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La gente huyó de la catástrofe en Chernóbil, pero los perros no. ¿Qué les ocurrió?

11/03/2023 - 5:12 pm

Mientras cientos de miles de personas evacuaban una zona devastada por la radiación, estos animales sobrevivieron en la zona de exclusión alrededor de la central nuclear e incluso a la matanza de mascotas para evitar la diseminación de agentes contaminantes. Los caninos han subsistido desde entonces: las claves de esa travesía serán vitales para entender los efectos genéticos y sanitarios sobre la flora, la fauna y los humanos.

Ciudad de México, 11 de marzo (SinEmbargo).– El 26 de abril de 1986 la vida cambió para cientos de miles de personas que vivían en la ciudad de Chernóbil, en la ciudad de Pripiat y en las adyacencias de la central nuclear donde aquella madrugada explotó un reactor en una de las catástrofes nucleares más grandes y graves de la historia humana.

La cifra oficial de muertos se quedó estancada en 31 fallecidos. Un balance considerado insuficiente por organizaciones civiles ya que otras estimaciones hablan de decenas de miles de muertos a lo largo de las décadas debido a las secuelas que, a gran plazo, conlleva la exposición a la radiación.

A partir de la "Zona de Exclusión" establecida con centro en la central nuclear de Chernóbil, más de 350 mil personas –en ese entonces, el territorio aún pertenecía a la Unión Soviética– tuvieron que evacuar la zona, que ha permanecido en su mayor parte abandonada. Salvo por los animales.

Los caninos han sobrevivido por años en la zona de exclusión y un nuevo estudio abre la puerta a nuevas interpretaciones y posteriores análisis sobre los porqués. Foto: Clean Futures Fund

A pesar de que cientos de miles de controladores de plagas se encargaron de “limpiar” la zona de exclusión alrededor del reactor, disparando a los animales por temor a propagar la contaminación –la miniserie de televisión de HBO Chernobyl reflejó estas labores en uno de sus más festejados episodios–, y a pesar de que los residentes evacuados de Pripyat tuvieron que dejar sus mascotas por órdenes de las autoridades, la fauna y la flora persistió en la zona. Incluidos cientos de perros. Los perros de Chernóbil.

PERROS EN LA ZONA DE EXCLUSIÓN

A principios de marzo, en la revista especializada Science Advances, se publicó un estudio sobre "Los perros de Chernóbil: Detalles demográficos sobre las poblaciones que habitan la zona de exclusión nuclear". Los autores del estudio caracterizaron la estructura ge´netica de 302 perros que representan tres comunidades de este tipo de animales que viven de forma libre cerca de la planta, a entre 15 y 45 kilómetros de distancia de la zona del desastre.

"Los individuos de la planta nuclear y de la ciudad de Chernóbil son genéticamente distintos con respecto a los perros de raza pura y otros criados libremente alrededor del mundo", de acuerdo con los amplios perfiles de genomas analizados, concluyó el estudio.

Sin embargo, los autores del estudio no tienen todavía los argumentos suficientes para informar sobre qué tanto o cómo fue que la radiación y su presencia constante a largo plazo provocó o no esos cambios, pero sí confirman que tienen una "historia de mezclas" en sus estructuras genéticas que indican "que estos perros han existido en la región de Chérnobil por un largo periodo de tiempo, potencialmente desde el desastre".

Su estudio, pues podría ser clave para entender la vida en una zona que, durante más de 36 años, ha estado afectada por una intensa contaminación radioactiva más o menos potente y abre una serie de preguntas clave de cara al futuro. "¿Tienen mutaciones que hayan adquirido que les permitan vivir y reproducirse con éxito en esta región?", se pregunta la genetista Elaine Ostrander en una entrevista por el New York Times. La experta en genómica de perros en el Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano en Estados Unidos y una de las autoras del estudio. “¿Qué desafíos enfrentan y cómo los han afrontado genéticamente?".

El estudio explica que no hay una versión oficial y aceptada sobre cómo una población de perros sobrevivió luego de la catástrofe nuclear, sobre todo durante tanto tiempo. Una de las hipótesis es que varios de ellos eran mascotas de personas que fueron evacuadas y que, de una forma u otra, pudieron evadir la matanza de estos canes tras la explosión. Sobrevivieron en un principio posiblemente gracias a la comida que los trabajadores de la nuclear que aún trabajaron durante años en la zona y luego, gracias a los turistas que comenzaron a aparecer en la parte menos peligrosa de exclusión.

Y es que la central nuclear de Chernóbil, una comunidad desconocida hasta hace casi 37 años, siguió funcionando con los reactores que no sufrieron fallas desde la independencia de Ucrania en 1990 hasta el año 2000, ya que el país dependía casi de forma absoluta de este centro para recibir electricidad.

De acuerdo con el análisis, los perros de Chernóbil forman manadas o familias de perros que van de un lado a otro en la zona de exclusión y "coexisten en proximidad entre sí", un fenómeno que se contradice con la forma en la que actuaban sus antepasados e incluso algunos perros semi salvajes.

"Los perros itinerantes en áreas urbanas tienden a adaptar su territorialidad y sus movimientos del día a día en respuesta a los humanos, su rango es pequeño, donde duermen, donde vagan, donde buscan por comida. La combinación de comportamientos observados en los perros de Chernóbil y sus complejas estructuras familiares sugieren que [estos caninos] violan" suposiciones previas, añade.

Además, el estudio presenta el análisis de 15 familias que se extienden a lo largo de toda la zona donde se recolectaron las muestras, reflejando la migración de perros entre la planta nuclear y la ciudad de Chernóbil", añadió el estudio, asegurando que se trata de la primera caracterización de una "especie doméstica" de Chernóbil, lo que permitirá realizar estudios genéticos sobre los efectos de la exposición a largo plazo de la radiación.

"La diferenciación genética de otras razas puras y mezclas de perros sugiere que las poblaciones en Chernóbil tienen una firma genómica única", indica el estudio. Por ello, estos habitantes caninos "tienen un gran potencial para iluminar los estudios de gestión de recursos ambientales en una población que resurge" tras una catástrofe única como la vivida en Chernóbil. "Su principal potencial radica en la comprensión de los fundamentos biológicos de la supervivencia del animal y, en última instancia, de los humanos en regiones con altas y continuas afectaciones ambientales", cierra.

LOS OTROS ANIMALES DE CHERNÓBIL

En 2014, un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en España, aseguró que las aves en la zona de exclusión se estaban adaptando a la exposición a largo plazo a la radiación en la zona de Chernóbil. Los autores del estudio señalaron que era la primera evidencia de que los animales salvajes se adaptan a la radiación ionizante, además de ser el primero en demostrar que aquellas aves que producen más feomelanina, un pigmento en las plumas, tienen mayores problemas para hacer frente a la exposición de radiación, de acuerdo con la publicación en la revista Functional Ecology, de la Sociedad Ecológica Británica.

El equipo de investigación analizó a 152 aves de 16 especies diferentes en ocho sitios dentro y cerca de la zona de exclusión de Chernóbil. Después midieron los niveles de glutatión, el estrés oxidativo y los daños del ácido desoxirribonucleico (ADN) en las muestras de sangre, así como los niveles de pigmentos de melanina en las plumas.

Caballos esperando a ser alimentados en una granja en Vorotets, en una tierra a apenas 45 kilómetros al norte de la central nuclear de Chernóbil. Foto: Sergei Grits, AP

Los resultados obtenidos en ese momento revelaron que con el aumento de la radiación de fondo, el nivel de glutatión aumentó, mientras que el estrés oxidativo y los daños del ADN disminuyeron. Las aves que produjeron grandes cantidades de feomelanina mostraron una condición corporal más débil, nivel del glutatión más bajo y aumento del estrés oxidativo y daño en el ADN.

En Chernóbil además vive una de las mayores poblaciones de lobos de toda Europa, debido a que, en esta zona a diferencia del resto del mundo, la actividad humana está sumamente restringida y estos animales han encontrado una suerte de "refugio" de sus cazadores. Ahí también se pueden ubicar jabalíes, caballos e incluso ganado vacuno que, abandonado en la zona, adaptó rasgos de animales salvajes conforme pasó el tiempo y nadie volvió por ellos.

Esto refleja que la zona en general, más allá de las partes más contaminadas, se han consagrado en las últimas tres décadas, en un santuario de animales, principalmente por la ausencia de humanos, que aunque pueden visitar ciertas zonas –considerado un turismo de alto riesgo– no pueden ni tienen permitido vivir en este lugar. Sin embargo, científicos han explicado que, aunque la primavera y el verano suele ser la mejor época para ellos, estos animales que se han convertido en la "fauna local" de Chernóbil suelen sufrir en invierno, debido al clima y a la falta de comida.

Por su parte, la zona más contaminada ha visto como el domo protector que fue construido para evitar la filtración de radioactividad comenzaba a degradarse. En 2016, fue colocado un nuevo "sarcófago" en 2019 en el reactor nuclear 4, donde tuvo su epicentro la catástrofe.

–Con información de Europa Press.

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