Con el récord constante de producción de cocaína, los traficantes pueden estar dispuestos a afrontar más riesgos para atravesar el océano Pacífico, al sopesar el potencial de ganancias.
Por Scott Mistler
Ciudad de México, 17 de abril (InSight Crime).-- Dos decomisos de cocaína de varias toneladas cerca de Australia y Nueva Zelanda alcanzarían en las calles un valor estimado superior a los mil millones de dólares, lo que obliga a repensar el envío de drogas hacia Oceanía desde Latinoamérica.
A comienzos de marzo, la policía federal australiana anunció el decomiso de 2.4 toneladas de cocaína en tránsito hacia ese país, lo que batió un nuevo récord nacional. Aunque solo se reveló recientemente, el decomiso ocurrió meses atrás, en noviembre, cuando agentes antinarcóticos estadounidenses abordaron el barco frente a las costas de Ecuador.
En lugar de simplemente decomisar las drogas, las autoridades decidieron atrapar a los traficantes en Australia. Así, reemplazaron la cocaína real, por un valor estimado de 677 millones de dólares por una imitación de narcóticos en paquetes idénticos, la transportaron y la arrojaron al océano a 40 millas náuticas frente a la ciudad de Perth, suroeste de Australia, el 28 de diciembre.
El 30 de diciembre detuvieron a tres hombres que salieron al mar a recuperar los paquetes, y las investigaciones que siguieron llevaron a nueve capturas más en el país.
En febrero, el Servicio de Aduanas de Nueva Zelanda anunció la interceptación de una cantidad de cocaína aún mayor, que sumó 3.2 toneladas. El alijo se encontró en docenas de paquetes flotando en el mar a seis días en barco al norte del país. El cargamento tenía como destino Australia, y representaba "30 años de [suministro de] cocaína" para Nueva Zelanda, comentó Greg Williams, director de la unidad de policía contra el crimen organizado de ese país.
En ambos casos, se sospechó de una conexión mexicana. Se sabía que los traficantes que recogieron la cocaína frente a Perth tenían nexos con un cartel mexicano no especificado, según el comisionado de policía del oeste de Australia, Col Blanch.
De igual forma, John Coyne, director de seguridad fronteriza en el Instituto Australiano de Política Estratégica (Australian Strategic Policy Institute), explicó a InSight Crime que "en lo que respecta a la cocaína, no nos equivocamos al afirmar que los carteles mexicanos tienen un control monopólico de la oferta y la cadena de valor [hacia Australia]".
ANÁLISIS DE INSIGHT CRIME
Con el récord constante de producción de cocaína, los traficantes pueden estar dispuestos a afrontar más riesgos para atravesar el océano Pacífico, al sopesar el potencial de ganancias.
En las ciudades del este de Australia, un kilo de cocaína puede alcanzar hasta los 400 mil dólares australianos (266 mil dólares) dependiendo de su pureza, según indicó la policía federal australiana en agosto de 2022. Precios igual de exorbitantes pueden lograrse en Nueva Zelanda, lo que pone a estos dos países entre los mercados de cocaína más lucrativos del mundo.
"Los australianos pagan unos de los precios más altos del mundo por drogas ilícitas. Así, cuando esa realidad se combina con un exceso de oferta de productos en Latinoamérica, es natural que esos grupos busquen expandirse hacia Australia", observó Anthea McCarthy-Jones, conferencista y experta en crimen organizado de la Universidad de Nueva Gales del Sur.
Y aunque los últimos descubrimientos fueron sorprendentemente grandes, representan una escalada lógica. Desde hace ya varios años se acumulan en Australia alijos de cocaína de menor tamaño pero aun así notorios. El anterior récord en decomisos de cocaína en el país solo se impuso en 2020, y ese a su vez batió un récord alcanzado en 2017.
El Cartel de Sinaloa, el grupo criminal más notorio de México, parece haber logrado seguir este aumento de la demanda. Desde 2011, las autoridades australianas han apuntado al grupo como importante proveedor de cocaína y metanfetaminas. Valiéndose de conexiones en Perú y Ecuador para proteger los cargamentos de cocaína, el Cartel de Sinaloa también se ha aliado con bandas de motociclistas australianos para la distribución local de drogas, como le explicó Coyne a InSight Crime.