Las autoridades estadounidenses y mexicanas han enfocado gran parte de su estrategia contra el tráfico de drogas sintéticas en capturar a los cabecillas de los carteles.
*Este artículo forma parte de una investigación de un año sobre el flujo de precursores químicos para la producción de metanfetamina y fentanilo en México.
Por Victoria Dittmar
Ciudad de México, 9 de mayo (InSight Crime).-- Jerónimo** llegó al restaurante vestido con una gorra de gallo, una playera negra, pantalón de mezclilla y una pistola semiautomática en el cinturón. Pidió una cerveza helada, porque la región de Tierra Caliente en Michoacán le hace honor a su nombre y los casi 40 grados del mediodía deshidratan a cualquiera.
Con voz dubitativa empezó a contar su experiencia traficando metanfetamina (o cristal) desde esta región del occidente de México, que históricamente ha sido un epicentro para la producción de esta droga sintética.
Jerónimo ha trabajado de manera independiente para organizaciones locales de narcotráfico e incluso ha tenido que colaborar con algún “cartel” para mover la droga hasta la frontera con Texas, Estados Unidos, desde donde él la vende a sus propios clientes.
La producción es vasta. Asegura que mover cincuenta kilos de cristal por semana es una cantidad normal para él. Incluso pueden llegar a ser más. Todo lo obtiene de laboratorios clandestinos que le proveen a él y a otros traficantes de la zona de Tierra Caliente. Recientemente, también comenzó a comprar pastillas de fentanilo de un contacto en la ciudad de Guadalajara, lo que le ha permitido aumentar sus ganancias.
Jerónimo sabe que los cocineros tendrán la producción que necesite, siempre y cuando él les provea los insumos necesarios: precursores, preprecursores, sustancias químicas escenciales y material de laboratorio. Aunque gran parte de esto viene del extranjero y está sujeto a regulaciones, Jerónimo no ha tenido problemas para conseguirlo. Ni siquiera debe preocuparse, ya que para eso contacta a especialistas.
“Tengo ‘conectes’ [intermediarios] que se dedican a conseguir las sustancias”, dijo Jerónimo. “Yo le[s] compro las sustancias a ellos y solo me encargo de que lleguen al laboratorio”.
Durante un año investigamos el flujo de precursores químicos hacia México y encontramos que el caso de Jerónimo es bastante común. Los “carteles” o las organizaciones de narcotráfico solo se involucran en la cadena de drogas sintéticas hasta sus etapas finales. Es decir, su rol se limita a comprar y acopiar la droga que producen los laboratorios y transportarla a la frontera. Antes de eso, participan una variedad de actores y empresas que se mueven entre las esferas legales e ilegales.
Las autoridades estadounidenses y mexicanas han enfocado gran parte de su estrategia contra el tráfico de drogas sintéticas en capturar a los cabecillas de los carteles.
Pero lo que sugiere el ejemplo de Jerónimo y los casos que explicaremos a continuación es que quizás el eslabón crucial en el que se deberían enfocar las autoridades no son los carteles, sino en aquellos que facilitan el tráfico internacional de sustancias químicas: los intermediarios.
EL CUELLO DE BOTELLA
Las cadenas de suministro de la metanfetamina y del fentanilo se asemejan a un reloj de arena. La etapa inicial —la producción de sustancias químicas— y la etapa final —la comercialización de las drogas— involucran a la mayor cantidad de actores.
Esto se debe a que los precursores químicos y otras sustancias necesarias son creadas de manera legal e ilegal por una variedad de empresas alrededor del mundo. Por otro lado, la comercialización de drogas sintéticas tiene pocas barreras de entrada, especialmente en la etapa de venta minorista, lo que implica que varios actores criminales pueden participar.
En medio de la cadena están los intermediarios, quienes conectan el origen de las sustancias químicas con las organizaciones de tráfico de drogas. Estos pueden ser individuos, redes o empresas cuya única participación en el mercado ilícito de drogas sintéticas es acopiar las sustancias químicas necesarias para su producción.
Los intermediarios se encargan de hacer el contacto con proveedores, importar sustancias químicas sujetas a controles, o desviar sustancias menos reguladas hacia el mercado ilícito.
Nuestra investigación encontró que hay un número reducido de este tipo de actores, ya que requieren tener un amplio conocimiento comercial, forjar relaciones con proveedores mayoritariamente en Asia, tener o aparentar negocios lícitos y ser capaces de mantener un perfil bajo para evitar sanciones. Además, este tipo de actores suelen proveer a más de una organización criminal, según dijo a InSight Crime un funcionario de la Secretaría de Marina (Semar), lo que coincide con un reporte de Milenio que cita informes de inteligencia.
Para traficantes como Jerónimo y para las organizaciones de narcotráfico como el Cartel de Sinaloa y el Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), estos intermediarios también suponen una protección: reducen los riesgos de exposición al negociar con actores de la industria legal y aseguran un flujo constante de sustancias químicas.
Por lo tanto, son una pieza esencial del rompecabezas.
REDES PARA CONECTAR LA OFERTA Y LA DEMANDA
Hay varios ejemplos de cómo funcionan estos intermediarios. El 14 de abril, las autoridades estadounidenses publicaron cinco acusaciones en contra de Los Chapitos, una facción del Cártel de Sinaloa liderada por los hijos de Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”, y sus presuntos asociados, por su participación en el tráfico de fentanilo. En una de las acusaciones, los fiscales mencionan a Ana Gabriela Rubio Zea, una ciudadana guatemalteca que presuntamente actuó como intermediara para la compra de precursores químicos en China.
Según la acusación, Rubio Zea negoció con otros intermediarios en China —Jiang Kun, Wu Yaqin, Yao Huatao y Wu Yonghao— quienes la conectaron con la empresa Wuhan Shuokang Biological Technology Ltd. Las sustancias eran transportadas directamente a México ocultas entre químicos legales o en contenedores de alimentos y llegaban al puerto de Mazatlán o a los aeropuertos de la Ciudad de México y Guadalajara. En ocasiones, eran transportadas por rutas que pasan por Alemania o Estados Unidos.
Rubio Zea presuntamente se encargaba de administrar la logística para que los productos llegaran a sitios de manufactura de fentanilo que controlaban células asociadas a Los Chapitos. En resumen, se encargaba de acopiar sustancias químicas de diversas fuentes para abastecer a uno de los principales traficantes de drogas del hemisferio, sin que ello los implicara en el resto de la cadena.
En el pasado, las autoridades estounidenses y mexicanas han detectado casos parecidos. El 30 de enero, por ejemplo, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos sancionó a tres individuos que forman parte de una red dirigida por José Ángel Rivera Zazueta, quien presuntamente importa precursores químicos a México desde China y, además, mantiene conexiones en Estados Unidos, Europa, Asia, África, Centroamérica y Suramérica.
La red presuntamente canaliza estas sustancias a varias redes de producción de metanfetamina y fentanilo en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, las cuales también operan bajo el control de Los Chapitos.
Específicamente, el Departamento del Tesoro asegura que Rivera Zazueta mantenía una relación comercial con la empresa Shangai Fast Fine Chemicals, que, al igual que cientos de compañías en China, vende precursores y preprecursores químicos en línea. En diciembre de 2021, esta empresa ya había sido sancionada junto con otras dos compañías por el gobierno estadounidense, pero hasta abril de 2023 seguía operando.
Otro de los casos más conocidos fue el de la red Zheng, un clan familiar de China al que se le acusa de traficar precursores químicos y análogos de fentanilo a Estados Unidos y a otros 27 países, mediante compañías que había creado en China y en otros 7 países. En 2019, El Heraldo reportó que la Unidad de Inteligencia Financiera de México tenía conocimiento de que esta red también exportaba precursores químicos hacia México desde 2013, mediante una variedad de empresas fachada que crearon en el país. Los giros de estas empresas eran diversos: desde productos veterinarios, vestimenta, laboratorios clínicos y servicios computacionales. Según el reportaje, la red Zheng presuntamente movía los precursores químicos por los puertos en el Pacífico de Manzanillo y Lázaro Cárdenas, y abastecían tanto al Cartel de Sinaloa como al CJNG.
FACHADA LEGAL
Para las autoridades mexicanas, casos como el de la red de empresas de los Zheng parecen ser el modus operandi más común para conseguir químicos, aunque suele ocurrir en menor escala, según dijo a InSight Crime el almirante Alfredo Hernández, extitular de la Unidad de Inteligencia Naval de la Semar.
Puede ser desde empresas lícitas dedicadas a importar productos legales desde Asia como empresas fachada creadas bajo otro giro. En ambos casos, estas empresas obtienen permisos para la importación de sustancias reguladas mediante corrupción o falsifican las etiquetas de los productos que ingresan para hacerlos parecer lícitos.
De acuerdo con el almirante, de diciembre de 2021 a diciembre de 2022, la Semar y Cofepris clausuraron ocho compañías en las que detectaron actividades inusuales de importación de sustancias químicas y que estarían relacionadas a la industria de drogas sintéticas.
Uno de los casos más citados es el de las empresas Escomexa y Corporativo y Enlace RAM. Ambas estaban registradas en Guadalajara, la primera como agencia aduanal y la segunda como proveedora de “servicios profesionales, científicos y técnicos”. Sin embargo, una investigación periodística de Forbidden Stories de 2020 descubrió que ambas eran fachadas para importar precursores de fentanilo desde India y China para el Cartel de Sinaloa. Posteriormente, Milenio reportó, citando un documento de inteligencia, que ambas empresas también abastecían al CJNG.
En México, estas empresas fachada son creadas con relativa facilidad y frecuentemente son utilizadas en esquemas de corrupción. En enero de 2023, el Servicio de Administración Tributaria de México (SAT) había identificado 12 mil 673 empresas que presuntamente simulaban sus actividades para evadir impuestos y que sencillamente pudieron haber sido utilizadas para operaciones de comercio internacional ilícito. Dado que las compañías identificadas por las autoridades seguramente son solo una fracción del total, las posibilidades de desvío son considerables.
Por otro lado, los casos en los que se utilizan empresas legítimas para importar precursores también han llamado la atención de las autoridades.
“Suelen ser dueños o trabajadores de empresas de importación y exportación que tienen todos los permisos y suelen evadir la atención de las autoridades porque la cantidad de productos lícitos que mueven es mucho mayor a la de las sustancias químicas reguladas”, dijo Hernández.
Esto lo ejemplifica el caso de Carlos Agredo y Francisco Pulido, quienes fueron acusados por el Distrito de Columbia de importar precursores y preprecursores de metanfetamina desde China e India mediante empresas aparentemente legales en Michoacán. Posteriormente, estas sustancias eran vendidas al CJNG y a otras redes de narcotráfico de la región.
Ambos individuos lograron mantener un perfil bajo por varios años. Las autoridades rastrearon el inicio de sus operaciones a 2011, pero los acusaron formalmente 10 años después.
DESVIAR DESDE EL MERCADO LEGAL
Además de los precursores y preprecursores, los fabricantes de drogas necesitan una variedad de solventes, colorantes, catalizadores y aglutinantes que provienen de mercados internacionales y locales. Jerónimo, por ejemplo, asegura que estas sustancias menos reguladas “no vienen de China”, sino que sus contactos las consiguen en mercados cercanos, como la ciudad de Querétaro, que tiene una importante industria química.
“No tienen problema para comprarlas, nadie les hace preguntas. Si les llegaran a poner ‘trabas’ recurren a sobornos o amenazas”, dijo.
Alrededor del mercado local de productos químicos también se han creado redes intermediarias para abastecer la producción de estupefacientes. El Departamento del Tesoro, por ejemplo, recientemente sancionó a los hermanos Ludim y Luis Alfonso Zamudio Lerma, dueños de una red de empresas de distintos giros en Culiacán —entre ellas una farmacia y una distribuidora de aceros— con las que presuntamente acopiaron productos químicos utilizados en la producción de metanfetamina y fentanilo.
Esta práctica parece ser común, ya que para la compra de productos químicos menos regulados hay poca trazabilidad.
InSight Crime visitó un laboratorio de metanfetamina asegurado en Culiacán, y encontró varios sacos de hidróxido de sodio, o sosa cáustica, de la empresa Industria Química del Istmo, que tiene sus oficinas en la Ciudad de México.
El hidróxido de sodio está en la lista de vigilancia por su uso dual, por lo que su comercialización debería estar regulada. Sin embargo, cuando contactamos a la empresa, un representante nos aseguró por correo electrónico que sus productos llegan a una “gran variedad de clientes”, pero que la compañía “no tenía conocimiento” sobre el uso de estos para fines ilícitos, lo que sugiere que no hubo trazabilidad hasta el cliente final.
*Steven Dudley, Sara García, Parker Asmann, Carlos Arrieta y Marcos Vizcarra contribuyeron a este artículo.
**Los nombres y detalles personales fueron modificados por seguridad de las fuentes