SinEmbargo).– Un estudio que por primera vez midió de forma cuantificable los "límites del sistema de la Tierra" encontró que siete de los ocho medidores –que incluyen la contaminación del aire y del agua, las reservas subterráneas de este líquido y el hábitat en general– han sido sobrepasados y se encuentran en una "zona de peligro" para la vida en el planeta, tanto de seres humanos como del resto de las especies.
El estudio revisa específicamente el clima, la contaminación del aire, la contaminación del agua por fósforo y nitrógeno (por el uso excesivo de fertilizantes), las reservas de agua subterránea, el nivel del agua dulce superficial, el entorno ambiental sin construcciones y el hábitat natural en general y el que ha sido construido por el ser humano. Sólo la contaminación del aire no se encuentra en un nivel peligroso a nivel mundial, pero va camino de serlo.
El trabajo, que fue publicado hace unos días en la prestigiosa revista Nature, fue realizado por el grupo de científicos conocido como Comisión de la Tierra (Earth Comission, en inglés), una" iniciativa de evaluación científica internacional independiente organizada por Future Earth", según sus propias palabras. La Unesco, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Consejo Científico Internacional son algunos de sus financiadores.
Los cambios tan veloces que ha sufrido nuestro planeta, indican los más de 40 científicos que firman el paper, "socavan los sistemas críticos de soporte vital con impactos sociales significativos que ya se sienten y podrían desencadenar puntos de inflexión que desestabilicen irreversiblemente el sistema de la Tierra".
"Estos cambios son impulsados principalmente por sistemas sociales y económicos que se basan en la extracción y el consumo de recursos no sostenibles", remarcaron.
"Las contribuciones al cambio del sistema terrestre y las consecuencias de sus impactos varían mucho entre grupos sociales y países. Dadas estas interdependencias entre el desarrollo humano inclusivo y un sistema terrestre estable y resiliente, se requiere una evaluación de límites seguros y justos que dé cuenta de la resiliencia del sistema terrestre y el bienestar humano en un marco integrado", completaron.
El estudio se basa en datos científicos fidedignos que definen las condiciones biofísicas necesarias para mantener un planeta estable que sustente la vida en la Tierra ("seguro") y evalúan cómo evitar daños significativos a los seres humanos y otras especies. Los anteriores intentos científicos de definir los límites medioambientales, como el marco de los Límites Planetarios, han analizado las condiciones globales necesarias para mantener un planeta estable y salvaguardar la vida en la Tierra.
También por primera vez, el estudio utilizó parámetros para medir la "justicia" para la humanidad. Se basa, por ejemplo, en medir los daños significativos contra países, grupos étnicos o géneros que han ocurrido. "Es un gran reto, ya que la Comisión de la Tierra concluye que varios de los límites seguros han sido cruzados a día de hoy", indicaron. Esto permite que, además de hacer un llamado a la acción, no se dejen atrás a los grupos más vulnerables.
"No podemos tener un planeta biofísicamente ‘seguro’ sin justicia", precisó Joyeeta Gupta, una de las directivas de la Comisión de la Tierra y profesora de Medio Ambiente de la Universidad de Ámsterdam, en rueda de prensa para presentar los resultados. "Esto incluye establecer objetivos justos para prevenir daños significativos y garantizar el acceso de las personas a los recursos", agregó.
LAS MEDICIONES
Los límites seguros garantizan unas condiciones estables y resilientes en la Tierra, y utilizan un funcionamiento del sistema terrestre similar al del Holoceno interglaciar como punto de referencia para un planeta sano, señalan los investigadores. Una Tierra estable y resistente está dominada por retroalimentaciones que hacen frente a las perturbaciones y las amortiguan. La ciencia de vanguardia sobre los puntos de inflexión climáticos constituye una importante línea de evidencia para establecer límites seguros.
Unos límites "justos" minimizan la exposición humana a daños significativos. La Comisión define el daño significativo como: impactos negativos graves, irreversibles o existenciales generalizados en países, comunidades y personas como consecuencia del cambio del sistema terrestre, tales como la pérdida de vidas, medios de subsistencia o ingresos, desplazamientos, pérdida de seguridad alimentaria, hídrica o nutricional, enfermedades crónicas, lesiones o malnutrición.
La medición del clima, por ejemplo, ha sido rebasada, ya que los científicos ubicaron en 1 grado centígrado un aumento "seguro y justo" pero debido al cambio climático, la temperatura del planeta creció hasta 1.2 grados. Por ahora, se mantiene seguro, pero dejó de ser justo: dejará de ser seguro cuando aumente 1.5 grados.
Esta semana, por ejemplo, se dio a conocer que, incluso en el mejor de los casos, el Ártico comenzará a experimentar meses de verano sin hielo marino en algún momento a mediados de siglo, antes de lo que habían predicho los expertos, de acuerdo con el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático patrocinado por las Naciones Unidas.
El histórico informe sugiere que la región comenzaría a ver septiembres sin hielo marino alrededor de 2050 si los humanos continúan emitiendo gases de efecto invernadero en niveles altos o moderados. Sin embargo, dice que esto sucederá incluso en un escenario de bajas emisiones. "Básicamente, decimos que ya es demasiado tarde para salvar el hielo marino del verano del Ártico", dijo Dirk Notz, oceanógrafo de la Universidad de Hamburgo en Alemania y uno de los autores.
Con respecto a la biosfera, los límites seguros y justos han sido superados: tanto en la medición de la naturaleza intacta a nivel mundial –ya se violó entre el 45 y el 50 por ciento– y la naturaleza gestionada localmente, pues se superó el límite de dos tercios de área dominada por humanos.
Con respecto a la contaminación del agua, se superaron todos los medidores: la alteración de caudal mensual, que debería ser de máximo el 20 por ciento, es del 34 por ciento global. Con respecto a las reservas subterráneas, el límite justo y seguro de menos del 20 por ciento de alteración mensual también fue excedido, pues hay un 47 por ciento global de disminución sin recarga. La contaminación por agua, tanto de nitrógeno como de fósforo, a causa de los esterilizantes, también ha sido superada.
"Esto significa que, a menos de que una transformación muy oportuna ocurra, lo más probable es que estos puntos de inflexión sean irreversibles y el impacto en el bienestar general sea inevitable", dijo en un comunicado de la Comisión de la Tierra el director del estudio, Johan Rockström. "Evitar este escenario es crucial si queremos mantener la seguridad y el bienestar de esta y de las generaciones futuras".
El panorama no es el más positivo. Incluso en los niveles de contaminación del aire, que no han sido superados, hay retrocesos cada vez mayores. Apenas la semana pasada, la causa del calentamiento global no da muestras de desacelerar, ya que el dióxido de carbono en la atmósfera alcanzó nuevos máximos históricos en su pico anual de primavera, incrementándose a una de sus tasas más veloces de las que se tenga registro.
Los niveles de CO2 en el aire se encuentran en su nivel más alto en más de cuatro millones de años debido al consumo de petróleo, carbón y gas. La última vez que el aire tuvo cantidades similares fue durante una era mucho menos hospitalaria del planeta, antes de que la civilización humana se arraigara, informaron los científicos de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés).
Ya el año pasado, alrededor del 94 por ciento del dióxido de carbono de efecto invernadero que la actividad industrial humana liberó en la atmósfera procedía del carbón, el petróleo y el gas natural, según científicos que monitorean las emisiones en el Global Carbon Project, algo que impide que haya cambios significativos en ese apartado.
“Estamos en una zona de peligro para la mayoría de los límites del sistema terrestre”, afirmó a la agencia AP Kristie Ebi, coautora del estudio y profesora de Clima y Salud Pública de la Universidad de Washington.
Si la Tierra se sometiera a una revisión anual, similar al examen físico de una persona, “nuestro médico diría que la Tierra está realmente muy enferma ahora mismo y que lo está en términos de muchas áreas o sistemas diferentes y que esta enfermedad también está afectando a las personas que viven en la Tierra”, declaró a su vez Gupta en la rueda de prensa de presentación del estudio.
–Con información de AP y Europa Press.