Alejandro Calvillo
08/03/2023 - 12:05 am
¿Quién les quitó el seno materno a los bebés?
La estrategia de Nestlé para promover su producto, en sustitución de la lactancia materna, consistió en ejecutar acuerdos, convenios, con los hospitales y realizar adiestramientos con los médicos y enfermeras a través de sus ejércitos de promotores. Serían los médicos y las enfermeras los principales promotores de las fórmulas lácteas.
A inicios de los setenta un nuevo fenómeno comenzó a presentarse en varias regiones del mundo llamado “en desarrollo”, en África, Asia y América Latina. Como nunca antes, comenzaron a llenarse los hospitales de bebés recién de nacidos- o de corta edad- malnutridos y, la mayor parte, deshidratados por infecciones diarreicas que requerían la inyección de suero que era necesario aplicar, generalmente, a través de las venas de la cabeza.
La causa estaba en que un nuevo fenómeno, nunca antes visto, estaba ocurriendo: una enorme cantidad de bebés habían dejado de ser amamantados por sus madres para ser “alimentados” con leche en polvo, con los que serían llamados “sucedáneos de la leche materna”, un nuevo producto introducido en el mercado por Nestlé y otras empresas. Miles, decenas de miles de bebés murieron por estas circunstancias.
El principal producto era Lactogen de Nestlé y su principal objetivo eran las madres primerizas. La estrategia de Nestlé para promover su producto, en sustitución de la lactancia materna, consistió en ejecutar acuerdos, convenios, con los hospitales y realizar adiestramientos con los médicos y enfermeras a través de sus ejércitos de promotores. Serían los médicos y las enfermeras los principales promotores de las fórmulas lácteas.
Nestlé sabía perfectamente que, en las comunidades marginadas, a las que estaba llegando en esas regiones, no existían las condiciones para garantizar la esterilización de los biberones, tampoco el acceso a agua purificada, condiciones esenciales para preparar las fórmulas lácteas. Sabía los riegos para la salud y la vida de los bebés que esto significaba. Lo sabía entonces y lo sabe ahora que lo sigue haciendo.
El drama humano provocado por estas estrategias predadoras de mercadeo de las fórmulas, especialmente en África, desató una emergencia sanitaria internacional. En 1977, se levantó una campaña internacional de boicot a la empresa Nestlé, y las Naciones Unidas, en específico, la Asamblea Mundial de la Salud se vio en la necesidad de establecer el primer instrumento mundial para detener las prácticas predatorias de una empresa. En 1981, se estableció el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna (CISLM) que dicta la prohibición de la publicidad y diversas formas de mercadeo de estos productos.
A más de cuarenta años del establecimiento del CISLM, la revista científica The Lancet, una de las más prestigiadas en materia de salud, pública una serie sobre lactancia materna, en la que da conocer, entre otras cosas: “Notablemente, el gasto en publicidad de la industria de las fórmulas lácteas comerciales ha aumentado 164% en la última década; a pesar de que 144 (74%) de los 194 países miembros de la Organización Mundial de la Salud han implementado medidas legales para implementar el Código que establece de forma explícita que no debe haber publicidad de estos productos al público en general”.
“Revelando las tácticas predatorias de la industria de fórmulas lácteas” es el título del primer artículo que abre la serie de The Lancet sobre la lactancia materna. El título da cuenta de las conclusiones a las que llegan expertos que se han dedicado a analizar esta historia corporativa “predatoria”. Y es que la falta de información y la normalización del consumo de fórmulas lácteas es una realidad; porque se sabe, entre la población general, de los beneficios de la lactancia materna y los riesgos de las fórmulas lácteas comerciales. La lactancia materna reduce las enfermedades infecciosas en la infancia, la mortalidad, la malnutrición, y el riesgo posterior de obesidad, entre los infantes. En las madres, las que amamantan tienen menor riesgo de cáncer de mama y ovarios, de diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.
Si las corporaciones, con Nestlé a la cabeza, han bloqueado las medidas efectivas para impedir la publicidad y mercadeo de estos productos, también han logrado mantener una fuerte influencia en los espacios académicos formando bajos sus premisas a los profesionales de la salud; ocurriendo esto, de manera más efectiva, en las naciones “en desarrollo”.
Casos extremos que demuestran la influencia de estas empresas de fórmulas lácteas, citados por The Lancet, fueron las amenazas en 2018 del gobierno de los Estados Unidos a Ecuador de establecer sanciones comerciales y retirar su apoyo militar si mantenían una resolución propuesta por la Asamblea Mundial de la Salud para proteger y promover la lactancia materna. Se cita también como grupos de cabildeo de estas empresas han presionado en contra de aumentar la licencia de maternidad lo que facilitaría un mayor periodo de lactancia materna.
Los efectos de la introducción de las fórmulas lácteas comerciales son más graves en las comunidades marginadas, en las zonas rurales, en las poblaciones indígenas. La lactancia materna “fortalece la salud de la mujer y los niños/as, previene enfermedades no transmisibles y transmisibles, fortalece las economías de manera sustentable y combate las inequidades”.
La serie actual The Lancet sobre lactancia materna aborda un aspecto poco estudiado anteriormente sobre las estrategias de mercadeo de las fórmulas lácteas comerciales, muestra la dimensión de su “penetración cultural”. Al inicio, en los 70, la recomendación de la fórmula para sustituir la lactancia materna comenzó a realizarse por cualquier motivo, ante el proceso normal de las primeras complicaciones que se pueden presentar al inicio de la lactancia materna o ante la percepción de la madre de que no producía suficiente leche. Lo que es revelador, en la nueva serie The Lancet, es que la fórmula se ha comenzado a recomendar ante el llanto del bebé. Si el bebé llora, para tranquilizarlo: darle la fórmula. Creando la percepción generalizada de que si un bebe llora es porque tiene hambre. Sin embargo, un bebé puede llorar por muy diversas razones: por sueño, por molestia del vestido, por incomodidad con el clima, por estar rosado, etcétera, etcétera. Esta percepción bloquea la posibilidad de comunicación, de entendimiento, entre el bebé y el adulto. El bebé llora para que se le ayude a resolver un malestar y lo que recibe como reacción automática es más alimento.
Como señala The Lancet: “Las mujeres y las familias toman las decisiones sobre la alimentación de los bebés con base a la información que reciben y la crítica a las prácticas predatorias de publicidad de las empresas de fórmulas no deben ser interpretadas como una crítica a las decisiones de las mujeres”. Existen diversos condicionantes sociales, familiares y laborales que pueden ser obstáculo para la lactancia materna. Estas circunstancias deben ser combatidas para que existan las condiciones en que las mujeres tomen su decisión: licencias más extendidas de maternidad, lactarios y guarderías en los centros de trabajo, etc.
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