La crisis de desaparición en México se ha incrementado en los últimos años, principalmente desde el sexenio del expresidente Felipe Calderón Hinojosa tras emprender la mal llamada "guerra contra el crimen organizado". Esto ha llevado a que tengamos hoy en día al menos una generación de niños que han crecido con la búsqueda de sus seres queridos.
Ciudad de México, 30 de abril (SinEmbargo).-- En México, la crisis de desaparición de personas se ha convertido en una de las problemáticas más sensibles y graves del país. Actualmente, se estima que hay al menos 112 mil personas desaparecidas, y esta cifra oficial sigue en aumento. Sin embargo, esta situación no sólo afecta a los adultos, sino también a los niños y niñas, quienes se han visto orillados a vivir en una situación desgarradora: se convierten en infancias buscadoras.
Esta crisi se ha incrementado de manera alarmante en los últimos años, principalmente desde el sexenio del expresidente Felipe Calderón Hinojosa tras emprender la mal llamada "guerra contra el crimen organizado". Esto ha llevado a que tengamos hoy en día al menos una generación de niños que han crecido desde la búsqueda de sus seres queridos y que tengan que enfrentarse a diferentes problemáticas, que van desde la afectación emocional y de identidad, hasta la deserción escolar, aspectos que no han sido bien atendidos, de acuerdo con organizaciones, colectivos y expertos.
“Cada desaparición forzada que padecemos en México y en cualquier parte del mundo es un delito de lesa humanidad, es decir nos afecta a toda la humanidad y eso involucra, por supuesto, a las infancias [...] conforme van avanzando las situaciones de presencia de esta grave violación a los derechos humanos y, a la par, los procesos organizativos de las familias buscadoras, es que vamos reconociendo la presencia de menores de edad como integrantes de estas familias buscadoras, como víctimas directas e indirectas de este delito, y en los procesos de defensa del derecho de las personas a ser buscadas y que se van incorporando a las labores familiares de la búsqueda”, señaló Andrés Hirsch, de la Brigada Nacional de Búsqueda, que integra a más de 120 colectivos en busca de sus seres queridos, en entrevista con SinEmbargo.
La Red por los Derechos de las Infancias (REDIM) cuenta con el informe más reciente llamado “La Infancia Cuenta en México 2022: Niñez y Desapariciones: Cómo la desaparición afecta a niñas, niños y adolescentes en México”, en el cual destaca que las niñas, niños y adolescentes son víctimas de varias formas por las desapariciones en México, un delito en aumento.
El documento no solo aborda el análisis en cuanto a la situación de las infancias desaparecidas en el país, sino que también revela una realidad con la que se están formando las infancias en México: la de la niñez y adolescencia buscadora.
“En una edad de continuo aprendizaje, las infancias buscadoras crecen caminando entre matorrales, cargando un pico o una pala, llevando agua o una cubeta, siempre con la esperanza firme de encontrar a su ser querido. Como dice Fernando, y se alude al inicio de esta presentación, las búsquedas se vuelven una ‘aventura’ que hace que cualquier hallazgo transite entre los elementos de lo lúdico y la dolorosa realidad que aqueja a más de cien mil hogares”, resalta el estudio, en el cual se incluyen las historias de niños, niñas y adolescentes que participan activamente en la búsqueda de personas desaparecidas en el país.
La REDIM estima que al menos uno de cada 352 niñas, niños y adolescentes vive la desaparición en su propia casa. Sin embargo, destacan que se trata de estimaciones debido a que no hay un registro fiable y confiable sobre el tema.
"No tenemos precisiones estadísticas ni podemos aportarlas aquí porque no existen: no han sido censados ni contabilizados en específico”, detalla el documento.
LA PARTICIPACIÓN
Fernando es un niño que, a sus 10 años de edad, ya tenía claro y grabado no solo el olor sino también la imagen de una persona torturada, herida por balas y amarrada que encontró durante una búsqueda. El pequeño ya tenía al menos cinco años de experiencia en la búsqueda de personas, habiendo asistido al menos nueve veces a búsquedas activas y en fosas clandestinas. El pequeño busca a su tío y a lo largo de ese lapso, ha visto cadáveres a su corta edad.
La historia de Fernando es una de las, al menos, 14 que se presentan en el informe de Redim, en el que también se visibiliza, desde entrevistas con perspectiva derechohumanista, cómo los niños y niñas viven la búsqueda. Fernando narró que ha visto cadáveres en velorios, pero no es lo mismo. También ha visto a personas muertas en películas, pero tampoco es lo mismo. "En las películas no se ven tan feos como son los cuerpos", dice el pequeño a Redim para el informe en cuestión.
El pequeño parece estar agobiado cuando habla de esto -aclara el estudio-, tampoco lo contó con morbo, pues compartió que al ver a las personas torturadas y enterradas, piensa en el sufrimiento de las personas y que varias de ellas eran inocentes y las mataron. "Es injusto porque no debían nada, los mataron. [A quienes lo hacen] sí se les tiene miedo. Porque ellos tienen la libertad, ellos no tienen reglas, ellos pueden ir a tu casa y te matan", narró el menor, de acuerdo con Redim.
Aunque en las Brigadas de Búsqueda y actividades de rastreo de los colectivos en campo se ven niños con picos y palas para ayudar en el rastreo, los espacios desde donde las infancias buscadoras participan son diversos. Valeria Cornejo y Andrés Hirsch, quienes integran la Comisión de Escuelas e Infancias Buscadoras dentro de la Brigada Nacional de Búsqueda, explicaron que no se trata solo de verlos en la búsqueda de campo con palas y picos buscando a sus seres queridos, sino que también tienen una visión diferente.
"Los niños, niñas, adolescentes y jóvenes participan en todas sus dimensiones, no solamente en los trabajos de búsqueda directa en campo o de búsqueda directa en vida -en donde desde hace algunos años hemos visto que se involucran en este tipo de ejercicios-, sino que también participan en todas las formas de búsqueda, en las marchas, en la expresión artística, con sus familias, e incluso en la asistencia de reuniones y asambleas", dijo Hirsch.
La participación, coincide Redim, es de diversas formas que van desde la asistencia a protestas hasta sostener fotografías, coordinar esfuerzos por redes sociales, salir a los cerros con pico y pala tras de fosas clandestinas, entre otras. Quienes crecen entre ausencias encuentran así una forma de sentirse útiles, compartir espacios con sus familiares y sumar su esfuerzo.
EL IMPACTO A LOS MENORES
Además de la incertidumbre y la angustia de no saber qué ha pasado con sus seres queridos, las niñas, niños y adolescentes también sufren otra ausencia.
Valeria Cornejo explicó que la búsqueda de los seres queridos también representa una ausencia más para los niños y niñas buscadoras, ya que las madres y padres, al estar enfocados en la búsqueda, no pueden brindarles la atención y el cuidado al cien por ciento. Estos menores viven una doble ausencia, que puede generar un impacto emocional y psicológico profundo y duradero.
“Es muy importante que se siga diciendo que las mujeres son las que cuidan, las que salen a buscar en su mayoría y eso conlleva a que muchas veces no puedan ejercer bien sus labores de búsqueda porque también están las labores de cuidado. Entonces, ¿cómo podemos generar las condiciones seguras y mayormente dignas para que las mujeres buscadoras puedan ejercer sus trabajos de búsqueda y que puedan estar seguras de que las personas que están a su cuidado, es decir, estas infancias, también estén seguras teniendo actividades de búsqueda?”, añadió.
“Cuando niñas y niños tienen que salir a buscar a sus seres queridos, ¿cómo garantizar sus derechos y considerarles de manera primordial en todas las medidas que les conciernen? Al necesitar la presencia de su madre, su padre o algún familiar, el vacío de la ausencia les convoca a participar en búsquedas que, al tiempo que es el ejercicio de un derecho, puede ser una fuente de afectación a varios de sus derechos”, destaca, por su parte, Redim en su informe.
Otro de los problemas y situaciones que enfrentan los menores es la falta de atención y asistencia psicosocial adecuada, ya que la pérdida de un ser querido es una situación traumática para cualquier persona, pero para los niños y niñas, que aún están en proceso de formación emocional y psicológica, puede ser especialmente difícil de sobrellevar.
“Es imperativo que el Estado mexicano, y la sociedad toda, voltee a mirar y escuchar lo que están viviendo y la profunda desatención en la que pueden quedar cuando la búsqueda se impone en las familias”, añade Redim, al destacar que es necesario escucharles, darles voz y entender el ejercicio de derechos y el interés superior de la niñez en el México de las desapariciones.
Valeria Cornejo de Brigadas de Búsqueda y Redim destacaron que otro grave problema que viven estas infancias es la deserción escolar.
“La desaparición se multiplica dentro de los hogares de México y se ahonda en las escuelas donde nadie habla de eso, escuelas del silencio. Son miles las infancias que crecen solas, a ratos abandonadas, pero además se sienten invisibles”, detalla Redim.
Cornejo narró a SinEmbargo que debido a que los padres están en la búsqueda o por la afectación persé de los niños, se retrasan en los estudios y esto les provoca afectaciones en su desarrollo académico o la deserción escolar.
Para Redim, es necesario y urgente que el Estado atienda la niñez en el contexto de la desaparición. Por ello, generó diversas recomendaciones, entre las cuales destaca la creación de lineamientos para la participación de niñas, niños y adolescentes en las operaciones de búsqueda de sus familiares, permitiendo su involucramiento de manera amigable, respetuosa de su interés superior y su derecho a la participación, y de forma acorde a su edad.
También considera que se debe incluir el tema de la desaparición de personas, y en particular de la situación y riesgos de niños, niñas y adolescentes, entre los contenidos que se imparten por parte de la Secretaría de Educación Pública. Además, se debe censar, contabilizar o realizar algún estudio estadístico para cuantificar numéricamente a niñas, niños y adolescentes con familiares desaparecidos, así como generar y difundir contenidos que permitan superar la estigmatización que sufren los adolescentes por parte de autoridades y sociedad. También es necesario sensibilizar acerca de las realidades que enfrentan los adolescentes desaparecidos.