Desde hace seis meses, las mujeres iraníes llevan la antorcha de un movimiento de protesta sin precedentes contra el régimen de la República Islámica en su país. Con motivo del Día Internacional de los Derechos de la Mujer, RFI ha recogido testimonios de estas mujeres iraníes, residentes en su país, que quieren mantener encendida la llama de la revolución "Mujer, vida, libertad", a pesar de la represión y de las constantes amenazas a su seguridad.
Por Darya Kianpour
París, 8 de marzo (RFI).- "¡Tiemblo de frío, pero no es cuestión de ponerse una bufanda o un gorro para entrar en calor! Es un invierno duro, pero no quiero que ellos [las fuerzas de seguridad] piensen que me rindo o que tengo miedo", afirma Haleh, de 58 años. Cuando llegó la Revolución Islámica, Haleh sólo tenía 15 años. Desde el principio, no ocultó su "aversión" al régimen y empezó a actuar en distintos grupos de oposición, participando en mítines, distribuyendo panfletos y abogando por la desobediencia civil. Vive en Teherán y afirma que nunca ha apoyado el velo obligatorio ni "las demás leyes liberticidas de la República Islámica".
Y pobre quien reduzca esta revuelta a una simple lucha contra el velo. "Evidentemente, nuestras reivindicaciones no se limitan a la libertad de vestir como una quiera y van mucho más allá de esta simple aspiración", insiste Morvarid, de 27 años, que, por falta de recursos, sigue viviendo con sus padres. "Como el velo es la principal herramienta del régimen islámico para reprimir a las mujeres, se ha convertido para ellas en el principal símbolo de su lucha. Por eso, desde el principio de las protestas, las mujeres decidieron quitárselo, rechazarlo y quemarlo", señala Haleh.
"Las mujeres iraníes son conscientes de sus derechos, saben lo que les han robado y luchan por recuperarlos. Aunque el Gobierno reprime de diferentes maneras, las mujeres están resistiendo y, desde mi punto de vista, esto es muy importante", afirma Atena Daemi, activista de los derechos humanos, especialmente de los niños. A sus 34 años, Atena ya ha pasado cinco en prisión por su labor de defensa de los derechos.
Pooran Nazemi insiste también en que "el objetivo de este movimiento va más allá de los códigos de vestimenta de las mujeres y exige un cambio total de régimen". Recuerda que "libertad, igualdad y justicia para todos son las reivindicaciones" de las manifestantes y están convencidas de que no se conseguirán con el actual sistema político. Esta ex presa política, defensora civil y de los derechos humanos, fue una de las firmantes en 2019 la famosa carta abierta llamada "Llamamiento de los 14" en la que se pedía la dimisión del líder supremo Ali Jamanei y el cambio del sistema político en Irán. Actualmente está a la espera de la decisión del tribunal revolucionario en un nuevo juicio.
Pero esto no le impide continuar su lucha, hablando en los medios de comunicación y publicando mensajes y videos en las redes sociales para reafirmar su compromiso y demostrar su determinación. Recuerda que "el aislamiento de Irán en la escena internacional" sólo es consecuencia de "la política y el comportamiento de sus incompetentes autoridades", que "desde el principio se impusieron al país con engaño e hipocresía". La población "ya no se deja engañar" y ahora sabe que "la deplorable situación del país es el resultado de la actual estructura de poder y no, como afirman las autoridades, de los enemigos".
Tras la muerte de Mahsa Amini, que falleció mientras estaba bajo custodia de la policía antivicio iraní en septiembre de 2022, los iraníes protestaron en todo el país y en todo el mundo.
La generación más joven comparte esta opinión. "Aquí, aparte de las restricciones a los derechos de las mujeres y la falta de libertades, todo está en declive", dice Hedieh, de 27 años. "La situación económica es desastrosa. En algunas ciudades, como en la guerra, la distribución de gas y electricidad está racionada. Hay escasez de medicamentos, el número de suicidios es muy alto y va en aumento, la depresión va en aumento y todo el mundo está convencido de que, para tener una vida normal, hay que acabar con el régimen de la República Islámica".
Según ella, "la población sabe perfectamente que quienes nos gobiernan son incompetentes y además ni siquiera se preocupan por el deterioro de la situación". Tras un largo silencio y el sonido de un nudo en la garganta, prosiguió: "¿Qué tenemos que perder? Nada. ¿Qué sentido tiene vivir si no puedes ser libre y si no tienes futuro? Y añade: "Así que vamos hasta el final. O mueres o triunfas. La República Islámica siempre ha sido sinónimo de terror. Hoy, las mujeres caminan de la mano. El miedo ha desaparecido y el régimen islámico pronto también”.
UN CLIMA EXPLOSIVO
Aunque las manifestaciones y concentraciones callejeras parecen menos frecuentes, la voluntad y la determinación de estas mujeres están intactas y son más fuertes que nunca. "La gente descarga su rabia y también su desesperación en las redes sociales. Es cierto que las grandes manifestaciones se han suspendido por el momento, pero todo el mundo dice que tiene intención de reanudarlas a la primera oportunidad.
Mientras tanto, luchamos de otras maneras. Sobre todo, porque, en vísperas de Nowruz, la población sigue ocupada preparándose para las celebraciones de Año Nuevo y los comerciantes intentan ganar algo de dinero", afirma Morvarid, una mujer de 27 años.
También para Hedieh, la ausencia de manifestaciones callejeras no es "en absoluto" un retroceso de este movimiento, ya que la protesta continúa por otras vías a la espera de otras concentraciones y huelgas. "En apariencia, la vida sigue en Irán, pero todo el mundo está convencido de que la revuelta en curso debe triunfar. Aunque haya menos manifestaciones, el rechazo a los valores promovidos por el régimen es cada día más evidente. El número de mujeres que pasean por las calles sin velo en Teherán, pero también en muchas ciudades de provincia, es cada vez mayor. Esto es, en sí mismo, un acto permanente de protesta. Y también hay convocatorias de manifestaciones y huelgas.
Hay huelgas esporádicas en varios sectores, incluida la educación, tras el envenenamiento de estudiantes en decenas de escuelas de todo el país. Pero para algunos, es necesaria una huelga general que bloquee el país para amplificar la protesta. "¡Si no hay huelga general es porque la gente tiene hambre! En 1979, el bazar y los opositores apoyaron a los huelguistas. Hoy, debido a la situación económica, el apoyo financiero no es significativo", afirma Pooran Nazemi.
En algunas regiones como Sistán-Baluchistán o Kurdistán, el clima es mucho más preocupante. Estas regiones están mucho más militarizadas y la población se encuentra en tensión permanente. "La disminución de las manifestaciones masivas en otras ciudades ha influido en la forma en que se llevan a cabo las protestas en el Kurdistán", lamenta Ronak [nombre ficticio], residente en Kermanshah. Pero la tensión sigue siendo palpable en esta ciudad y en el Kurdistán en general: "Es un fuego bajo las cenizas y cualquier incidente puede reavivarlo en cualquier momento. Las protestas en esta región nunca se han apagado, pues las reivindicaciones de la población kurda no son nuevas. Llevan décadas exigiendo el reconocimiento de su lengua, su religión, el reparto justo de la riqueza nacional y los beneficios de los derechos civiles”.
"Creo que nuestras preocupaciones se resumen en el famoso lema ‘mujer, vida, libertad’, que empezó en el Kurdistán, traspasó fronteras e incluso interpeló a las feministas más implacables del mundo", afirma Ronak. El 3 de marzo, en un comunicado de prensa, Amnistía Internacional expresó su preocupación por la persecución y ejecución de minorías étnicas.
UNA LARGA LUCHA DE MADRE E HIJA
Desde Tâhereh, la poetisa ejecutada a mediados del siglo XIX, la primera en quitarse el velo, hasta las jóvenes de hoy, las mujeres iraníes no han cejado en su lucha contra el oscurantismo religioso.
Desde su instauración, la República Islámica ha derogado la Ley de Protección de la Familia, ha impuesto el velo y "ha promovido el matrimonio de las niñas incluso a una edad temprana y ha fomentado la abundancia de embarazos, siempre con el objetivo de poner a las mujeres bajo arresto domiciliario". “El velo obligatorio era sólo uno de los instrumentos de poder para lograr este objetivo general", recuerda Atena Daemi.
Por eso es difícil silenciar a estas jóvenes rebeldes, a estas mujeres reprimidas, a estas madres en duelo. Desde hace 44 años, el número de madres que han perdido a sus hijos, en la cárcel o en la calle durante las manifestaciones, es incontable. Desde septiembre de 2022, las madres de Mahsa, Nika, Bahar, Kian, y tantas otras, han continuado la lucha por sus hijos.
Antes que ellas, fueron las "Madres de Khavaran" quienes, en 1988, vieron cómo sus hijos eran ejecutados y arrojados a una fosa común en lo que se convirtió en el "cementerio del diablo" conocido como "Khavaran", situado en el sureste de Teherán. También fueron las madres de Neda y sus compañeros activistas en 2009, y las de las víctimas de la represión en 2019.
Nahid Shirbisheh -la madre de Pouya Bakhtiari, el manifestante de 27 años muerto a tiros durante las protestas de 2019- es una de ellas. Pouya cayó ante sus ojos. La familia de Pouya exigió justicia. La respuesta de las autoridades fue encarcelar a la madre y al padre de la víctima. "A pesar de llorar la pérdida de su hijo, Nahid, profesora, se ha convertido en una feroz luchadora contra el régimen. A pesar de las amenazas, no se echó atrás. En julio de 2022 fue detenida en su domicilio y encarcelada en una prisión a cientos de kilómetros de su casa. Estuvo privada de contactos y visitas durante mucho tiempo. Últimamente, sólo su hija ha podido verla una o dos veces", dice Saba Bakthiari, cuñada de la Sra. Shirbisheh.
Pooran Nazemi rinde homenaje a las "madres que no han dejado de luchar durante 44 años, a veces en condiciones inaceptables e insoportables, para educar a niños conscientes y capaces de rebelarse contra la injusticia y el despotismo”. Son esas madres las que hoy participan en la lucha de sus hijos y exigen justicia, a veces a costa de su propia vida.
En los últimos tiempos, con el envenenamiento de alumnas en el país, el sufrimiento y la preocupación de las madres se mezclan con una gran rabia. "Muchos creen que el envenenamiento de las escolares es un acto de intimidación y venganza del Gobierno. Porque las escolares también estuvieron al frente de las protestas al quitarse el velo y romper fotos de Jomeini y Jamenei", insiste Atena Daemi.
Para Ronak, "la falta de reacción eficaz de las autoridades demuestra su implicación en este acto, que debe calificarse de terrorista. Lo que más me entristece es que esta vez también los niños son el objetivo de las autoridades. Niños que son totalmente ajenos a nuestras luchas. Este crimen no puede quedar impune".
DIÁSPORA Y COMUNIDAD INTERNACIONAL
Estas mujeres, más decididas que nunca a lograr su objetivo, son sin embargo conscientes de los límites de una lucha aislada. "La movilización en el extranjero es un acto de aliento para nosotras", admite Haleh. "Aquí, cuando vamos a manifestarnos, no sabemos si podemos volver a casa o no. Los responsables no tienen humanidad y son realmente aterradores".
Agradecidas y orgullosas de sus compatriotas fuera del país, siguen expresando su preocupación por la "indiferencia" de las naciones democráticas y la comunidad internacional. Reconocen los esfuerzos y el apoyo de la sociedad civil de varios países, pero lamentan que las autoridades políticas y sobre todo las instituciones internacionales sigan siendo meros observadores de los acontecimientos. "Aparte de la solidaridad dentro del país, necesitamos el apoyo de otras naciones y de la comunidad internacional", insiste Pooran Nazemi. "La situación actual es muy crítica y necesitamos un esfuerzo adicional. Estamos en un momento en el que todo el mundo debe estar decidido a avanzar rápidamente. No hay tiempo que perder", advierte Pooran Nazemi. "El Gobierno está actualmente debilitado y en una posición de fracaso. No debemos dejar pasar esta oportunidad, debemos ser capaces de asestarle el golpe fatal”.