Encuestas en 2012; proceso interno y rompimiento en el 2000; y procesos internos unificadores en 2006 y 2018 han permitido, antes al PRD y ahora a Morena, tener candidatos de consenso, pero en 2024 la cantidad de candidatos podrían cambiar la tendencia que se ha dado hasta ahora.
Ciudad de México, 10 de junio (SinEmbargo).– La sucesión presidencial ha comenzado en México. El proceso, que en otros momentos de la república ha provocado inestabilidad, asesinatos y problemas para los gobiernos de turno, se encuentra hoy con un momento inédito: por primera vez la izquierda lo llevará a cabo estando en el poder y, además, siendo favorita para quedarse seis años más en Palacio Nacional, según las encuestas.
Se trata de Morena, el partido que fundó y luego llevó al poder al Presidente Andrés Manuel López Obrador, la que el domingo elegirá su proceso interno para elegir al abanderado que encabece el movimiento para las elecciones de 2024, donde el partido, con cualquiera de sus principales aspirantes, es por ahora el favorito de los sondeos.
Se espera que Morena apruebe la propuesta de López Obrador de realizar una o varias encuestas para definir a su sucesor en la candidatura. Además, se espera que el partido avale el pedido presidencial de que los aspirantes renuncien a sus cargos para tener una competición con «piso parejo», un planteamiento hecho por el aún Canciller Marcelo Ebrard, quien también ha propuesto realizar debates.
Y es que, por primera vez, hay varias aspiraciones disputándose la candidatura que son viables: desde la favorita en las encuestas, Claudia Sheinbaum, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México; hasta su principal competidor, el Canciller Marcelo Ebrard; pasando por el Senador Ricardo Monreal y el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López.
El primero en lanzar oficialmente su campaña fue Ebrard Casaubón: el lunes pasado anunció su renuncia a la Secretaría de Relaciones Exteriores a partir de la próxima semana, para comenzar a reunirse con la militancia y con seguidores e indecisos a lo largo y ancho del país.
Pero, ¿cómo han sido los últimos cuatro procesos de selección de candidatos en la izquierda? Tres de ellas se realizaron en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), entonces el partido que conjuntaba las aspiraciones de la izquierda mexicana, hoy al borde de la desaparición y aliado con la alianza opositora. La última, en 2018, se realizó en Morena por primera vez.
Estos son los antecedentes:
CÁRDENAS Y MUÑOZ LEDO: LA LECCIÓN DEL 2000
Luego de haber sufrido un fraude en las elecciones de 1988 —donde triunfó oficialmente el candidato priista Carlos Salinas de Gortari— y perder las de 1994 con Ernesto Zedillo, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano encabezó la candidatura de la izquierda para las primeras elecciones de Jefe de Gobierno de la Ciudad de México —en aquel momento aún llamado Distrito Federal— en 1997.
Luego de ganar las elecciones, Cárdenas volvió a consolidarse como el favorito para encabezar por tercera vez la candidatura presidencial del movimiento progresista. En el año 2000, luego de sus primeras derrotas en la historia tres años antes, el PRI parecía más endeble que nunca.
En ese momento, el PRD era el partido más fuerte de izquierda. Nacido a partir del fraude del 88, se consolidó sobre todo a partir 1997, y en el año 2000, como ya lo había hecho en 1994, no realizó elecciones internas abiertas, sino convenciones de delegados en elección cerrada.
«Esto redujo costos y permitió más negociaciones entre las facciones. Esto explica que, en ambos procesos, las corrientes llegaran a la convención de delegados con un candidato único: Cuauhtémoc Cárdenas», explicó J. Esteban Manteca Melgarejo en su análisis «Métodos de selección de candidatos en México, 1994-2018» publicado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
A la natural candidatura de Cárdenas se le interpuso un aspirante: Porfirio Muñoz Ledo, su compañero en el PRI y quien junto con el hijo del General Lázaro Cárdenas formó la Corriente Democrática y después lo acompañó a fundar con otros el PRD, del que fue presidente nacional entre 1993 y 1996.
Sin embargo, Cárdenas se impuso como candidato y Muñoz Ledo salió del PRD para conformarse con la candidatura del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), una pequeña organización. Sin embargo, ante la falta de tracción, declinó en favor de Vicente Fox, a la postre ganador. Cárdenas finalizó en tercera posición, detrás del panista y de Francisco Labastida, del PRI.
Apenas en diciembre de 2022, López Obrador usó esta historia como una lección rumbo a 2024.
“Al que se quiere pasar de listo no le va bien”, dijo el Presidente en la conferencia matutina del 29 de diciembre pasado. Y más duro, aún: “Es contestar de cómo el que aspira y juega sucio, o actúa de manera ventajosa, o se quiere pasar de listo, no le ayuda, se le revierte, tiene un efecto de boomerang, por eso hay que tener cuidado con los excesos y hay que aprender a autolimitarse y a respetar al pueblo”.
Ante la negativa de Muñoz Ledo de ser candidato a Jefe de Gobierno del DF, López Obrador contó: «Muñoz Ledo me dice: ‘He sido candidato a todo, he tenido todos los cargos, y sólo me falta ser candidato a la Presidencia, entonces quiero ser candidato’. Entonces se elige en el PRD a Cárdenas y el Licenciado se va con el PARM y cuando viene la ola azul, que se ve que Fox va a ganar, él se suma, gana Fox y creo que le ofrecen ser Embajador, pero al ser gente de prestigio, termina por no gustarle”, subrayó.
Luego, contó una anécdota durante el proceso de desafuero del propio tabasqueño, donde, al llegar al mitin en el Zócalo, López Obrador necesitaba un momento para recomponerse de un dolor en el pie y, al tomar el micrófono, luego de retornar al PRD, Muñoz Ledo es silbado por la gente.
«Cuando lo anuncian una rechifla generalizada, porque se había adherido a Fox, pero yo ni siquiera lo percibí, nunca imaginé, si no, no le digo, pero la gente no olvida, esto es una lección para que no se menosprecie al pueblo”, reflexionó López Obrador.
ELECCIONES DE 2006: EL ASCENSO DE AMLO
Luego del triunfo de Fox en 2000, y el consecuente desencanto de la ciudadanía que votó por la alternancia por primera vez en 70 años, López Obrador se consolidó desde muy temprano en la contienda de 2006 como el gran candidato de la izquierda, empujado por estar al mando del DF desde las elecciones del 2000.
Si la elección del 2000 fue entre el favorito de los perredistas, Cárdenas, y el aspirante rebelde, Muñoz Ledo, los papeles cambiaron en 2005: Cárdenas pasó a un segundo plano por lo que López Obrador se hizo con la candidatura luego de que el hijo del General declinara participar en el proceso desde julio de 2005.
Cárdenas Solórzano calificó el proceso interno de «insuficiente para una discusión seria». «La ausencia de debate entre las prioridades del partido refleja también que se dejó de dar atención al fortalecimiento de la organización», acusó durante su anuncio. A pesar de coquetear con una candidatura en otro partido, nunca volvió a participar de ninguna elección.
Con el paso al costado del ingeniero, el PRD cerró filas López Obrador, el favorito en los sondeos luego del proceso de desafuero en su contra. Sin embargo, Cárdenas Solórzano nunca apoyaría la candidatura del tabasqueño, ni sus reclamos de fraude posteriores.
López Obrador perdería ante Felipe Calderón en un polémica elección calificada por el tabasqueño y sus seguidores como «fraudulenta» y el PAN se mantuvo seis años más en el poder.
LA ENCUESTA DEL 2012 ENTRE AMLO Y EBRARD
Luego de la polémica elección de 2006, López Obrador se mantenía como una de las principales figuras opositoras rumbo a la elección de 2012. Pero el otro gran aspirante para ser candidato en aquel año era el entonces Jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard.
Ante la paridad, ambos acordaron —por primera vez y en algo que se convertiría en algo usual cuando se fundara Morena en el futuro— en usar encuestas para definir al candidato. Tanto López Obrador como Ebrard han recordado el episodio en los últimos años como un ejemplo de unidad y una lección para una futura sucesión competida.
En octubre de 2020, así lo recordó el actual Presidente:
«Yo fui dirigente mucho tiempo de partidos, de dos, y no hubo ningún problema en la elección de candidatos por encuesta; es más, cuando fui la segunda vez candidato a la Presidencia, fue una encuesta con Marcelo y nos pusimos de acuerdo, me acuerdo que fueron dos o tres encuestadoras, se definieron las preguntas y a ver quién va, y salí adelante y él salió también muy bien posicionado, pero salí arriba y él, con mucha responsabilidad, aceptó».
«Porque eso es lo otro, se hace la encuesta y no se gana, ‘Ah, no, es que…’ ¿Saben qué se dice?, es interesante todo esto. Como la muestra es de mil o mil 200, estoy hablando para un país que tiene 32 millones de hogares, 90 millones de ciudadanos, 128, 130 mil… digo, millones de habitantes, entonces van a mil casas, mil 200», añadió el mandatario en aquel momento.
«Entonces, el que pierde y no acepta, dice: ‘A ver, compañeros, que levanten la mano, aquí a quién encuestaron’, puede ser que a nadie. ‘¿Supieron ustedes de que…? No, entonces no se acepta el resultado. Son cosas que se deben de tomar en cuenta», completó.
López Obrador también aceptó en ese momento que no se trataba de un método perfecto, pero «es la opinión de los ciudadanos». «No sólo para el caso de Morena, para cualquier caso debería de hacerse así, o la elección abierta, pero todavía no hay la responsabilidad suficiente. El pueblo se porta muy bien, pero los líderes –o quienes representan a grupos o quieren cargos o aspiran a cargos– se echan a perder», explicó.
En las cinco preguntas realizadas, Ebrard salió mejor posicionado en dos aspectos y López Obrador, además de salir mejor evaluado en otros dos de ellos, era el favorito cuando se les preguntaba a los encuestados por quién tenían más probabilidades de votar, aunque la diferencia fue de apenas 1.6 por ciento.
En una conferencia de prensa en noviembre de 2011, Ebrard y López Obrador anunciaron los resultados. El entonces mandatario capitalino declinó como había prometido. Tiempo después, ambos revelarían que había voces que le pedían al futuro Canciller desconocer los resultados. Nunca aceptó.
«La izquierda dividida solo iría al precipicio y no sería yo nunca el que conduzca el rumbo del país al fracaso», expresó Ebrard en ese momento ante los medios que preguntaban si impugnaría los resultados, o los desconocería, o lanzaría su propia campaña. «Marcelo aguantó el canto de las sirenas», confesó López Obrador durante una conferencia matutina en noviembre pero de 2021. «Se puso cera en los oídos, porque no todos aceptan», agregó.
En su libro publicado en 2023, Ebrard recuerda ese episodio y asegura que el «canto de las sirenas era real».»Habría bastado buscar un acuerdo con [el entonces Presidente del país] Felipe Calderón y su Gobierno contra Andrés para conseguir apoyos y presupuesto. Pero no, nada de escuchar el canto de las sirenas o naufragar en los acantilados del oportunismo”, afirmó en El Camino de México.
López Obrador, sin embargo, perdió ante Enrique Peña Nieto las elecciones de 2012. Unos años después, tanto Ebrard como el tabasqueño saldrían del PRD y se volverían a encontrar en Morena para las elecciones de 2018, ahora con el futuro Canciller como coordinador de campaña en 2018 de la segunda circunscripción del país.
2018: UN HURACÁN LLAMADO AMLO
Para las elecciones de 2018, López Obrador anunció su intención de competir por tercera vez consecutiva por la presidencia, y en esta ocasión dijo que sería la única y, en caso de perder, retirarse. En este caso, las encuestas consistentemente lo ponían como puntero incluso desde 2017.
En noviembre de 2017, Morena, el partido que fundó al salir del PRD tras las elecciones de 2011, y del cual era presidente López Obrador desde 2015 (antes había encabezado el Consejo Nacional entre 2012-2015), formalizó su proceso y precisó que, si había cuatro candidatos o más, se realizaría una encuesta. En el Cuarto Congreso de Morena, ese mismo mes, se aprobó el Proyecto Alternativo de Nación 2018-2024, prácticamente el mismo documento que AMLO había propuesto como base de su eventual campaña.
Sin embargo, López Obrador no tuvo rivales. El único aspirante que había buscado participar, Gerardo Fernández Noroña, rechazó lanzar su candidatura y apoyó al tabasqueño. López Obrador oficializó sus aspiraciones el 12 de diciembre se registró como precandidato. El único otro aspirante que se registró, casi de manera anecdótica, fue el marino mercante José Francisco Mendoza Sauceda, de Veracruz.
«Fue un proceso relativamente sencillo: todos, incluso fuera del partido, querían que él fuera el candidato y no había nadie que le pudiera competir, por eso nadie se metió, era obvio que era el favorito a ganar, ¿por qué empantanar el proceso interno? El que lo hiciera quedaría manchado», asegura un dirigente local de la Ciudad de México de Morena que prefiere no ser identificado.
López Obrador llegó pues con todo el apoyo de su partido a febrero de 2018, donde ante la Asamblea Consultiva de Morena, rindió protesta como candidato a la Presidencia de la República, luego de una simbólica precampaña donde fue el único candidato de peso.
Unos días después, rindió protesta como abanderado del Partido del Trabajo (PT) y de Encuentro Social (PES), hoy desaparecido. La alianza «Juntos Haremos Historia» se había firmado en diciembre de 2017.
En su tercera postulación, López Obrador ganó la elección en julio de 2018 con el 53.19 por ciento de los votos y donde obtuvo poco más de 30 millones de votos, 17.5 millones más que su competidor, el conservador Ricardo Anaya, del frente PAN-MC-PRD.
El 1 de diciembre de 2018 asumió el poder que el 1 de septiembre de 2024, según las encuestas, recaerá en su sucesor en la candidatura de Morena, aunque el nombre está por verse: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal y Adán Augusto López son los principales aspirantes.