Carlos A. Pérez Ricart
07/03/2023 - 12:04 am
¿Invadir México?
"A Crenshaw y compañía se les olvidan varias cosas: (...)que México no es el único ni mayor responsable de la crisis de fentanilo en EU. (...) que las armas que utilizan los carteles a los que pretende combatir en suelo mexicano son diseñadas, producidas y vendidas de manera legal en EU".
Dan Crenshaw es uno de esos tipos a los que no quieres encontrarte de frente. Tiene cara de pocos amigos y un parche negro sobre el ojo derecho —evocación de una herida de combate en Afganistán. Lleva consigo, orgullosamente, un AR-15, fusil capaz de disparar 600 municiones por minuto. Dice que es su derecho. En la noche preferirías ir del otro lado de la banqueta. En el día también.
Los habitantes del segundo distrito congresional de Texas, al noroeste de Houston, no piensan igual que yo. Crenshaw es el representante en Washington de las más de 700 mil personas que ahí viven. Nuestro personaje lleva tres elecciones ganadas de forma consecutiva, la última con el 66 por ciento de los votos. Es un ídolo: rechaza el aborto, la migración, los controles de armas y los subsidios universitarios. En una palabra: es un republicano, con todo lo malo (y lo peor) que eso implica.
Crenshaw es un tipo más pequeño que la silla que ocupa. Busca miradas, reflectores. Sólo su avidez por luces y titulares explica que en enero de 2023 presentara una iniciativa en el Congreso de Estados Unidos para facultar al gobierno federal a utilizar a las Fuerzas Armadas para combatir el tráfico de fentanilo. ¿Dónde? No lo explicita, pero es obvio: en México. En lo que sí es más transparente la iniciativa es en los (supuestos) carteles con los que pretende terminar: Sinaloa, CJNG, Golfo, Zetas, Noreste, Juárez, Tijuana, Beltrán-Leyva y Familia Michoacana (1). O sea, a todos: los que ya no existen y los que sí.
De aprobarse la iniciativa de Crenshaw, el Presidente de Estados Unidos tendría cinco años para combatir a los traficantes de fentanilo. Durante ese tiempo, el Ejército estadounidense podría hacer y deshacer abajo del Río Bravo. Todo valdría: drones, misiles, incluso presencia física de militares. Palabras más, palabras menos, Crenshaw propone legalizar una invasión.
La iniciativa llevaba dos meses en el Congreso sin mayor notoriedad. Era una de miles. Quien la trajo a los periódicos fue el ex fiscal de Estados Unidos, William Barr. En una columna publicada el pasado jueves en The Wall Street Journal, Barr anunció su apoyo a la propuesta de Crenshaw. En un texto lleno de lugares comunes, Barr argumenta en favor de mayor “presencia policial y de inteligencia” de Estados Unidos en México, así como de la necesidad de tratar a los carteles como entidades terroristas “igual que a ISIS, igual que Al Qaeda”. Que lo proponga un congresista radical es normal, que lo avale un ex fiscal es lo novedoso.
La idea es un despropósito, pero no es nueva. En mayo de 2022 Mark Esper, el exsecretario de Defensa del presidente Trump, publicó sus memorias. Son 725 páginas muy aburridas, pero un par de ellas ofrecen una acuarela del pensamiento de Trump respecto a México. Esper cuenta cómo en dos ocasiones, Trump le pidió analizar la posibilidad de lanzar misiles en territorio mexicano para destruir laboratorios de drogas. Según cuenta Esper, Trump habría pedido que la operación “fuera secreta” y no pudiera “identificarse el origen del ataque” (2). Esper lo disuadió, pero la idea quedó ahí. Hoy revive. Justo a tiempo.
Es posible que la bravuconería de Crenshaw y Barr sea solo eso, una bravuconería. El problema es que planteamientos como los del congresista y del ex fiscal pueden convertirse en parte de la matriz de la campaña electoral del partido Republicano. En otras palabras, estaríamos atestiguando el germen de un discurso que pronto podría volverse mainstream y ciertamente popular en la contienda electoral de 2024 en Estados Unidos.
A Crenshaw y compañía se les olvidan varias cosas. En primer lugar, que México no es el único ni mayor responsable de la crisis de fentanilo en Estados Unidos. Es falso. En segundo lugar, que las armas que utilizan los carteles a los que pretende combatir en suelo mexicano son diseñadas, producidas y vendidas de manera legal en Estados Unidos. Él protege a esa industria. Él y sus compañeros republicanos en el Congreso habilitan el tráfico de armas. Él es parte del problema. Por último, Crenshaw olvida (o quiere olvidar) que los mercados criminales no se acaban con misiles de larga distancia –todo lo contrario.
Estamos ante discursos aislados. La iniciativa de Crenshaw tiene solamente el apoyo de 16 de los 435 Congresistas de la Cámara. Es difícil que, por ahora, vaya a ganar mucho más apoyo formal. Sin embargo, el problema no es ese: el tema es la normalización del discurso, el desplazamiento del centro hacia la derecha, el convertir una insensatez en una posibilidad. Ya se sabe: el primer paso para el desastre es enmascarar una locura como algo aceptable, posible, deseable.
Faltan 19 meses para las elecciones en Estados Unidos. Las hojas de los días van a caer lento en el calendario. La propuesta de Crenshaw es hoy una idea; mañana puede ser una promesa de campaña. Trump sonríe. La mesa está puesta.
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1. Véase: H.J.Res.18 — 118th Congress (2023-2024). Disponible en: https://www.congress.gov/bill/118th-congress/house-joint-resolution/18/text?s=1&r=2
2. Sobre este tema escribí una columna en este mismo espacio: Carlos A. Pérez Ricart, Trump, Esper y los misiles a México, 10 de mayo de 2022. Disponible en: https://www.sinembargo.mx/10-05-2022/4179456
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