Alejandro De la Garza
06/05/2023 - 12:03 am
Vigencia popular de Monsiváis
¿Cómo llegaba siempre a todo espectáculo popular o marginal y escribía crónicas inusitadas, divertidas y bien documentadas sobre esas experiencias?
El sino del escorpión celebró este 4 de mayo los 85 años de Carlos Monsiváis de la manera más recomendable y festivas: releyendo varios de sus ensayos sobre lo popular (imposible fatigarlos todos en su numerosa diversidad y sus variadas aproximaciones a la cultura popular, calificada con humor de cómic por el propio Carlos como “nuestra heroína”). No hay intelectual mexicano que haya conocido y escrito más sobre la cultura popular, sus expresiones y sus ídolos, insiste el alacrán, y, a la vez, tampoco hay otro que se haya nutrido tanto de lo popular. Desde aquella “peregrinación” realizada en su infancia junto con su madre, desde el barrio de la Merced (donde había nacido en 1938), hasta la calle de San Simón, en la colonia Portales (donde habitaría el resto de su vida), y que narró con sarcasmo y agudeza en su autobiografía precoz, desde entonces, reitera el escorpión, Carlos fue siempre parte de “lo popular”, en tanto se consolidaba como uno de los escritores más originales y talentosos de las letras mexicanas contemporáneas.
En libros como Días de Guardar (1970), Notas sobre cultura mexicana en el siglo XX (1976), Amor perdido (1977), Entrada libre. Crónicas de la sociedad que se organiza (1987), Escenas de pudor y liviandad (1988), Los rituales del caos (1995), Aires de familia (1995), Cultura popular mexicana (1996), Del rancho al Internet (1999) o Apocalipstick (2010), por mencionar apenas unos cuantos, así como en cientos de notas, textos, comentarios y prólogos, Monsiváis revisó con perspectiva crítica los cambios significativos experimentados por la moral social y las mentalidades populares a partir de las ideas culturales divulgadas en la prensa, la literatura, el cine, la música, la radio, la televisión, la industria del espectáculo, la realidad virtual, el ciberespacio, internet y el correo electrónico.
El escorpión destaca aquí un ensayo alegórico y radical publicado por Monsiváis en la Revista Debate Feminista en 1988, con el título letanía de “La noche popular: paseos, riesgos, júbilos, necesidades orgánicas, tensiones, especies antiguas y recientes, descargas anímicas en forma de coreografías”, así como su crónica histórica sobre “La Merced y la cultura popular”, recuperada en agosto de 2017 en la revista Tinta y papel, como ejemplos mayúsculos de su capacidad de explicitación profunda de lo popular y sus manifestaciones. Son innumerables sus crónicas sobre nuestros cantantes populares, sobre el Bolero y el Danzón, los cabarés, antros y bares de los arrabales; sobre la lucha libre y el box, la influencia del cine, la radio y la televisión en las mentalidades de la sociedad mexicana. Todos los destellos de los espectáculos populares fueron capturados en sus crónicas y ensayos.
El escorpión revive tristón la popular despedida brindada al escritor a su muerte en junio de 2010, un aclamado paseo en carroza fúnebre por las zonas de la urbe tan bien descritas por él —el Centro Histórico, los barrios duros, la Calzada de Tlalpan—, y se pregunta ¿cómo el propio Monsiváis se volvió una auténtica figura popular? ¿Cómo apareció en cómics (Chanoc) y en diversas películas (el genial Santo Clós en Los Caifanes)? ¿Cómo llegaba siempre a todo espectáculo popular o marginal y escribía crónicas inusitadas, divertidas y bien documentadas sobre esas experiencias? Y eso sin hablar de otros aspectos de su obra, como su revisión de la poesía y la literatura mexicanas, su deconstrucción de la “alta cultura”, los análisis de impulso al feminismo y la diversidad sexual, el apoyo a los movimientos estudiantiles, populares y sindicales; su actitud antielitista, siempre equidistante de los grupos intelectuales hegemónicos —que se disputaban su pertenencia, cosa que él bien sabía aprovechar—, o de plano enfrentado a ellos (recuérdese su memorable polémica con Paz). Hoy se recuerda que el grupo de amigos conformado por Monsiváis, Fernando Benítez, José Luis Cuevas y Carlos Fuentes, fueron calificadas por el escritor Luis Guillermo Piazza como “La Mafia” que mandaba en la cultura mexicana en los años sesenta.
¿Por qué entonces la popularidad de Monsiváis?, insiste el venenoso, y la respuesta es obvia y salta a la vista. Carlos venía de lo popular, nació y vivió toda su vida en barrios populares y nunca cambió para complacer a los intelectuales VIP o al poder. Difícilmente cambiaba su chamarra de mezclilla por un saco —menos por una corbata—, y si bien estos son sólo signos externos, a Monsiváis siempre se le vio como un personaje sencillo y modesto a pesar de su sofisticación intelectual, su inagotable capacidad de trabajo y la creación de un lenguaje propio (Monsiváis escribe en Monsiváis, se ha dicho).
El alacrán revive entonces su primera “peregrinación cultural” a la calle de San Simón, en la Portales, allá por 1979, cuando en su visita inaugural a la casa de Carlos Monsiváis fue a entregarle algunos de sus escritos. A partir de entonces, el arácnido volvió esporádicamente a la calle de San Simón a dejar sus notas, escritos y ensayos en el buzón o en las manos del propio Carlos, primer editor del escorpión en La Cultura en México, (suplemento de Siempre!), allá por 1983. En otro de esos típicos “momentos Monsiváis”, pruebas irrefutables de su humor cáustico, el venenoso rescata el encuentro con Carlos durante una Coloquio de Comunicación en pleno Acapulco, allá por principios de los años noventa. Luego del saludo amistoso, el alacrán pregunto “¿Cómo va tu participación en el Coloquio?”, a lo que Monsiváis reparo con sorna: “Muy bien, en la mañana fui a asolearme y a nadar a Caleta”. El arácnido no puso contener la carcajada.
Hoy, que tan de moda está la crítica a lo popular —su música, sus personajes, sus canciones y sus temas calificados de “nacos”—, recordemos al popular Monsi con un fragmento de su libro Escenas de pudor y liviandad:
“El 31 de octubre de 1776, recuerda Gabriel Saldívar en Historia de la música en México, se prohíbe el chuchumbé, ‘por sus coplas en sumo grado escandalosas, obscenas y ofensivas de castos oídos’ que se acompañan ‘de baile no menos escandaloso y obsceno por sus acciones y meneos deshonestos, provocativos a la lascivia con manifiesta contravención a los mandatos del Santo Oficio’. El chuchumbé, de origen africano, traído de La Habana vía Veracruz, ‘es afición del pueblo bajo, en arrabales y casas de mala nota, entre gentes deshonestas, de mal vivir y de baja ralea’. ¿Cómo admitir el chuchumbé?”.
Los inquisidores de antes, como los de ahora, se llaman siempre a escándalo ante lo popular. Y sí, clasismo y discriminación son también los temas de Monsiváis, reitera el escorpión con su aguijón en alto.
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