Los efectos especiales, el combate, los movimientos de los personajes, combinado con las diferentes ambientaciones de cada escenario que visitamos, la música del juego y claro, las cinemáticas que podemos ver en algunos momentos del juego, hacen de Diablo IV la mejor experiencia de la saga a la fecha.
Ciudad de México, 4 de junio (SinEmbargo).- Han pasado más de 10 años desde el lanzamiento de Diablo III, una entrega que representa un antes y después en la saga, ya que el salto de Diablo II a Diablo III a nivel general del juego, en contenido, gameplay, gráficos, plataformas y demás, es algo que probablemente sea muy difícil de replicar a ese nivel, sin embargo, todos esos grandes aciertos que tuvo la tercera entrega están presentes en Diablo IV, tomando y mejorando cada uno de esos elementos para brindarnos una experiencia que está a la altura y en ciertos momentos supera a su antecesora haciendo que la espera haya valido la pena.
La historia de Diablo IV toma lugar 50 años después de la expansión de Diablo III, Reaper of Souls, donde, durante los primeros minutos del juego, conocemos que gracias a unos miembros del culto, Lilith, la hija de Mephisto y principal antagonista es invocada de regreso a Santuario (el mundo principal de la saga). Es importante recalcar que, si bien, no es obligatorio conocer la historia de la saga para poder disfrutar del juego, sí añade demasiado contexto a los eventos, los personajes principales de la historia y al desarrollo de eventos para entender toda la historia de la saga, lo cual básicamente nos ayudaría a entender el conflicto entre ángeles y demonios, lo que representa Santuario y la relación entre demonios y los descendientes que existen y se relacionan directamente con eventos a lo largo de la saga.
En Diablo IV, como en la saga en general la exploración lo es todo y en esta no es la excepción, dándonos el mapa más grande hasta la fecha y eso no es todo, ya que todas las regiones que podemos explorar están conectadas de alguna manera haciendo la travesía una constante evolución del mapa donde podemos empezar en una pequeña aldea, pasar por montañas, subir y bajar, exportar cuevas o lugares abandonados, cruzarnos con algunas mazmorras para explorar, llegar a una gran ciudad y continuar hasta un bosque y, lo más importante, sin tiempos de carga. Es una experiencia completamente fluida en su totalidad donde sin importar qué hagamos, el peligro estará en constante acecho, dándonos acción de manera constante. Además, para esta entrega, las dificultades han sufrido un pequeño cambio y si bien puedes seleccionar una dificultad inicial, esta se mantendrá en constante evolución a lo largo de la historia y se va adaptando al nivel que tu personaje vaya creciendo para mantener el desafío.
A nivel jugabilidad, podemos escoger entre 5 clases diferentes dentro del juego; bárbaro, druida, nigromante, pícaro y hechicero; cada uno de ellos con sus cualidades, ventajas y desventajas al momento del combate, pero completamente diferentes entre ellas, basadas en ataques cuerpo a cuerpo como el pícaro, en la resistencia como el bárbaro, en los ataques a distancia como el hechicero o en una combinación entre el uso de magia y minions como el nigromante y aunque podríamos escribir párrafo tras párrafo la experiencia de lo que es jugar cada clase, la decisión final está en los gustos y el tipo de juego de cada uno. Los árboles de talentos se han trabajado de una manera excepcional y expandido para esta cuarta entrega haciendo que cada clase pueda tener una gran variación de formas de adentrarse en el combate y es que conforme avancemos de nivel y obtengamos puntos de habilidad, las posibilidades de expandir nuestro árbol de habilidades serán bastante grandes divididas en habilidades principales, mejoras, habilidades secundarias y todas las combinaciones que podamos crear en el combate, en lo personal, mi aventura se centró en el nigromante y la creación de minions de combate cuerpo a cuerpo y magia y fue una experiencia con mucha dinámica en todo momento.
Gráficamente el juego luce impecable en cada centímetro de la pantalla y es una experiencia envolvente e impresionante en cualquier plataforma donde se juegue, a comparación de su antecesor que originalmente llegó en un inicio a PC y posteriormente a consolas, en esta ocasión, el lanzamiento es simultaneo y el tratamiento que vemos en las diferentes versiones de nueva generación refleja que sin duda estamos frente al mejor juego de la saga a nivel gráfico y técnico. Los efectos especiales, el combate, los movimientos de los personajes, combinado con las diferentes ambientaciones de cada escenario que visitamos, la música del juego y claro, las cinemáticas que podemos ver en algunos momentos del juego, hacen de Diablo IV la mejor experiencia de la saga a la fecha.
Diablo IV es todo lo que esperábamos que fuera y mucho más, un juego que no tiene que reinventar o innovar dentro de un género que conoce a la perfección, sin embargo, lleva a un nuevo nivel todo lo que logró con Diablo III y eso es lo mejor que los jugadores y fanáticos de la saga podían obtener como producto final.