Trigal, la ópera prima de la directora Anabel Caso, explora de forma honesta sobre despertar sexual que experimenta la mujer durante la pubertad y reflexiona al mismo tiempo sobre la sutilezas que pueden presentarse durante el abuso.
Ciudad de México, 28 de abril (SinEmbargo).- El despertar sexual que experimenta la mujer durante la pubertad es explorado en Trigal, la ópera prima de la directora Anabel Caso que cuenta la historia de Sofía (Emilia Berjón) y Cristina (Abril Michel), dos primas que pasan sus vacaciones en el campo, lugar donde descubren nuevas sensaciones que marcarán su paso a la adolescencia cuando se ven involucradas en un triángulo amoroso con un hombre (Alberto Guerra) casi veinte años mayor.
La cinta, que tuvo su estreno en el marco de la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Morelia, nace a través de una serie de memorias de la propia directora durante su pubertad, que se completaron con las historias de amigas y otras una mujeres que quisieron compartirlas.
Anabel Caso contó en entrevista con SinEmbargo que no existía mucha diferencia entre los relatos, y que también pudo darse cuenta que «el discurso y el relato social es muy diferente a lo que realmente transcurre cuando eres adolescente».
«Siento que hay una contradicción enorme entre lo que se dice que es ‘hacerse mujer’, entre lo que se dice que está bien respecto a la libertad femenina, de la exploración sexual, de lo que las mujeres hacemos, debemos hacer sobre cómo debemos comportarnos y mi propia experiencia en este pasaje de la pubertad a la adolescencia, y en esas contradicciones empiezo a pensar que hay que ‘blanquearlo’, que hay que empezar a dialogar, que las mujeres tenemos que empezar a decir y a manifestar realmente qué es lo que nos pasa, qué tanto es tantito, hasta dónde nos aventuramos, cuales son nuestras fantasías», se cuestionó Caso durante la creación de esta cinta también escrita por ella.
Trigal está basada en experiencias y sensaciones reales, pero es contada desde una ficción, a través del enredo que se forma entre los personas que, en palabras de su directora, «no distan mucho de la realidad» al nacer de dinámicas dentro de las familias en las que se inspiró.
Sofía pasa sus vacaciones en la casa de su prima favorita Cristina que vive en un pequeño pueblo. Entre ellas se desarrolla una complicidad y amistad que las anima a compartirse sus secretos e inquietudes.
El trabajo detrás de escena para reflejar esta sororidad que crece entre ellas se logró a dinámicas de grupo entre todo el elenco juvenil. Platicar y explicar que necesitaba Anabel sobre cada uno de sus personajes.
«Era entender muy bien cómo sería la relación entre las dos primas, cómo sería la relación con los demás, y también entender la evolución de cómo los personaje iban avanzando en su proceso, en las diferentes escenas. Siento que todo lo que se muestra en los personajes es muy sutil, entonces fue trabajar también en la sutileza de los personajes, pequeños detalles que hacen a los personajes quiénes son y qué los hacen tan únicos», señala Emilia Berjón.
https://youtu.be/lkF8HEU9Su0
La relación entre Sofía y Cristina se ve afecta por su interés en un tercero en discordia, un hombre mayor que ellas que trabaja en uno de las tierras cercanas. Al ver el interés que ellas ponen en él, el hombre aprovecha su situación para moverse con sutileza.
El actor Alberto Guerra reflexiona sobre el consentimiento en los caso de abuso:
«Lo que intentamos fue que justamente la conversación, el mensaje sobre el consentimiento hablara de las sutilizas. Estamos acostumbrados a escuchar lo que significa la violencia, en ese sentido entendemos perfectamente lo que es, pero las sutilezas, el traspasar esas fronteras con la diferencia de edad, el aprovecharse de un momento de vida sumamente emocional, donde están vulnerables, lo trataron de buscar de una manera sutil para no caer en los puntos comunes y clichés y que fuera válido».
Explica la importancia de que esa «sutilezas» también se venas reflejadas en las pantallas que muchas veces se muestras sólo eb grandes contrastes, que afirma, dejan grandes huecos al abordar la complejidad del ser humano.
«Es imposible contar esta historia específica sin hablar del contexto geográfico de la película, sin hablar del contexto social, no nada más lo ves en la relación que tiene este hombre con ellas, sino también vez la manipulación que hay dentro del matrimonio, la manipulación que hay de las madres y a las hijas, de las hijas a la madres, entre primas… Creo que la sutiliza en esta película en cuestión del relacionamiento humano es sumamente importante», agrega.
Anabel Caso muestra a través de su filme que muchas veces no parece clara la línea entre el consentimiento y el abuso, y la vulnerabilidad que existe en los personas de Anabel Caso debía ser retarda.
«Había que establecer una dinámica de intimidad, era super importante para la película, para que en pantalla se viera lo que necesitábamos, generar un espacio donde la vulnerabilidad pudiera estar habilitada, donde ellas se sintieran seguras».
No obstante, aunque el filme toca temas delicados, de los que sus conversaciones siguen resultando difíciles de tratar en sociedad, Trigal es una historia que quiso alejarse de dar al espectador «una lección», sino más bien funciona como una exploración que invita a la conversación.
«Anabel me dijo ‘yo no estoy segura de querer contar el trauma de esas niñas, yo quiero contar la experiencia’. No necesariamente todas las experiencias que viven cercanas al peligro o tan rallando en el peligro tiene que volverse traumáticas, no nada más hay que estar contando esas historias porque parece que estamos adoctrinando al mundo de ‘si haces esto, si descubres tu sexualidad y por algún error de la vida se te ocurre que te gusta un hombre mayor, vas a a acabar mal’. Y no, la vida es más compleja que eso. Yo creo que le dimos un tratamiento maduro que viene desde el guión», cuenta Alberto Guerra.
Trigal ya se encuentra disponible en salas de cine comerciales e independientes, después de su pasó en la selección de Morelia y del Festival de Málaga, como una propuesta diferente que explora temas de la pubertad y adolescencia que pocas veces que manejan con dignidad y responsabilidad en las pantallas.
«Siento en ese sentido una gran responsabilidad, pero también una gran alegría de que realmente sea un tema del que nos hayamos animado en poner en la pantalla y nos hayamos animado a hablar. Lo que pasa es que seguimos hablando de lo mismo, y seguimos sosteniendo las mismas historias, los mismos relatos y contando los mismo cuentos de Caperucita Roja y Blanca Nieves y no vamos a llegar a ningún lado, si seguimos contándonos esas cosas. Si las princesas son rescatas por los príncipes, lobos feroces pueden convertir se en la abuelita y abusar de las niñas indefensas, seguimos dándonos lata con lo mismo, ha sabiendas de que no es así, entonces creo que tenemos que hacer un stop y abrir los ojos y empezar a contar otros cuentos», culmina la directora.