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Tiempo en piedra: un relato sobre el impacto del Geopedregal en las personas

03/03/2023 - 12:36 pm

La escritora Korina Calderón Gastélum y la doctora María del Pilar Ortega Larrocea se han unido en torno a Tiempo en piedra, un relato que da cuenta sobre la importancia del proyecto Geopedregal y del impacto que ha tenido el espacio natural del sur de la Ciudad de México en la vida de las personas.

Ciudad de México, 3 de marzo (SinEmbargo).– El Geopedregal, un espacio natural ubicado ​​ frente al estacionamiento de los Institutos de Geología y Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), fue un proyecto que abanderó la doctora María del Pilar Ortega Larrocea para rescatar el geopatrimonio y geodiversidad de un sitio que ha impactado en la vida de miles de personas de esta zona de la Ciudad de México, personas que tienen sus propias historias ligadas a este lugar, las cuales son contadas en el relato Tiempo en piedra (UNAM) de la escritora Korina Calderón Gastélum.

“Es muy lindo que una escritora haya podido integrar parte de lo que es un proyecto que surge de investigación científica y que ya está a otras escalas: es realmente llevar esto al arte, a la ciencia, más bien a la cultura, es cuando la ciencia trasciende, cuando la ciencia puede llegar a la sociedad”, compartió en entrevista la doctora Ortega Larrocea, quien desde hace 10 años ha llevado un arduo trabajo junto a un grupo de sus colegas y voluntarios.

De esta manera, Tiempo en piedra cuenta pone en el centro del relato el esfuerzo de este grupo comandado por la doctora María del Pilar de un ecosistema al repoblarlo con su flora y fauna originales en lo que es un remanente de la lava endurecida –producto de la explosión del volcán Xitle– de Ciudad Universitaria. Para ello, Calderón Gastélum recurre a la mirada de 10 personas quienes comparten sus memorias y recuerdos de crecer en un terreno donde abunda la piedra volcánica.

“Esto es un trabajo que honra a su vez el que ha hecho Pilar para recuperar ese remanente del pedregal, es muy importante que se señale que se financió con dinero del Conacyt, en el marco de un proyecto llamado Geopedregal Aula Viva y Geosenderos, dos institutos estuvieron involucrados: el de Geografía y de Geología de la UNAM”, precisó Korina Calderón.

Tiempo en piedra, de Korina Calderón Gastélum.

Expuso que el espacio del Geopedregal, un remanente del Pedregal, del derrame del volcán Xitle, tiene un trabajo detrás como el que se ha hecho en otro lugar que es Jardines de la Montaña. “Nosotros llevamos tres años, no 10 como Pilar, para hacer lo mismo que hizo ella. Evidentemente nosotros necesitamos contratar biólogos de la UNAM, ella no porque es experta. Ellos nos dijeron cómo hacer lo mismo que hizo Pilar pero esto es un encinar, en donde también hay piedras volcánicas”.

“Y como somos espacios hermanos pues en un momento nos invitaron a conocer el Geopedregal de Pilar. Llegamos y quien nos hizo una visita guiada fue Pilar; me robó el corazón: su pasión, la manera en que nos explicó y nos hizo conciencia de los servicios ecosistémicos que nos da hoy ese lugar, como la filtración del agua, la regulación de la temperatura, etc”, ahondó Korina Calderón.

Platicó que a partir de ese momento se reunieron y ella escribió un artículo en el periódico sinaloense El Debate:

“Le mando el link y me dice ‘vente para acá’, entonces nos reunimos, ella ya traía la idea, quería hacer 10 actividades para conmemorar el cumpleaños de su niño, que es el Geopedregal, y una de esas era el conversatorio de saberes. Me dice ‘qué te parece si me ayudas y lo hacemos juntas’ y yo le dije que sí y le dije: ‘¿Qué te parece si con esta información hacemos un libro?’ Era mi carta a Santa Claus y aquí la tenía yo enfrente. Entonces empezó esta vorágine porque realmente este artículo se publicó el 27 de febrero de 2022. Un año después, está ‘Tiempo en Piedra’, que es el segundo hijo de ella pero ahora lo comparte conmigo”.

Cuestionadas sobre si este relato además de visibilizar el proyecto del geopedregal, expone la expansión de la mancha urbana y cómo un espacio como el Pedregal se superpone a la obra humana, la doctora Ortega Larrocea indicó que siempre defender la naturaleza es visto como ir en contra del progreso, cuando no es así, no es un paso hacia atrás.

Korina Calderón, autora de Tiempo en piedra. Foto: Cortesía.

“En realidad es un paso para adelante, poder demostrar que si la ciencia y el arte se unen siempre podemos impactar más, mover conciencias, hacer un cambio en la mentalidad de la gente, donde no nada más estamos perdiendo físicamente los espacios. Es brutal ver cómo realmente cada vez está todo construido y asfaltado, es una pérdida de espacios. Pero lo más importante es que estamos perdiendo sentimientos, conocimiento”, indicó la doctora.

Al respecto, expuso que precisamente el relato de Korina Calderón de la gente que participó en el conversatorio muestra cómo ellos recordaban de chiquitos la experiencia de subir a las rocas y creerse los salvadores, “subir a la roca les permitía meterse en un personaje que no era de niños, los conquistadores. Jugar con la roca, jugar con el arbolito, no sé, la lagartija, los conectaba con la naturaleza de una forma en que su desarrollo como seres humanos era integrándose en el espacio que ellos lo apropiaban”.

Y cuestionó “ahorita los niños, ¿de qué se van a apropiar? ¿De los carros que andan por ahí o del cemento que les da calor? ¿Cuáles van a ser las aventuras de nuestros niños ahora? No nos culpemos porque están todo el tiempo en el celular, si al final de cuentas ellos no tienen más que cuatro espacios cuadrados que es su casa y salen y siguen teniendo asfalto”.

Korina Calderón apuntó a su vez que en este relato hay dos transformaciones superpuestas: la de un espacio por la mancha urbana y la de los niños que vivieron en esta zona y que tenían sus sentimientos, miedos, incertidumbres. “Yo trato de pensar qué sentían esos niños, con una posición mucho más afortunada en términos socio-económicos y culturales, y los otros niños que tuvieron que llegar a abrir un espacio muy agreste donde no tenían ni calles y tuvieron que empezar a abrirlas con sus propias manos”.

“Son dos historias muy disímbolas, en dos espacios con dos posiciones distintas, pero al final son seres humanos, entonces yo quise imaginar qué sentían cuando entraban y veían cómo estaban explotando la cantera para la planta de asfalto. Y cómo ellos veían y decían ‘híjole pues así debe de ser la luna’. Eso fue parte del reto creativo pero además fue muy estimulante porque todo esto transcurrió en algo que hoy es un geositio y tiene una propuesta educativa. Y cómo la naturaleza te agradece además, porque después de que la limpias te da muchos regalos, muchos de los regalos renacidos estos niños los vieron cuando todavía no se habían ido, cuando todavía no habían llegado las manos de los hombres a destruirlos”, contó la escritora.

Una de esas historias contenidas en su relato es la de Esperanza, nacida en 1948 en la zona, y quien será una de las voces que le ayudará a tejer la historia. A ella se suman la de los niños que crecieron en ese lugar y que vivieron situación como la de la nevada de 1967. Aunque también se rememora el inicio del trabajo de recuperación que comenzó en 2012 la doctora María del Pilar.

“Hacer toda escaleta en el tiempo para poder contar esta historia también requirió apropiarme de un lenguaje que no era mío y que Pilar y otros científicos hicieron el favor de compartirme, Pilar me dio bibliografía, me la puse a leer, hice preguntas, entonces fue un proceso de mucho aprendizaje, y ellos me compartieron su conocimiento y yo después empecé a echar mano de las herramientas que nos regala la creación literaria, de las metáforas, de todo esto que uno utiliza para escribir, y sobre todo la ficción y la fantasía que estaba más que estimulada por este paisaje tan singular y tan bello, diría yo”, expuso Korina.

La doctora María del Pilar Ortega Larrocea. Foto: DGCS UNAM.

Una cuestión que describe la doctora María del Pilar es la importancia que tiene la piedra para el ecosistema, un elemento que suele pasar desapercibido. “Hay una frase que dice ‘La naturaleza es grande, pero son más grandes las pequeñas cosas’, y a veces la roca nos da oportunidad de estudiar el microcosmos”.

“Uno no puede conservar algo que no conoce y no entiende. Y no necesariamente tenemos esa obligación de entender todos esos procesos complejos como la pedogénesis, que es la formación del suelo, pero inicia en un microcosmos, en donde la vida va buscando esos pequeños poros que tienen nuestras lavas volcánicas y ahí se va empezando a establecer en cosas tan pequeñitas, pueden venir microorganismos, empezar a intemperizar la roca, es decir, a formar minerales”, explicó.

La doctora ahondo que posteriormente se da otro proceso llamado sucesión ecológica, que busca que en estos pequeños microcompartimentos la materia orgánica se junte con una pequeña comunidad de bacterias que inducen la formación, “para que luego lleguen esporas de algunos otros procesos biológicos y empiezan con la sucesión de líquenes, de briofitas de teriofitas, y se pueden establecer ahí”.

“Luego pueden llegar semillas de organismos más grandes, de plantas vasculares, y cuando ven un colchoncito ahí, les gusta para quedarse, germinar y empiezan a formar un árbol, un matorral, y cuando empezamos a tener matorrales tenemos hongos, asociaciones simbióticas y empieza ahí la expansión de la vida”, señaló.

La escritora Korina Calderón refirió por su parte que cuando ella vio el trabajo de la doctora Pilar se percató de cómo utilizaba palabras no propias de la Ciencia sino de la Literatura para destacar lo que hacía. “Hubo una identificación porque ambas confiamos en nuestras palabras y esa fe mutua hizo una especie de intertextualidad entre su trabajo y lo que yo hice”.

“Si leemos la obra y vemos que nuestro enfrentamiento hacia los espacios tiene que ser desde lo puro de una niñez, es pensar en las generaciones que vienen, en verdad no querer dejarles nada más que asfalto. Esta aproximación es importantísima en el libro, el hacernos regresar a lo anterior pero el querer que nuestras nuevas generaciones no se escindan de lo natural, respetar nuestros espacios, saber que el Geopedregal es un ejemplo de restauración que se tiene que multiplicar, es un semilla”, planteó la doctora. “¿Cómo nos tenemos que relacionar? Levantando el desastre, haciendo control de daños, viendo cómo revertimos”, puntualizó a su vez Korina Calderón.

Obed Rosas
Es licenciado en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón de la UNAM. Estudió, además, Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras.
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