Aunque las cifras siguen siendo insignificantes en comparación con la frontera entre Estados Unidos y México, los cruces se han vuelto tan frecuentes que la Patrulla Fronteriza ha enviado más personal a la región y libera a migrantes en Vermont con fechas para comparecer ante las autoridades.
Por Wilson Ring
St. Johnsbury, Vermont, EU, 24 de marzo (AP) — El acuerdo sobre migración que se disponen a anunciar el Presidente estadounidense Joe Biden y el Primer Ministro canadiense Justin Trudeau pondría fin a un proceso que ha permitido a decenas de miles de migrantes de todo el mundo cruzar a pie la frontera entre los dos países por un camino secundario entre el estado de Nueva York y la provincia de Quebec.
Desde principios de 2017, estos migrantes han entrado a Canadá por el Roxham Road en las afueras de Champlain, Nueva York, donde se ha instalado un retén de la Real Policía Montada Canadiense para procesarlos a unos ocho kilómetros (cinco millas) del cruce oficial de la frontera donde se los obligaría a regresar a Estados Unidos.
Los agentes les advierten que los arrestarán si dan un paso más. Entonces lo hacen, y sin esposarlos, los agentes los procesan y los dejan en libertad en Canadá, donde viven mientras se gestionan sus pedidos de asilo, algo que suele tomar años.
Canadá anunciaría como parte del acuerdo que 15 mil migrantes del hemisferio occidental podrán solicitar su ingreso al país. Esto se aplicaría a personas interceptadas en los 14 días siguientes al cruce de la frontera.
Por su parte, la Patrulla Fronteriza estadounidense también responde a un fuerte aumento de los cruces ilegales, en su caso de norte a sur, desde la porosa frontera canadiense. Casi todos se producen entre los grandes centros poblados de ambos países, de Quebec al norte de Nueva York y Vermont.
Aunque las cifras siguen siendo insignificantes en comparación con la frontera entre Estados Unidos y México, los cruces se han vuelto tan frecuentes que la Patrulla Fronteriza ha enviado más personal a la región y libera a migrantes en Vermont con fechas para comparecer ante las autoridades.
Las autoridades canadienses bregan con el problema desde principios de 2017. Muchos migrantes que van hacia el norte dicen que huían de las medidas de migración del Presidente Donald Trump, que eran hostiles a su presencia en el país y que siguen vigentes bajo su sucesor Joe Biden.
Estos migrantes se aprovechan de una peculiaridad del acuerdo de 2002 entre Estados Unidos y Canadá, según el cual los solicitantes de asilo deben presentar sus solicitudes en el primer país al que arriban. A los migrantes que van a un cruce oficial se les dice que regresen a Estados Unidos para presentar su solicitud, pero los que llegan a territorio canadiense por cualquier otra entrada pueden quedarse y solicitar protección.
Mientras tanto, los migrantes hacia el sur provocan tensión a las autoridades estadounidenses.
Los agentes de la Patrulla Fronteriza impidieron 628 cruces ilegales desde Canadá en febrero, cinco veces más que en el mismo período del año anterior. Esas cifras son casi nada en comparación con las de la frontera sur —donde se impidieron más de 220 mil cruces ilegales en diciembre—, pero significan un aumento mayúsculo en términos porcentuales.
En el Sector Swanton de la Patrulla Fronteriza, que abarca Nuevo Hampshire, Vermont y parte de Nueva York, los agentes impidieron 418 cruces en febrero, 10 veces más que el año anterior. La mitad de los que llegan desde Canadá son mexicanos, que no necesitan visa para volar desde su país.
El jefe de policía de St. Johnsbury, Vermont, una población de seis mil habitantes situada a una hora de la frontera, alertó a las autoridades estatales que la patrulla había descargado migrantes de una camioneta con escasos minutos de aviso en el centro de recepción del pueblo. Lo mismo había sucedido varias veces en las últimas semanas.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus iniciales en inglés) dijo que los migrantes transportados a St. Johnsbury habían sido detenidos al entrar a Estados Unidos sin autorización y se les notificó cuándo debían comparecer en audiencias de migración.
Los dejaron en St. Johnsbury porque tiene una estación de autobús donde pueden viajar a una ciudad más grande.
“En estas circunstancias, la CBP trabaja con las autoridades locales para garantizar la seguridad de todos los interesados —habitantes y migrantes— y asegurar la estabilidad de los recursos de la población”, dijo el comunicado.
Pero las autoridades locales dijeron que no se les dio tiempo para prepararse. Ahora están instalando un sistema para brindar a los migrantes los servicios que requieran.
El jueves, una pareja haitiana y sus hijos, varones de 17 y 9 años y una niña de 15, fueron llevados al centro de recepción. La familia, que no quiso dar su nombre, quería tomar un autobús a Miami.
Dijeron que habían estado dos meses en Canadá, pero se negaron a revelar los motivos que los impulsaban a seguir viajando.
No alcanzaron el bus del jueves que los llevaría a una conexión con Boston, de donde seguirían viaje a Miami. Un grupo local de voluntarios les consiguió comida y un alojamiento para la noche.
El jefe de policía, Tim Page, dijo que St. Johnsbury quiere ayudar a los migrantes, pero no de manera improvisada.
“Tenemos que determinar qué haremos cuando lleguen estas familias”, dijo. “Todavía no tenemos un sistema, pero cuando lo tengamos estoy seguro de que esto marchará mejor”.