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Alejandro Páez Varela

15/05/2023 - 12:08 am

Gris

La izquierda está ahora mismo navegando en aguas turbulentas por las reglas internas y la guerra sucia entre los equipos de los precandidatos. Es juego de niños, en realidad. La derecha tiene el agua en el cuello y lo que se discute, básicamente, es quién se ahoga primero.

El pasado 10 de mayo, los dirigentes de los partidos más antiguos de México se reunieron en un restaurante de la Ciudad de México para discutir el método de selección de su candidato a Presidente para 2024. Salieron contentos, como siempre. Pero sin resultados concretos. No sé si son honestos cuando platican porque ellos son el mayor problema dentro de PRI, PAN y PRD. Para empezar, no representan a la totalidad y son cabezas de tribus depredadoras. Así llegaron al poder y así se mantienen en él: los tres se apoderaron de las dirigencias con métodos apenas democráticos y los tres mantienen sus posiciones excluyendo a los demás. Esto les impedirá abrirse a todas las fuerzas dentro de sus respectivos partidos y además se les complicará abrir espacios a lasociedad civil”, como llaman a las camarillas externas organizadas en torno a Claudio X. Gonzalez.

Marko Cortés es acusado por Felipe Calderón y por otros panistas de renombre de mantener su liderazgo secuestrando los padrones internos, con ayuda de personajes ruines, varios de ellos vinculados al Cártel Inmobiliario. Jesús Zambrano y Jesús Ortega son los padres de una fracción, Los Chuchos”, que se quedó con lo que resta del PRD hace tiempo y no tiene la más mínima intención de soltarlo. Y a su vez, Alejandro Moreno se hizo de la dirigencia nacional y se mantiene en ella a costa de la histórica unidad” del PRI: tuvo que conducir una locomotora sobre cualquiera que aspirara a moverse por su cuenta y el mejor ejemplo es Miguel Ángel Osorio Chong, quien pasó de súperpoderoso exsecretario de Gobernación a paria dentro del priismo.

¿Cómo harán para decidir un abanderado para la presidencial? Es un gran misterio. Por instinto de conversación y pragmatismo decidirán, por supuesto, esa candidatura, pero para ello tendrán que pasar otra vez la locomotora sobre la voluntad de muchos priistas, panistas, perredistas y externos. Tendrán que extender premios de consolación y no hay tanto qué repartir, al menos no como en otros años, entonces se verán en la necesidad de castigar, si es que quieren unir a otras tribus, a los de su propio clan.

Pongo el ejemplo de Santiago Creel. Es el precandidato de la cúpula panista. Para hacerse de Acción Nacional debió pactar con los dueños del padrón y los ha sostenido, incluso por encima de la salud del partido. Ahora es el momento de cobrarles su apoyo. Querrá que usen la locomotora a su favor porque si se recurre al método de encuesta entonces la candidata, según casi todas las mediciones, serían Lilly Téllez, quien está a punto de comprobar qué tan moderna es la derecha de la que habla. La única manera de alcanzar la candidatura para Creel será por medio de una elección indirecta, es decir, ya sea por medio de delegados que “representen al panismo” o “por unidad”, o sea, negociada. Tendrá que imponerse con ayuda de la tribu dominante, pues. De otra manera, a población abierta, él, un líder poco carismático y sin novedad –francamente–, quedaría relegado según casi todas las encuestas.

En la capital mexicana pasará lo mismo, muy probablemente, pero con el otro Santiago: Taboada. Se dice que será candidato por encima de Xóchitl Gálvez, quien lidera las encuestas. No hay un criterio de quién puede ganar: el criterio que aplicarán es el de “quién se lo merece”. Es un pago por pertenecer a la tribu y defender a sus líderes. A ver qué dice el PRI y lo que queda del PRD, pero ya acordaron que las derrotas de 2023 las asume el PRI y las de 2024 el PAN, entonces es muy probable que ese escenario se consolide.

Creel y Taboada parece ser la fórmula. Dos Santiago muy parecidos: blancos, desangelados, machos tóxicos; la versión del rey Carlos de Inglaterra y las reinas Camila sobran en el PAN, usted escoja: Mariana Gómez del Campo, Margarita Zavala, Kenia López, Cecilia Romero, etcétera. Se impondrán los criterios de tribu y los vicios de tribu en el PAN, con las consecuencias que podemos adivinar. Quizás por eso se rumora tanto que Alejandro Moreno está planeando ser el candidato presidencial del PRI. El pobre Jesús Zambrano quedará, otra vez, huérfano de padre y madre.

Claro, falta ver qué dicen los Claudios (X. González) y su “Sociedad Civil SA de CV”. Falta negociar con los priistas en su conjunto, que tienen sus propias propuestas. Y luego a ver qué le dan al PRD, aunque como hay poco qué repartir. Y todo para enfrentarse a una elección que será muy, muy difícil, porque los números simplemente no les dan, ni juntos ni separados.

Son días sin carisma y sin imaginación en el PAN. Son días sin sorpresa. Y no hay de otra: es el partido que lleva mano en 2024 y así lo acordó con PRI y PRD. Se impone decir también que este panismo es consecuencia de los años de Felipe Calderón, que no se haga. Es él quien mete a los más viles a operar en 2006; es él quien pierde 2009 y luego 2011 de manera dramática; es él quien entrega el país a Enrique Peña Nieto y después de él, el PAN se va al tercer lugar. A Calderón no le gusta –y a muchos– hacer memoria pero este PAN es producto de su desempeño.

La tribu que tomó control del panismo lo hizo en medio del desastre que dejó el calderonismo, y se afianzó cuando el expresidente intentó tomar la candidatura presidencial de 2018 a punta de gritos y escupitajos, como es su estilo. De hecho, el PAN mejoró al menos en eso: abandonó el “estilo Calderón” de hacer las cosas y pasó de los gritos y escupitajos al tono gris, con candidatos grises e ideas grises. Los hechos confirman que Calderón era un peligro para el PAN y sigue siendo un peligro para el PAN. Después de él le sobrevino una crisis de enormes dimensiones y no hay una sola luz en el horizonte: todo lo que se ve es oscuridad, gris y oscuridad. El túnel ha sido largo después de Calderón. Esa es la realidad. Y aún así se atrevió a intentar imponer a su esposa.

La izquierda está ahora mismo navegando en aguas turbulentas por las reglas internas y la guerra sucia entre los equipos de los precandidatos. Es juego de niños, en realidad. La derecha tiene el agua en el cuello y lo que se discute, básicamente, es quién se ahoga primero. Panoramas muy distintos para uno y otro bandos.

El PAN lleva mano en 2024, según el acuerdo con PRI y PRD. La pregunta es: ¿mano para qué? En apenas dos semanas se confirma que está en tercer o cuarto lugar en Coahuila y Estado de México y de paso que no tiene más que ofrecer para las presidenciales que baldes de pintura gris.

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Permítame, antes de irme, una posdata para el Senador Kennedy. Y que me disculpe si es en español, mi lengua, que es más rica:

Una lata de comida para gato me sabrá a gloria, imbécil, porque antes te habremos servido (y te habrás comido) mil latas con mierda.

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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