La frontera norte ha sido escenario de cruces de familias con niños y de personas con limitaciones físicas, así como los accidentes y lesiones que no detiene el paso de migrates.
Por José Gabriel Martínez y Wu Hao
Tijuana, 19 de abril (Xinhua).- La mexicana Rosa Ramírez ha vivido durante 15 años a metros de Estados Unidos, en un espacio cuyo signo más distintivo es un imponente muro con barrotes de acero oxidado que refleja claramente la prohibición de cruzar de manera natural de un lado a otro.
Ramírez cuenta a Xinhua que desde su casa y las calles aledañas ha sido testigo de numerosos cruces e intentos de cruces de migrantes, la mayoría de las veces guiados por informaciones erróneas y falsas esperanzas de que serán bienvenidos del otro lado.
Entre las escenas más dramáticas que le ha tocado presenciar, recuerda, destacan los cruces de familias con niños y de personas con limitaciones físicas, así como los accidentes y lesiones de aquellos que no logran vencer la mole de acero que separa el suelo estadounidense del mexicano.
Ramírez es residente de Rancho Escondido, un barrio de calles de tierra en el este de Tijuana, en el estado mexicano de Baja California y fronteriza con San Diego, California.
El muro fronterizo y la seguridad dispuesta para vigilar la separación entre ambas demarcaciones a lo largo de distintas administraciones estadounidenses, dice Ramírez, no elimina el flujo migratorio habitual de la zona, ya sea regular o irregular, porque "la gente, por necesidad, siempre va a ver la manera de cruzar".
"Antes de que estuviera el muro y ahora también había mucho cruce y lo sigue habiendo por medio de lazos o cadenas", explica, a la vez que comenta que da lo mismo quien ostente el poder presidencial en Estados Unidos y las medidas migratorias que disponga.
El director de Atención al Migrante en Tijuana, Enrique Lucero, expone que a la ciudad fronteriza "sigue llegando migración de todas partes, por propia cuenta o guiados por traficantes de personas".
"Este fenómeno ha ido creciendo producto de que no hay flujo rápido para el asilo y se aprovechan de la desinformación de los migrantes. Los hacen tomar riesgos de rutas clandestinas como playas de Tijuana u otras", destacó.
El funcionario refiere que la situación migratoria de la ciudad se ha agravado en los últimos años por las medidas restrictivas de la migración y el asilo dispuestas por Estados Unidos.
La situación actual, dice, es como "una ciudad con forma de cuello de botella por el flujo migratorio", en tanto ingresan unos pocos a Estados Unidos de forma legal ante una gran demanda de más de 15 mil migrantes, producto del rezago ocasionado por la permanencia en el tiempo del llamado Título 42.
Tal normativa fue implementada por la Administración de Donald Trump en marzo de 2020, como una estrategia ante la contingencia sanitaria derivada de la enfermedad del nuevo coronavirus (COVID-19).
Mediante el Título 42, las autoridades de Estados Unidos expulsaron a México o deportaron a sus países de origen a 2.7 millones de personas, según cifras de la Patrulla Fronteriza.
En opinión de Lucero, esa política, en vez de restringir la migración, alentó los flujos migratorios irregulares y ha provocado situaciones de saturación de migrantes en ciudades fronterizas mexicanas como Tijuana.
"Hasta la fecha ha sido el gran muro de Trump y ahora de Biden para impedir la entrada de migrantes", dice el funcionario, a la vez que destaca que su permanencia y el atraso de procesamiento de solicitudes de asilo de migrantes que provoca hacen que los albergues en Tijuana se encuentren en su máxima capacidad.
Tijuana tiene una red de 30 albergues regulados legalmente, que en estos momentos acogen a cinco mil 600 personas migrantes entre mexicanos desplazados por la violencia de sus estados, haitianos, centroamericanos y sudamericanos.
Fuera de los albergues hay más migrantes y su número total en la ciudad asciende a cerca de 15 mil, algunos de los cuales están ya integrados a la vida económica y social tijuanense por el tiempo que llevan en ella viviendo y esperando, de acuerdo con Lucero.
El director de Atención al Migrante en Tijuana considera que el fin del Título 42, previsto para mayo tras arduas batallas judiciales entre el Ejecutivo y el Poder Judicial estadounidenses, va a ser el mayor reto para las autoridades de la ciudad y otras comunidades fronterizas mexicanas.
Se prevé que los migrantes congestionen los cruces regulares entre México y Estados Unidos si no son atendidos en un número significativo por día y las autoridades estadounidenses podrían no tener la capacidad de procesar rápidamente todos los casos que hay, según Lucero.
Para mitigar en mejor medida los flujos migratorios irregulares, a juicio del funcionario, Estados Unidos debe ser más claro y transparente con los mensajes que envía a los potenciales migrantes.
"Nos pueden ayudar siendo muy claros de qué es lo que quiere de la migración y a quiénes van a recibir, para que muchos no se arriesguen a venir. En la medida en que resuelvan sus incógnitas, nos ayudan, ya que los migrantes en tránsito demandan más esfuerzo que cuando vienen como destino", explica.
De manera similar, José María García, director del albergue Movimiento Juventud 2.000, estima que las autoridades estadounidenses pueden hacer más de conjunto con sus homólogas de otros países para dar siempre información correcta, que explique a los potenciales migrantes lo que pueden enfrentar cuando toman la decisión de migrar irregularmente.
"Se enfrentan a riesgos de ser robados, extorsionados y en algún momento, hasta perder la vida", subraya García, cuyo albergue acoge actualmente a 170 migrantes entre mujeres, hombres y niños de diferentes nacionalidades, que habitan en pequeñas casas de campaña muy unidas entre sí dentro del recinto.
Muros y medidas restrictivas, en opinión de García, generan saturación y hacinamiento en ciudades fronterizas como Tijuana, a la vez que dejan de lado la raíz de los problemas que conducen a la migración irregular.
"Si esto se maneja así, siempre va a ser por encima, no va a haber una atención real. Si no van a las causas en nuestro país u otros involucrados, donde hay mucha violencia o problemas de desigualdad, siempre va a haber ese movimiento a las zonas fronterizas y van a causar una problemática al país por donde transitan", explica García.
El activista convoca a incentivar la vida en la gestión de los flujos migratorios, así como a fomentar la utilización correcta y una frecuente actualización de los programas de migración regular existentes, los cuales "no están funcionando como al inicio".
"Las comunidades siguen en la frontera y están separando familias", critica García, que insta al Gobierno de Estados Unidos a cumplir su promesa de contribuir al desarrollo regional de Centroamérica y buscar soluciones integrales a la cuestión migratoria, sin verlo más como un asunto de utilidad política.